Colombia acaba de vivir este 27 de septiembre una de las movilizaciones más grandes en apoyo al gobierno de Gustavo Petro. En Bogotá, Medellín, Cali, Popayán, Quibdó, Santa Marta, Riohacha, Arauca y en cientos de municipios, millares marchamos por la vida.
La masiva asistencia fue la demostración de la perdurabilidad del respaldo popular al presidente, su gobierno y las reformas, a pesar del incesable e incansable intento para deslegitimar a la actual administración. La alta concurrencia se dio pese a que en radios y otros medios martillan diariamente con pseudo escándalos que se diluyen por sí mismos y con ideas de que el país está mal, que la economía es atroz, y que por culpa de Petro, Bogotá estaría tres días tomado y amenazado.
Por el contrario, lo que vivimos los últimos días fue un carnaval por la vida y la alegría. Asimismo, en el lanzamiento de la Asamblea Nacional de Usuarios de Energía y Servicios Públicos convocada por el Ministerio de Minas y Energía en la Universidad Nacional, y en las jornadas del Gobierno Con El Pueblo en el occidente de la ciudad, asistimos a copiosos actos de democracia real en los que se dialogó directamente con la gente para conocer de primera voz los desafíos que enfrentan en servicios, seguridad, economía y calidad de vida en los barrios más densamente poblados de la capital.
Y así como se llenó la Plaza Bolívar, y cientos de otras en el país, las encuestas y la realidad también muestran resultados ajenos al alarmismo de la oposición. De hecho, el Centro Nacional de Consultoría publicó una encuesta en la que la imagen favorable del presidente sobrepasa la imagen negativa; vimos hace un par de semanas los resultados del panel de Cifras y Conceptos en el que la evaluación general del gobierno es muy positiva. Vemos cómo, a pesar de la desaceleración del sector de la construcción, las utilidades de las grandes constructoras crecen, el sector financiero sigue presentando altos ingresos, y lo mismo se observa en otros sectores.
Algo similar pasa con la balanza comercial, que corresponde a la diferencia entre exportaciones e importaciones expresada en millones de dólares. En medios se habla de una fuerte caída en las importaciones, pero según el DANE, el déficit comercial se reduce y las cifras del primer semestre siguen la tendencia incremental del año anterior. Además, se narra como si la causa de la disminución fuese el gobierno, cuando en 25 de los últimos 43 años el balance ha sido negativo y llevamos 10 años consecutivos en que las importaciones superan las exportaciones. A esto podemos sumar la caída del desempleo a 9,3%, lo que no se veía desde agosto de 2018, y el control de la inflación, entre otros factores de estabilidad.
Entonces, ¿por qué en medios y desde la oposición se mueve la idea de la pérdida de apoyo del gobierno? ¿Por qué se insiste en la inestabilidad y el desorden del país? Pareciera que existen dos países, uno, el de las calles y los hechos, y el otro el que construye la oposición desleal y un sector de los medios. Mientras el primero habita en la esperanza, el segundo se alimenta de la barbarie, la desinformación y de candidaturas vacías de cara a las regionales de octubre.
Pareciera que no están acostumbrados a que haya un gobierno popular y una sociedad movilizada, capaces de convocar masivamente a marchar por la vida y para apoyar las reformas que nacen para resolver las necesidades reales de la población. Porque las reformas son para cerrar brechas en salud, no para estatizar, son para que las familias puedan estar unidas y no separadas por largas jornadas laborales, para que la tercera edad deje de vender BonIce para pagar un plato de sopa, y para que la juventud pueda estudiar.
A pesar de la presión, el gobierno avanza y la gente lo sabe, lo siente y lo vive. No obstante, somos conscientes también de los desafíos que tenemos como país, en seguridad, en economía, en garantías de derechos. Por eso, a pesar de las hostilidades, seguimos convocando a todos los sectores a un Acuerdo Nacional, centrado en tres ejes: verdad, tierra y educación.
Necesitamos encontrarnos en favor de Colombia, en favor de la gente, para que de una buena vez cese el derrame de sangre y nos convirtamos en la nación bella, próspera y poderosa que merecemos.
