El próximo mes de julio, Perú tendrá un nuevo Congreso y un nuevo Ejecutivo, después de los comicios para elegir ambos poderes que se celebraron el pasado 11 de abril. Por lo que se refiere al primero, el resultado apunta a un legislativo fragmentado, polarizado y de muy difíciles relaciones con el ganador de la segunda vuelta presidencial, el 6 de junio entrante, entre Pedro Castillo de Perú Libre y Keiko Fujimori de Fuerza Popular.
El resultado de la primera ronda presidencial supuso una gran sorpresa al aparecer Pedro Castillo, un maestro de provincia prácticamente desconocido en Lima, ganador sobre Keiko Fujimori, hija de expresidente y que aspira a la primera magistratura de su país por tercera vez.
Las encuestas dan hoy ventaja al líder de Perú Libre, un partido que se proclama de izquierda marxista. El ganador de la primera vuelta, un colorido personaje de cincuentaiún años, llegó a votar montando en su caballo, con un sombrero de ala ancha y un gran lápiz como símbolo de su campaña; con el que espera, supongo, reescribir la historia de Perú.
Pedro Castillo, que aglutinó con su voto el malestar de la gente más pobre y de los olvidados de la provincia peruana, así como el descontento con los partidos tradicionales, propone una nueva Constitución mediante una Asamblea Constituyente; cambiar la economía social de mercado que establece la actual Carta Magna de los peruanos por una “economía popular de mercados”, y convertir al Estado en un empresario que intervenga, planifique y renegocie el reparto de utilidades de las multinacionales que operan en el país.
Aunque en algunos aspectos sociales como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo Castillo es un conservador, y se opone a lo uno y lo otro, su programa económico es más radical que el de Hugo Chávez en Venezuela cuando éste llegó a la presidencia. Pero detrás de este desconcertante personaje, que llega de Cajamarca, a 900 kilómetros de Lima, hay un nombre que puede dar mucho que hablar si el maestro de escuela resulta ganador en junio: Vladimir Cerrón. Este es el hombre que podría convertirse en el verdadero poder tras el trono si Castillo resulta presidente.
Vladimir Roy Cerrón Rojas, fundador del partido Perú Libre puso a Pedro Castillo como candidato presidencial, puesto al que aspiraba y del que resultó impedido por afrontar, según la prensa peruana, catorce investigaciones en la Fiscalía de su país. Cerrón Rojas, exgobernador del departamento de Junín, tiene abiertos expedientes por corrupción de funcionarios, colusión (acuerdo entre competidores para limitar competencias de una venta), aprovechamiento indebido del cargo, malversación de fondos, peculado, falsificación de documentos y defraudación patrimonial.
Con este prontuario a Vladimir Cerrón le resultó imposible postularse como candidato de Perú Libre a la presidencia. Pero los cuestionamientos que se le hacen a este neurocirujano formado en Cuba, no son solo de índole penal. Sus declaraciones públicas sobre el ejercicio del poder no han dejado indiferente a nadie. En un encuentro virtual en octubre pasado, en homenaje a “Che” Guevara, Cerrón afirmó que “el mensaje que tiene que aprender la izquierda es que tiene que quedarse en el poder. Eso es lo que ha hecho Venezuela. Ha ido a quedarse.” Todo un programa de Gobierno, pues. Por supuesto tanto Cerrón como Castillo cuentan con la simpatía y amistad de Nicolás Maduro.
Ante este panorama Mario Vargas Llosa, perejil de todas las salsas en Perú, ha decidido apoyar a Keiko Fujimori. El Nobel de Literatura, que en el pasado ha llamado a Keiko de todo menos bonita, aparca ahora el determinismo genético que le impedía ver en la hija de quien lo humilló en una vieja contienda electoral, una candidata liberal plausible para gobernar su país. La política hace muchas veces extraños compañeros de cama.
La líder de Fuerza Popular, un partido que hizo ella sola a pulso porque Alberto Fujimori no le dejó ni una organización política, lo tiene difícil pero no imposible frente a Pedro Castillo. Y al maestro rural --puntero en las encuestas, que promete no subirse el sueldo de funcionario público si llega a ser presidente-- solo le falta asegurar que amarra a sus perros con longanizas.