Inicia una nueva legislatura en el Congreso de la República, la segunda del primer gobierno progresista de la historia reciente de Colombia, periodo en el que asumo la vicepresidencia del Senado como la primera mujer de izquierda en el cargo y la única en las mesas directivas de la legislatura. Esto pone en mí una enorme responsabilidad, pero también pone de relieve la marginación que vivimos las figuras femeninas en política. El Congreso está al debe en paridad y espero que en las mesas de las comisiones seamos más mujeres en espacios de dirección.
Y la responsabilidad que recibo, a su vez, se convierte en desafío, no solo para mí sino para todo el Pacto Histórico. El momento que vivimos nos llama a estar a la altura y a comprometer los esfuerzos necesarios para liderar las reformas y desplegarnos alrededor del proyecto, tanto en el Congreso como en el territorio. El gobierno del cambio nos necesita y el ideario que defendemos demanda que actuemos con contundencia, eficacia y efectividad; debemos, con nuestros hechos, ser capaces de ampliar la base que nos llevó a ser l principal fuerza política del país.
Así mismo, el desafío es extensivo al gobierno, y también un llamado de atención para cuidar y robustecer la vinculación con quienes depositaron en nosotras sus anhelos de construir un mejor país. Nuestras acciones y trabajo, como bancada y como gobierno deben ser rigurosas e impecables. Sabemos que la oposición, como es natural y como nosotras hicimos en el pasado, estará vigilante ante cada una de nuestras propuestas y acciones; esperamos que lo hagan con respeto, con argumentos y con la verdad, porque no es necesario compartir los mismos idearios para dar garantías y fortalecer la democracia. De nuestra parte, contarán con todas las garantías para el ejercicio democrático de oposición.
Dijo el presidente en su alocución del 20 de julio que el camino de Colombia es ser, en un mundo que muere, potencia mundial de la vida. En este sentido, esta es una invitación que amplía el desafío ya no solo al Pacto sino a todas las bancadas, para que en conjunto seamos capaces de instalar al país en el curso de la vida. Es una invitación a estar a la altura del debate, a abandonar los lugares comunes y las interpelaciones personales, para dar paso a discusiones profundas , con argumentos que nos permitan llevar a Colombia hacia un mejor porvenir.
Por esto quiero decirle a mis compañeros y compañeras de bancada, a los partidos de gobierno, independientes y de oposición: como siempre, encontrarán en mí un talante dialogante y democrático para dar curso a los debates. Pero también, sepan que estoy aquí para defender las voces de millones que quieren una mejor Colombia y las de miles que dejaron la vida por el derecho a coexistir en diferencia.
Por eso ejercer esta vicepresidencia es una gran responsabilidad, porque las reformas que necesita el país requieren que estemos a la altura de la historia y de liderazgo que les permita superar el sesgo y las talanqueras que ponen quienes se resisten al cambio. Las reformas laboral, a la educación, servicios, salud y las pensiones, todas construidas con amplios diálogos políticos y sectoriales, y todos los demás proyectos de gobierno, requieren un Gran Acuerdo Nacional. Con el mismo altruismo que en la legislatura pasada aprobamos la tributaria, el Plan Nacional de Desarrollo, la jurisdicción agraria y la Paz Total, entre otras, les invito a que en conjunto hagamos de Colombia un país a la altura de nuestros sueños.
También, invito a la gente, a nuestra todos los sectores y comunidades de Colombia profunda y alegre, a que acompañemos al gobierno y a la bancada en los debates, en la construcción de los argumentos, así como en su defensa en todo el territorio. Implementar la Constitución del 91 y alcanzar las transformaciones necesitan de un gran Acuerdo, pero también de la movilización permanente para alcanzar una sociedad más justa.
Estos son algunos de los desafíos para este periodo, cuenten conmigo, contamos con ustedes.