Un nuevo Gobierno, sin importar su ideología, produce variados efectos. En quienes lo eligieron, esperanza y revanchismo. Para los políticos derrotados, oposición. Otra parte de esos políticos, aplica “a rey muerto, rey puesto”. En los electores del candidato derrotado, expectativa y desesperanza. En otros, indiferencia. Estos, generalmente abstencionistas, son los que más se quejan de todo pero no participan en soluciones.
La Colombia de hoy, es muy particular. El Presidente en ejercicio, sigue como si estuviera en campaña. El llamado a hacer oposición, el segundo en votación, salió cobardemente corriendo, demostrando una incapacidad casi inverosímil. Muchísimos políticos terminaron alineándose con el nuevo Gobierno, detrás de burocracia y privilegios personales. Al Partido Conservador le saldrá cara esta ligereza histórica.
La particularidad nacional más alarmante es que el presidente de la República parece no comprender que debe gobernar, y hacerlo para todos. Sigue concentrado en la minúscula tarea de mandar mensajes en redes sociales a sus electores, olvidando que si bien es cierto ganó las elecciones, no lo es menos que su triunfo no se debe al favor popular generalizado por su nombre sino a que el anti-uribismo político se le sumó: JM Santos, Gaviria y otros.
Cada vez son más los que, frente a los tozudos hechos, salen en desbandada del Pacto Histórico. Actores, actrices, humoristas, periodistas, personajes de las artes y de la frívola farándula, por ejemplo, que fueran tan activos para criticar a gobiernos anteriores, hoy prefieren huir y callar antes de criticar por los mismos hechos pero ahora sucedidos bajo el Gobierno que eligieron.
El presidente se equivoca en materia grave. Sus mensajes que alimentan la lucha de clases y sus afirmaciones no siempre soportadas en la realidad, están fracturando, como nunca, la sociedad colombiana. La gran capacidad de este Gobierno para criticar, ofender, desestimar y no escuchar a quién piensa distinto, es inversamente proporcional a la escaza capacidad de gobernar. El Gobierno ha logrado desatar el miedo y la zozobra “in crescendo”.
Al presidente Petro lo dejó desubicado y sin enemigo mediático, la estrategia del ex presidente Álvaro Uribe Vélez. Aun cuando el mandatario actual no cesa en mandarle dardos cargados de acusaciones en clara referencia a los hijos del ex mandatario (Tomás y Jerónimo) éste los deja, inteligentemente, pasar.
Eso explica porque el presidente Petro, quién tiene una animadversión por el empresariado, ha intentado graduar de enemigos a los gremios. Ellos, también, han evadido estratégicamente los embates del mandatario, gracias a que han estado colaborativamente listos a debatir y contribuir con las propuestas gubernamentales. El problema es que estas -las propuestas- no existen o son muy mal estructuradas. La falta de rigor es la característica más significativa de este Gobierno. Frente a la ausencia de antagónicos internos, el presidente Petro ha salido a buscarlos al extranjero. Con el presidente Nayib Bukele, arrancó perdiendo.
El país se encuentra entre la desesperanza y la incertidumbre, gracias a que en este Gobierno se puso de rodillas a nuestras Fuerzas Armadas -militares y de policía-. Ningún documento suscrito en esas condiciones, traerá paz alguna. Este coctel es muy peligroso y altamente explosivo.
También genera desesperanza, la ocurrencia de actos delincuenciales como los ocurridos en el Caquetá, que el Ministro Alfonso Prada llama “cerco humanitario”; el descontrolado paro minero; las denuncias de Day Vásquez en contra de su esposo Nicolás Petro y la sorprendente respuesta del presidente para evadir su responsabilidad: “Yo no crie a Nicolás”; así como el absurdo recibimiento de las autoridades -casi con honores- a la criminal Aida Merlano; los supuestos “cupos” otorgados por el ministro Prada al hijo del presidente; y lo dicho por la vicepresidenta Francia Márquez: “de malas” -el nuevo “usted no sabe quién soy yo”-
Pareciera que este caos es lo que buscan, pero no puede perderse de vista que si bien es cierto el pueblo venezolano es hermano del colombiano, no lo es menos que los colombianos son abismalmente distintos. Petro y los suyos, no la tendrá tan fácil como Chávez y Maduro.