Los mal llamados influencers cada vez demuestran ser más ineptos e idiotas, esta vez quien da de qué hablar es el tal, West Col, quién, siendo sincero, hace menos de un año supe de su existencia y eso fue porque una joven estaba viendo videos de él como si de un dios se tratase, así es, una joven ibaguereña que quién sabe qué estará pensando de su ídolo con lo que dijo en vivo sobre Ibagué.
Sin duda alguna coge cada vez más peso el analizar el rol de esos influencers en la actualidad, tristemente, se les ha dado tanto protagonismo que se vuelve relevante cada opinión que den, ahora, desde una óptica crítica, opine o no ese man acerca de Ibagué, o de Armenia o de cualquier ciudad, nada cambia, pero como los tienen tan idolatrados creen que el territorio se va a morir.
El problema con los influencers no es realmente ellos, sino nosotros, la gente del común que hemos dado visibilidad a quién no lo merece, nos quejamos tanto de que la sociedad está podrida, pero no nos damos cuenta de que somos nosotros quienes nos hacemos de la vista gorda y esperamos que a punta de vídeos nos cambien nuestro vivir.
Y West Col no es el primer bobo que haga vídeos y probablemente no sea el último, la verdadera pregunta es ¿Cuántas veces más vamos a apoyar a este tipo de contenido? Vayamos un tiempo atrás, recordemos a la Liendra quién dijo que la educación era una perdedera de tiempo y que era más productivo hacer vídeos, cosa que sin duda alguna discrepo totalmente, pero de eso ya hice una columna anteriormente, al punto de lo que voy es que nos encantan los imbéciles, y esto desde su significado literal el cual se reconoce como “Que es poco inteligente o se comporta con poca inteligencia” entonces ¿Cuántos imbéciles faltan por apoyar para caer en cuenta?
No estaríamos hablando de este tema si sencillamente no se le diera importancia al contenido basura y poco productivo, reitero, los verdaderos influencers no tienen redes sociales, quienes en realidad generan una influencia, están en el diario, vivir sin necesidad de mostrar lo que tiene y lo que hacen, los verdaderos líderes en Colombia no se la pasan tuiteando a lo loco y contra todos, construyen y reconocen lo bonito de la ciudadanía, pero no podemos esperar una vida así mientras creamos en dioses falsos de las redes sociales.
En las protestas del 2020 y 2021, los influencers, para tener más vistas en redes sociales, se colgaba una bandera a sus espaldas y todos los aplaudían como si hubieran salvado a Colombia, cuando en realidad lo único que se estaba logrando es crecer sus bolsillos a costa de interacción.
No puedo finalizar esta columna sin antes dar un mensaje a West Col: La vida es generosa de muchas formas, no hay que utilizar el don, privilegio o elección acertada que se ha tenido para hacer el mal o para no aportar a una sociedad tan necesitada como la nuestra.
Si tan solo nos diéramos cuenta el impacto tan grande que están teniendo esos personajes como: West Col, Aida Merlano (Hija), La Liendra, Cossio, les garantizo que ya nos serían famosos a costilla de la pornomiseria, porque mientras Cossio hace un video regalando una casa, un carro a personas, se llena los bolsillos desde el pesar que el acto demuestra.
Llevamos tanto tiempo siguiendo a personas tan idiotas que poco a poco nos volvemos como ellas. Espero que este fin de semana sirva para hacer una retrospección de lo que somos y del país al que le apostamos ser, es más influencer un campesino que nos da de comer que un estúpido que está detrás de una pantalla.
Ibagué es una maravilla, el Tolima es un paraíso, Colombia es un mar de diversidad, quedémonos con eso y hagamos respetar lo nuestro y no con madrazos sino quitando esa posición de superioridad que mal se ha otorgado a personas como lo son West Col.
Dios les bendiga.