Mario Andrés Huertas Ramos

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Andrés Huertas Ramos

El Imperio del Brasil y La Gran Colombia

Ahora que Brasil ha celebrado el bicentenario de su independencia, conocido en la historia como “O grito do Ipiranga”, pude notar que para la opinión pública de ese país resulta poco relevante recordar el frente externo de aquellos años. Por ello, he decidido hacer memoria de los orígenes en las relaciones diplomáticas entre el Imperio de don Pedro I y la recientemente creada República de Colombia (llamada por algunos La Gran Colombia).

El motivo de lo anterior se debe a que 1°) muchos tomadores de decisiones ignoran que la historia es un instrumento valiosísimo a la hora de formular políticas públicas; 2°) que la política exterior, en muchísimas ocasiones, está intrínsecamente relacionada con la política interior; y 3°) que la función política de la historia es enseñar por analogías.

Esto sugiere que del pasado podemos extraer no solo lecciones sino también principios y, en este caso, con el fin de analizar la política exterior tanto del Imperio como de la naciente República apelaremos a unos hechos que con el paso del tiempo han configurado elementos vigentes en la defensa del interés nacional.

Es así que, una vez las tropas napoleónicas se instalaron en España, la Corte portuguesa optó por trasladarse a su colonia del otro lado del Atlántico, donde a partir de ese momento, y hasta 1822, la corona viviría un período de transición del Imperio portugués al Imperio brasileño.

Posteriormente, los fantasmas del pulso geopolítico, ya existente siglos atrás, entre España y Portugal tomaron cuerpo con la guerra de la Cisplatina (1825 - 1828) enfrentando al Imperio del Brasil contra las Provincias Unidas del Río de la Plata por el dominio y control de Colonia de Sacramento, conflagración que dio nacimiento a la actual República Oriental del Uruguay. 

En ese mismo año de 1825, el gobernador militar de Mato Grosso, Manuel José de Araujo e Silva, decidió invadir la provincia de Chiquitos, a petición del mismo gobernador Sebastián Ramos, con el fin de evitar que las tropas de Sucre y Bolívar pudieran derrocarlo; en efecto, la decisión fue rechazada de inmediato por el emperador del Brasil, pues, resultaba poco estratégico abrir simultáneamente otro frente de hostilidades.

En lo que refiere a Bolívar, que había creado la República de Colombia en 1819, decidió convocar al Congreso de Panamá tras la firma del tratado de 1823 de Liga, Unión y Confederación. El objetivo era diseñar una alianza hispanoamericana que pudiera contener una posible acción militar de La Santa Alianza, por un lado, y, por el otro, disuadir a los EE.UU. que, inspirados en el Destino Manifiesto, tenían puesta la mira en ampliar su territorio por el Océano Pacífico y el Mar Caribe.

Como vemos, el Imperio se aventuraba en usar la guerra como un medio de política exterior, mientras Colombia le apostaba al derecho como piedra angular de sus tácticas diplomáticas.

Precisamente, gran parte del ideario conocido como Bolivarismo tiene sus formas jurídicas en este tratado que, motivado por las maniobras del Imperio brasileño y la Doctrina Monroe, diseñó un esquema de seguridad colectiva cuyo radio acción terrestre iba desde La Patagonia hasta la frontera, de ese momento, entre México y los Estados Unidos.

De tal modo, Colombia lideraba una alianza de cuño hispanoamericano, entretanto el Imperio jugaba al aislacionismo para prevenir que los aires antimonárquicos provenientes del lado hispano invadieran al nuevo Imperio lusoamericano.

Dicho todo lo anterior, se puede concluir que por estas fechas, hace doscientos años, cohabitaban al sur del hemisferio dos enfoques en política exterior: el hispanoamericanismo de cuño republicano y el lusoamericanismo de cuño monárquico. Sin embargo, no todo fueron diferencias, pues, tanto Bolívar como João VI y Pedro I recurrieron a la firma de acuerdos comerciales con Inglaterra a fin de obtener tanto ventajas comparativas como el reconocimiento de Estados soberanos.

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Mario Andrés Huertas Ramos
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