La publicación esta semana de un libro titulado 'Letizia y yo' del periodista Jaime Peñafiel, constituye un torpedo en la línea de flotación del barco de la monarquía española. No digo que la vaya a hundir, pero supone un cimbronazo de consecuencias imprevisibles contra la institución, y desde luego plantea serios interrogantes. El primero: ¿Por qué en este momento? Y otro más: ¿Por qué fuego amigo? En el libro, Jaime del Burgo, excuñado y expareja sentimental de quien es hoy la reina de España, Letizia Ortiz, desvela detalles íntimos de esa relación que, según escribe Peñafiel, se prolongó cuando ya Letizia era la mujer de Felipe VI y estaba embarazada.
El autor de 'Letizia y yo' es un conocido periodista que, entre otros muchos destinos, ejerció como redactor jefe de la revista ¡Hola! durante 18 años. En ese cargo fue testigo directo de la vida social de los ricos y famosos, con especial dedicación a personajes de la aristocracia y de las casas reales de todo el mundo. Acompañó a Juan Carlos y Sofía, desde su etapa de príncipes, a casi todos sus viajes oficiales y se convirtió en un “juancarlista” convencido. No oculta su admiración por Juan Carlos I y su obra, sin omitir críticas a los errores del rey emérito de todos conocidos. Y por supuesto, lamenta el exilio al que se ha sometido al rey emérito, hoy apartado de su familia y de su país en Abu Dabi.
Con estas credenciales, pues, sorprenderá a muchos la divulgación de un material que revela intimidades de la reina Letizia que estremecen por la crudeza. Y para que no haya dudas de que es auténtico, en estos tiempos de fakenews, el libro abre con una carta autografiada del examante de la reina, Jaime del Burgo, confirmando al editor que todo cuanto escribe Peñafiel “sea empleando su propia redacción, sea entrecomillando mis palabras… tiene mi plácet”. No hay lugar a dudas, desmentidos o matizaciones. De momento, la Casa Real española calla y la prensa local, que tampoco ha recibido ninguna presión desde el Palacio de la Zarzuela, guarda silencio.
El asunto circula, por supuesto, en las redes sociales, portales de internet y en la prensa europea. Medios como The Times o Paris Match llaman a los periodistas españoles interesándose por conocer detalles, pero en España nadie habla… por ahora. Independientemente del tiempo que dure este silencio, la cuestión de fondo es por qué ahora y por qué la alianza de estos dos Jaimes para soltar esta bomba. De hecho, Peñafiel admite que el libro podría haberse titulado Letizia y Jaime (refiriéndose al examante de la reina).
Mi interpretación personal, por lo que al autor de este libro se refiere, es que Jaime Peñafiel a sus 91 años quiso hacer un “regalo” al rey Juan Carlos, su amigo, y dejar para la posteridad un testimonio que empañe la imagen de Letizia para siempre. Peñafiel no oculta desde el pasado la animadversión que siente por su ex colega convertida en reina, a quien muchos señalan como determinante en el exilio al que fue sometido el rey emérito. Juan Carlos, por su parte, fue quien más se opuso al matrimonio de su heredero con la entonces periodista de televisión, y cuando estuvo en sus horas más bajas su nuera le pasó la factura, como cuenta Peñafiel.
“Don Juan Carlos no tendría que andar por esos mundos de Dios viviendo de prestado desde que Letizia, en una acalorada bronca con Felipe, con una falta total del mínimo respeto, lo obligó a romper definitivamente con su padre. No le valió a la enfurecida Letizia que Felipe intentara hacerla entrar en razón incluso llorando, “¡esto lo matará!, es mi padre”, le dijo, según el testigo que me lo relató. No existe la menor duda de que Letizia salió fortalecida de esta crisis. Y Felipe, como siempre, fue el perdedor. En Zarzuela ya no hay más voz que la de ella”, puede leerse en el libro.
Pero esto con ser duro, es lo de menos. Aunque el autor no ahorra tampoco elogios a la reina, de quien admite que “es una mujer bonita, incluso guapa, hasta glamurosa, de elegante figura…, culta, con arrolladora personalidad, disciplinada, elocuente”, en este libro la arrastra por el suelo. Y lo hace con el testimonio de un ex amante, para mayor morbo ex amigo de Felipe, “tío” (por la cercanía con la familia) de las infantas y, la cereza del pastel, ex cuñado de Letizia, ya que, después del tórrido romance entre los dos, se casó con su hermana Telma.
Qué llevó a Jaime del Burgo —un hombre rico, de familia ultraconservadora, hoy casado con esposa sueca, padre de dos niñas, viviendo a caballo de Londres y California— a desvelar con lujo de detalles que hace doce años Letizia le fue infiel a Felipe, es un misterio. No parece gratuito; en todo caso, ocurre en el momento en que la monarquía española se encuentra en mayor peligro. Con un jefe de Gobierno, Pedro Sánchez, que pacta con independentistas catalanes y vascos, y tiene de vicepresidente a una señora comunista —vestida de marca, sí— pero moviéndose al ritmo que toca nuestro viejo conocido del proceso de paz con la FARC, Enrique Santiago, entre otras cosas.
El libro Letizia y yo es un ataque a la Corona en toda regla y su contenido podría formar parte de un plan concebido para debilitar más aún a la institución monárquica. Sus revelaciones dan para un divorcio real, previsto en las capitulaciones que firmó Letizia al casarse con Felipe, cosa que a estas alturas no es una opción descartable. Y no se me escapa el hecho de que esta bomba explote coincidiendo con la mayoría de edad de la princesa Leonor. La heredera al trono despierta enormes simpatías entre la juventud, asunto muy molesto para los enemigos de la monarquía.
A quien esto escribe, como colombiano, le resultaría anacrónico declararse monárquico; sin embargo, como conocedor del país y de sus gentes, encuentro deplorable cualquier daño a una institución que ha conducido a España por la mayor y más larga época de prosperidad en los últimos siglos. Y como observador de los acontecimientos de nuestro tiempo, no dejan de maravillarme las travesuras que a veces juega el azar. Qué nombre tan bien puesto por el destino al palacio de los reyes de España: La Zarzuela.