Fray Junípero compañero de Francisco de Asís, está registrado en la historia del autismo como uno de los primeros pacientes. No pensaba en las repercusiones sociales de sus actos y en el Siglo XII le fueron prohibidos que se quitara la ropa y quedara desnudo, y evitar dar la misma respuesta a diferentes preguntas. Hombre de profunda humildad y enorme caridad. Falleció en Roma en 1258 y para la comunidad franciscana enseño a descubrir la sencillez que es sublimación y simplificación de la “simple simpleza”. Transmitía mucha inocencia y candor, no entendía los contextos sociales y manejaba el lenguaje en forma literal.
En el Siglo XIX aparece la descripción de un niño de 12 años llamado Víctor de Aveyron. Se encontró en el bosque de Toulouse y fue enviado al Instituto para Sordos pues pensaban que no escuchaba. Su lenguaje a pesar de la instrucción solo progreso en dos palabras. Lo interesante en su formación fue la aplicación de los principios de imitación que hoy en algunas escuelas se conservan. “Los locos benditos” de Rusia, asesores e instructores de los zares rusos, tenían mucho comportamiento que recordaba autismo.
En 1925 la judía Sukhareva publico una completa descripción de los niños con este trastorno y lo denomino “psicopatía esquizoide”. Describió los síntomas psiquiátricos de estos jóvenes, su constitución física y acompañantes manifestaciones motoras. Tendencia a la soledad era la principal característica clínica de estos muchachos.
Avanzamos hasta 1938 y aparece de John Hopkins el reconocido Leo Kanner quien describe las manifestaciones observadas en once niños con discapacidades congénitas para establecer contacto con sus congéneres, parecían retraídos o apartados centrados en actividades repetitivas. La equivocación de Kanner al ver el aspecto normal de los niños fue postular que su inteligencia en forma tardía terminaría por desarrollarse. Simultaneo aparece la descripción de Asperger y sus cuatro pacientes: problemas de interacción social y conductas autistas sobresalientes.
Ingresa al estudio la teoría de las “madres frigo ricos”. La ausencia del calor maternal hacia estas creaturas como causa de su autismo. No obstante, estos pacientes tenían hermanos y estos no padecían la enfermedad; se desvirtuó la teoría a pesar de que se especuló durante casi una década esta concepción.
La imposibilidad de interpretar el comportamiento ajeno es lo más aceptado hoy y las condiciones biológicas, genéticas y ambientales son las que inciden en su presentación. No pueden “entender la teoría de la mente de las otras personas”. No hay diferencia entre el cariño, la ironía o el sarcasmo. Para ellos nuestro mundo es incomprensible. Los niños con autismo no utilizan expresiones como “no te creo”, “té los estas inventando” y “no es cierto”. Se han adicionado múltiples teorías y entre estas señalamos: coherencia central (el niño con autismo se centra en un aspecto concreto), la hipereselectividad de la atención (capacidad discriminativa disminuida) y la más significativa es la alteración en la vía de recompensa. Los estudios de Stanford demostraron que los axones de la vía mesolímbica eran menos densos en los autistas que en los niños normales. En otras palabras, los déficits en las habilidades sociales obedecen a cambios en un circuito sencillo y primitivo.
Hay errores en la concepción y en la interpretación de esta enfermedad: no guarda relación alguna con el afecto o cariño de los padres. Todo lo contrario: su consentimiento y dedicación ayudan a reintegrar lo mejor a quienes sufren esta enfermedad. De hecho, con la instrucción estos niños progresan, pero debemos sabemos que los Trastornos del Espectro Autista no tienen cura. Las cifras no engañan:1 de cada 160 niños tiene autismo. Hay discrepancia en los términos de prevalencia y esto se debe a los criterios diagnósticos con los cuales los niños se han investigados.
En Colombia no contamos con una estadística seria que nos permita conocer su incidencia. Debemos estar atentos y alertar, con serenidad, a los padres cuando vemos en el niño alta sospecha de aislamiento. Acudir a los profesionales idóneos, las pruebas que hacemos (ADIR y ADOS) nos permiten direccionar el enfoque. No dejaremos de insistir en el diagnóstico temprano y en el programa de rehabilitación que abra las oportunidades en su desarrollo.
Diptongo: Cada niño autista requiere un programa especial y este hay que elaborarlo y construirlo.