Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Guerra en tres frentes

Israel tiene memoria para batirse en varios frentes y contra varios enemigos de manera simultánea. Las guerras en 1948 (Independencia), 1967 (Seis Días) y 1973 (Yom Kippur) confirman lo anteriormente dicho. Por eso, las frescas huellas de esas recientes conflagraciones están en el ADN de este pueblo que milenariamente se ha batido por su supervivencia. Hoy no será diferente con enemigos como Hamás, Hezbollah y los Houthis.

En efecto, no terminaba Bibi Netanyahu de dirigirse al Congreso estadounidense cuando las Fuerzas de Defensa Israelí-FDI daban un golpe espectacular contra Hamás: la muerte de Ismail Haniyeh en Teherán. Como protagonista de la primera Intifada contra Israel en 1987 -cuando Hamás nació como organización terrorista- se hizo miembro de dicha organización que llegó a conocer hasta las entrañas y lideraba desde 2017.  

Vivía fuera de Gaza, negociaba en El Cairo con Israel y visitaba Irán para la posesión del nuevo presidente, Masoud Pezeshkian, cuando Haniyeh encontró lo que tantas veces le propinó a tantos israelitas. La muerte de Isameil Haniyeh fue una operación tan espectacular (por el lugar) como precisa (dada la efectividad). 

Muerto Haniyeh, las negociaciones con Israel no se detuvieron y Hamás no está derrotada. Su nuevo líder, Yahya Sinwar, seguirá con el legado del terror de Haniyeh y con el inexplicable apoyo internacional de gente que se autoproclaman como defensores de derechos humanos pero a su vez apoyan a una organización que ha cometido todo tipo de crímenes contra la humanidad. ¡Así son muchos de los defensores de los derechos humanos! 

Pero este golpe no ha sido el único. Por ejemplo, el 11 de junio el New York Times informaba que Israel había dado de baja a Taleb Abdullah, también conocido como Abu Taleb, lo que valió que la organización terrorista lanzara más de 200 cohetes sobre territorio israelí a manera de retaliación. 

El 31 de julio, el mundo confirmó que las FDI habían dado de baja, en Beirut, a Fuad Shukr (Hajj Mohsen), la mano derecha del líder Hasan Nasrallah. En declaración que dio el almirante Daniel Hagari, asumiendo la responsabilidad de la operación, explicó cómo después del 7 de octubre, los hostigamientos de Hezbollah han producido que 60.000 israelíes abandonen sus hogares. Cifra que no tiene la misma repercusión en la opinión pública que reproduce que Israel ha asesinado a más de 40.000 palestinos. 

Por demás, Fuad Shukr, era responsable por haber masacrado, en un ataque aéreo, a 12 jóvenes que jugaban fútbol en los Altos del Golan, más exactamente en Majdal Shams. 

Este tipo de operaciones -como la de Abdullah y Shukr- se vienen realizando en contra de Hezbollah desde enero cuando eliminaron a Wissam Al-Tawil (Jawad). En claro mensaje que Israel ha ratificado con operaciones militares, sus aparatos de inteligencia ubican a los terroristas y proceden a darles de baja. La precisión de los ataques confirma que la tecnología es el mejor aliado de Israel y la determinación de Netanyahu es lo que ha producido un buen número de golpes a los cabecillas de estas organizaciones terroristas. 

Como se sabe, Hezbollah e Israel vienen cruzándose fuego desde hace semanas.  Por un lado, hemos visto los ejercicios de sicología militar que constantemente realiza esta organización terrorista al poner en evidencia sitios estratégicos de Israel, y del otro, los ataques preventivos que ha ejecutado Israel porque sabe que la retaliación de Hezbollah, por la muerte de Shukr, no es cuestión de un solo hostigamiento. 

En este complejo cuadro de fuego cruzado, se debe incluir a los Houthis en Yemen. El 22 de julio, a través de su vocero, Yahya Sare’e, estos se responsabilizaron por el ataque con un dron en Tel Aviv. El ataque buscaba, según esta agrupación, mostrar la debilidad en el sistema de defensa aérea israelí y anunciar que ataques de esta naturaleza se harán hasta que las FDI abandonen la Franja de Gaza. 

Un día después, el 23 de julio, Israel atacó el Puerto de Hodeidah en Yemen. En el ataque, primero en su especie, murieron al menos 6 personas y se cumplió con el objetivo estratégico de golpear suministros de petróleo en la costa oeste. 

Es más que evidente que las negociaciones entre Israel y Hamás, que busca la liberación de los secuestrados que tiene esta organización terrorista y la retirada de las tropas israelíes de la Franja de Gaza, se han cubierto de fuego cruzado y son vulnerables a una serie de hechos estratégicos cuya repercusión afecta directamente la negociación. Resulta lógico que parte de lo que suceda en El Cairo (lugar de las negociaciones) reflejará el estado de cómo se calibren relaciones entre Israel y el Líbano (donde opera Hezbollah), Yemen (sitiada por los Houthis), Turquía (que ha amenazado a Israel) e Irán que ha jurado vengar la muerte de Haniyeh y Shkur. Y en medio de toda esta turbulencia, se encuentra la figura de Bibi Netanyahu que maniobra diariamente las fuertes presiones internas y los chantajes externos.

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