El 3 de noviembre del presente año, en los Estados Unidos se realizará la elección número 59 del presidente de la Nación, en medio de la crisis sanitaria y económica, ocasionada por la pandemia del Covid-19.
Para nadie es un secreto que el virus ha causado una recesión económica de incalculables consecuencias en la mayor economía del mundo, aumentando drásticamente las tasas de desempleo que hoy llega a niveles superiores al 14.7 %, generando la pérdida de más de 20 millones de empleos directos e indirectos, una contracción de la economía del 4.8 % del PIB y una gran reducción del gasto de los consumidores y la producción industrial.
A lo anterior, se suman las múltiples protestas y manifestaciones raciales por la muerte reciente de dos afroestadounidenses George Floyd en Minneapolis y Ahmaud Arbery en Georgia, por supuestos excesos de la fuerza pública, un panorama complejo que ha transformado radicalmente, el panorama electoral y pone en riesgo la reelección del Republicano Donald Trump.
Antes de la declaratoria de pandemia del coronavirus por la OMS, los Estados Unidos mostraban unos indicadores económicos muy positivos que ponían de manifiesto los excelentes logros económicos alcanzados por la administración Trump en materia de crecimiento económico. En febrero el desempleo se encontraba en sus niveles más bajos en los últimos 50 años 3.5 por ciento, estos resultados creaban un ambiente propicio para que Trump, resultara nuevamente elegido.
Hoy el panorama de la economía ha cambiado ostensiblemente como consecuencia de la pandemia del Covid-19, el confinamiento, aislamiento y la caída de los precios del petróleo, ocasionando la peor recesión -después de la gran depresión de 1929- que puso en cuidados intensivos a la mayor economía del mundo, obligando al congreso norteamericano a aprobar de manera extraordinaria un paquete de
ayudas de 3 billones de dólares para incentivar el consumo de los hogares y 500 millones de dólares para ayudar a las pequeñas y medianas empresas a pagar sus salarios por un periodo de dos meses. A esto se suma un ambicioso plan de salvamento que incluye devolución de impuestos, ayudas para el fortalecimiento del sistema sanitario y paquetes económicos de rescate a los sectores empresariales.
Los expertos estiman que la recesión económica será una de las más largas de la historia, es decir de marzo a diciembre del presente año y las perspectivas de recuperación serían para el cuarto trimestre del 2021, todo ello dependerá del control de la pandemia, la producción, distribución y efectividad de la esperada vacuna contra el covid-19, y la reactivación de los diferentes sectores de la economía.
Por lo pronto, el gobierno estadounidense trabaja en el proceso de reapertura gradual de la economía en tres fases, para hacer frente a las elevadas cifras de desempleo, aunque los niveles de contagios y muertes no bajan, por el contrario, siguen en aumento, es una apuesta riesgosa, compleja para sortear la recesión, disminuir al tiempo el riesgo de contagio y evitar el colapso del sistema sanitario y económico.
Los Estados Unidos, ha sido el país más impactado por la pandemia al 25 de junio el consolidado fue de 2.411,437 casos confirmados de COVID-19 y 122,881 fallecidos; el virus puso en evidencia la crisis del sistema sanitario norteamericano mostrando baja calidad en los servicios médicos, una cobertura médica limitada y costosa prima de seguros médicos.
Lo que hemos observado en los últimos años, es una discusión ideológica en torno a la salud en el congreso de los Estados Unidos, en el sentido de establecer si es un derecho que debe garantizar el Estado con cobertura y calidad o debe ser regulado por el mercado de seguros médicos. Los partidos políticos Demócrata y Republicano parece por fin estar de acuerdo en esta definición ideológica.
La ley “Obamacare” buscaba ampliar la cobertura al 95 %, brindar asistencia sanitaria a 32 millones de personas adicionales y controlar los precios desmedidos. Sin embargo, la administración Trump, persiste en reformar el sistema de salud en medio de la crisis de la pandemia.
Por ahora el gobierno de Donald Trump, hace grandes esfuerzos para dotar a los hospitales con equipos médicos hospitalarios y el incremento del testeo en 20 millones de muestras diarias, para lo cual han aprobado recursos por 75 millones de dólares, realizar pruebas generalizadas en los estados más afectados en los próximos meses y poder ir generando confianza en sus habitantes, en medio de la reactivación económica.
Así las cosas, la reelección del presidente Trump depende de la recuperación de la economía y del control efectivo de contagios y muertes, `por el Covid-19. Una apuesta bastante difícil de cumplir antes del debate electoral.
Otro aspecto que enturbia el ambiente político y puede afectar la reelección del presidente Trump es el vehemente racismo que persiste en Estados Unidos, la violencia en el accionar de la policía contra los ciudadanos afro-estadounidenses que representan el 13 % del total de la población. La igualdad de derechos civiles de esta población, se ha traducido en luchas permanentes y atropellos por distintos gobiernos, el exceso de fuerza policial y la presencia de organizaciones anti raciales de extrema derecha -como el Ku Klux Klan- que promueven el racismo, idolatría, supremacía blanca, homofobia, antisemitismo y xenofobia, ha ocasionado, sucesivos episodios de violencia y muerte contra esa población y el presidente Trump no ha sabido manejar la situación de manera inteligente, por el contrario, sus actuaciones han motivado las protestas y desmanes de la población.
Todos estos hechos y acontecimientos dificultan el ambiente político para escoger el próximo presidente de los Estados Unidos, lo que parecía una fácil reelección, ha dado un giro de 180 grados; las más recientes encuestas y sondeos muestran notables diferencias en la carrera presidencial de cara a las elecciones de noviembre, entre el candidato republicano Trump y demócrata Biden, en los cuales este último, sale ampliamente favorecido donde obtendría el 51 % de los votos en comparación con el 36 de Trump, una diferencia, que les aseguraría el triunfo a los demócratas.
Lo cierto, es que la tardía e ineficaz respuesta del presidente Trump a la pandemia del Covid-19, las actuaciones irracionales y los excesos de violencia policial y la contracción de la economía, le están pasando cuenta de cobro, a esto se suma la publicación del libro de John Bolton, que revela secretos de las actuaciones equivocadas y falta de tacto político del mandatario de la Casa Blanca.
Son muchos los errores cometidos en poco tiempo; la arrogancia e irresponsabilidad en muchas decisiones políticas han llevado a la baja popularidad de Trump, existen grandes dificultades para el logro de su reelección y por supuesto la representación de los Republicanos en el congreso norteamericano.