Augusto Solano

Presidente Ejecutivo de Asocolflores desde el año 2000. Ingeniero Industrial de la Universidad de los Andes y MBA del Wharton School, de la Universidad de Pennsylvania, asesor económico y financiero del Ministro de Desarrollo. Formó parte de las Juntas Directivas del Instituto Colombiano Agropecuario – ICA en representación del presidente de la República, la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), del Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible (Cecodes, Presidente Junta Directiva), de Porvenir S.A. y de la Universidad ICESI.  También lo es de varias organizaciones de la floricultura internacional en los Estados Unidos y Europa.

Augusto Solano

Empresas, doble materialidad y pacto verde europeo

En las últimas dos décadas el mundo ha sido testigo de cómo las empresas están redefiniendo su papel para demostrar un compromiso genuino con la sostenibilidad.

En el 2004 aparecieron los criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza), a partir del informe "Who Cares Wins"; elaborado por Global Compact, el brazo de la ONU que llamó a las empresas a trabajar en las áreas de derechos humanos, medio ambiente, trabajo y anticorrupción.

El acrónimo ESG, que en inglés significa "Environmental, social and governance", rápidamente se utilizó en varios foros de discusión, informes e investigaciones como una referencia empresarial directa a la sustentabilidad.

Poco después nació el reporte ESG, un documento con información no financiera que incluye los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo que se manejan en las empresas, y que han venido siendo la referencia de la inversión socialmente responsable (ISR).

El primer paso para construir el reporte público de ESG en las empresas es el análisis de sus denominados temas materiales, también llamado “Materialidad”. Se refiere a conocer, administrar y priorizar los temas más relevantes de las compañías para comprender los inversores, los stakeholders y su impacto en la rentabilidad.

Hasta hoy el concepto de “Materialidad” ha sido fundamental para que las empresas cumplan con los marcos normativos internacionales frente a su trabajo por los impactos ambiental y social. Sin embargo, el término ha evolucionado y ahora las organizaciones deben hablar de lo que se ha definido como “Doble Materialidad”.

La “Doble Materialidad” marca un punto de inflexión empresarial. Es un enfoque bidireccional que da a conocer cómo las operaciones empresariales impactan en el mundo, y cómo los cambios en el medio ambiente y la sociedad repercuten en la empresa, el cual cada día gana más terreno.

Desde el pasado 5 de enero entró en vigor en la Unión Europea la llamada Directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad “Corporate Sustainability Reporting Directive” (CSRD, por sus siglas en inglés). La piedra angular de esta nueva normativa es la “Doble Materialidad”.

Ahora, las empresas que realizan negocios en la UE tendrán que identificar tanto el impacto que provocan en la sociedad y el medio ambiente (materialidad de impacto - Inside-out), como el que realizan el medio ambiente, las personas y la sociedad en el valor de la empresa en términos del acceso a los recursos clave y las relaciones necesarias para su funcionamiento (materialidad financiera – Outside-in).

A partir de este año las empresas presentes en la Unión deben elaborar y presentar, según un calendario en el tiempo, y de acuerdo con sus condiciones propias, un reporte detallado sobre:

  • Aspectos ambientales: políticas, sistemas de gestión y resultados sobre cambio climático, contaminación, agua y recursos marinos, biodiversidad y ecosistemas, consumo de recursos y economía circular.
  • Aspectos sociales: políticas, sistemas de gestión y resultados sobre las personas de la compañía; trabajadores en la cadena de valor (outsourcing); comunidades afectadas, clientes y usuarios finales.
  • Aspectos de gobernanza: políticas y cultura corporativa, prevención y detección de corrupción o soborno, influencia política, prácticas de lobby y de pagos.

La UE ha sido un referente mundial en la reglamentación de la sostenibilidad empresarial. Por esa razón la directiva CSRD, a medida que comienza a aplicarse en su territorio, también impacta al resto de naciones, surtiendo efectos inmediatos y a largo plazo sobre las empresas latinoamericanas.

Para las empresas de nuestra región que tienen relaciones comerciales con la UE, las nuevas directivas representan un desafío significativo. Adaptar sus prácticas para cumplir con los nuevos estándares de transparencia y responsabilidad implicará desarrollar sistemas de informes detallados y robustos, así como implementar procesos que aborden los riesgos ambientales y de derechos humanos a lo largo de sus cadenas de valor.

Y aunque esta nueva realidad supone inversiones adicionales (adopción de nuevas tecnologías, formación de colaboradores y obtención de verificaciones independientes, entre otras variables), sin duda ofrece una ventana para mejorar la competitividad en el mercado global.

La doble materialidad se diferencia de la materialidad puesto que no solo se centra en los impactos de la empresa en el entorno, sino también en cómo estos impactos pueden afectar a su futuro financiero. Esta visión integral permite a las empresas tomar decisiones más estratégicas y sostenibles a largo plazo.

Al alinearse con los nuevos estándares de sostenibilidad de la UE, las empresas latinoamericanas no solo cumplirán con los requisitos regulatorios, sino que también fortalecerán su reputación y atractivo ante consumidores cada vez más conscientes de la sostenibilidad.

El trabajo será arduo y desafiante pero más allá de ser una realidad ineludible, es una obligación para lograr, cómo lo dice la Agenda 2030, “No Dejar a Nadie Atrás.

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