Se cumple el primer año de gobierno, periodo tras el que podemos decir con datos, no opiniones, que Colombia va bien. ¿Y por qué? lo resumo en cinco puntos.
Primero, económicamente el país se está recuperando del daño que causó la pandemia. La inflación se está controlando mientras se reduce el déficit fiscal, la inversión extranjera directa es la más alta en nueve años, el dólar bajó $1.000 y, con mucho esfuerzo, logramos llegar a un desempleo de un dígito. Esperamos que la Reforma Tributaria, el Plan Nacional de Desarrollo y el Presupuesto General nos permitan seguir dinamizando la economía.
Segundo, estamos logrando avances históricos en materia de paz. No ha sido sencillo, ni existe una receta. Sin embargo, se pactó un primer e inédito cese al fuego bilateral con el ELN, se adelantan procesos de participación, acercamientos con otros grupos y se apuesta por una aproximación que supere la violencia. Esta estrategia ha permitido, según la JEP, que durante el cese al fuego pactado para los primeros meses del año, se redujeran en 48% los incidentes entre grupos armados y la fuerza pública; así como los hechos violentos en el primer semestre, como destacó la Cruz Roja, lo que se ha traducido en una reducción de los heridos de las fuerzas de orden. Sin embargo, los desafíos persisten, por lo que la construcción de paz debe ser un compromiso transversal e inquebrantable para Colombia.
Tercero, en seguridad, estamos transitando de una política del garrote hacia una seguridad humana, integral, porque la seguridad democrática y la paz con legalidad muestran que el populismo punitivo es inefectivo. Desde el Gobierno se está aumentando la inversión social para reducir la desigualdad y los factores que alientan la delincuencia, pero también se está apoyando a la fuerza pública mientras se combate efectivamente al narcotráfico. Solo en el primer semestre se han incautado más de 200 toneladas de cocaína, 35 de marihuana, 13 semisumergibles y destruido 426 laboratorios. Ahora, hay desafíos, claro que sí, pero estos nos llaman a toda la sociedad a trabajar en conjunto para que la disminución de delitos violentos se condiga con la reducción de los delitos comunes en las ciudades.
Cuarto, en cuanto a derechos y dignidad, hemos priorizado a la sociedad y su diversidad. Avanzamos con la reforma agraria y la reforma rural integral, logrando el reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos y creamos la Jurisdicción Agraria para resolver los conflictos por la tierra. Además, triplicamos el presupuesto de la Agencia Nacional de Tierras para sostener una política de entrega de tierras como nunca antes.
Por otra parte, el Gobierno ha garantizado un ingreso digno de $500.000 mensuales a madres cabeza de hogar y a las familias más vulnerables. En vivienda, se aprobaron los recursos para cumplir la meta de 75 mil subsidios de Mi Casa Ya en 2023 y aumentar la cobertura anual de 33 mil a 50 mil asignaciones, todo para garantizar el acceso a la vivienda digna. A esto se agrega lo hecho en educación, ya que se acaba de sancionar la ley de gratuidad sin discriminación en las instituciones de educación superior pública, y aprobamos el Ministerio de la Igualdad para cerrar brechas estructurales del país.
Y por supuesto están las reformas, las que fueron construidas con amplios diálogos para brindar garantías que existen en cualquier país democrático, no para nacionalizar, ni volver al pasado ni favorecer sectores como falsamente sostiene la oposición. Por lo mismo, y entendiendo las reglas de la democracia, se seguirán concertando con fuerzas políticas y sociales para su aprobación, porque la gente ya es consciente de la necesidad de mejorar los sistemas de salud, laboral y pensional.
Y quinto, en lo internacional, estamos a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático. Aprobamos Escazú, apostamos por la transición energética, lo cual ha atraído inversiones, y planteamos canjear deuda por acción climática. Aquí vale la pena resaltar que logramos reducir en un 76% la deforestación en la selva amazónica en el primer trimestre del año. A su vez, mantenemos diálogos con Estados Unidos por un nuevo enfoque en política de drogas y promovemos relaciones regionales sin exclusiones, lo que ha impulsado el comercio con Venezuela y las inversiones para revitalizar las economías de frontera.
Por todo esto, podemos decir que el primer año se recibe positivamente. Vamos rompiendo la inercia de gobiernos que descuidaron lo social y los problemas cotidianos de la gente para enfocarse en lo macroeconómico y ni siquiera cumplieron lo que propusieron.
Hemos tenido y seguiremos teniendo desafíos, pero como manifesté: si nuestro proyecto no fue sepultado por balas o genocidios, tampoco lo hará un caso judicial que no representa ni hace parte de los valores de un proyecto político de generaciones. Por más que se pretenda enlodar al presidente, el propio imputado ha dicho que ni Petro ni el Gerente de campaña sabían de sus movimientos. Esperamos que la investigación avance debidamente y que por el bien del país los medios y sectores políticos actúen con responsabilidad.
Más allá de la desinformación, este Gobierno trabaja por la gente y por eso sabemos que Colombia va bien. Para este año, desde el Congreso estamos a disposición para seguir haciendo historia junto al presidente. Esperamos que el Pacto, los partidos de Gobierno, independientes y de oposición estemos a la altura y nos sumemos al Gran Acuerdo Nacional, al que se nos invitó para hacer de Colombia Potencia Mundial de la Vida.
