Paloma Valencia

Abogada y política colombiana. Senadora de la República de Colombia por el Partido Centro Democrático desde 2014.

Paloma Valencia

Del capricho a la intemperancia

El presidente Petro nos tenía acostumbrados a sus caprichos. Cada mañana se despertaba con una nueva ocurrencia que ponía a su equipo de gobierno en una improvisada ruta. Así sucedió con la salud del magisterio, con la producción de energía, el tren volador, los aguacates o con la idea de cambiar el escudo nacional. El resultado siempre ha sido el mismo: una crisis. La magnitud ha variado, pero la persistencia en dañar ha sido constante.

La crisis provocada por un X de las 3:30 de la madrugada habría sido una de las más graves que hubiéramos vivido. Unos aranceles del 25% y del 50% una semana después habrían afectado y prácticamente destruido cerca del 30% de las exportaciones. Sectores agrícolas como banano, flores y café habrían sufrido tanto que, seguramente, muchas empresas habrían quebrado. Por su parte, la retaliación de los mismos impuestos sobre las mercancías de EE.UU. solo habría encarecido todo para los colombianos. Colombia sirvió al presidente estadounidense de ejemplo: con nosotros envió un mensaje y fijó una postura dura. Hasta invitaron a las demás naciones a pagar el retorno de los inmigrantes.

Luego de que se conjurara la crisis, todos estuvimos aliviados, todos menos el presidente, que desde entonces ha estado dedicado a buscar espacios para atacar a Trump; desde fascistas hasta comparaciones con Hitler, mientras él, en un delirio muy largo también por X, se autodenominó el último coronel Aureliano Buendía.

Esta crisis es sin embargo, muestra de que estamos entrando en una nueva etapa. El presidente además de caprichoso ahora es intemperante y ha decidido retomar el discurso antiyanqui o antiimperialista que fue de Castro y Chávez, entre otros. Es un discurso que seduce a Petro porque tiene audiencia y, algunos dirán, hasta razón. Ese discurso además lo saca del tedio que le producen, desde hace un tiempo, los muy profundos problemas nacionales para los cuales no halla solución.

Así como Petro ha estado muy activo en el asunto palestino-israelí, encontró una nueva cantera que le da ese escenario —que tanto busca— para ser un líder mundial. ¿Hasta dónde llegará? ¿Cuáles serán las consecuencias?

A Petro hay que exigirle que deje sus ínfulas de liderazgo mundial para después. Ahora debe comportarse como lo que es: presidente de Colombia. Sus decisiones deben enmarcarse en determinar lo que le conviene al país. Que deje sus deseos de ser un líder mundial para cuando haya dejado la Presidencia de Colombia, cargo que no le ha dado el rédito ni el gusto que él esperaba. Se equivoca creyendo en los halagos de Podemos desde España, eso es solo una anécdota frente a la opinión mayoritaria de que más que de coronel hará el papel de payaso. Y aún si fuera coronel sería aquel que no tiene quien le escriba.

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