Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

8 candidatos con el Papa

Al romano pontífice, Francisco Bergoglio, se le volvió una papa caliente recibir hace unos días al líder ultraizquierdista Gustavo Petro, alias “comandante Aureliano”, hecho que originó toda clase de suspicacias y rabias en los demás aspirantes a la presidencia de Colombia, por lo cual el Obispo de Roma les asignó una sola cita a varios de ellos. Eso sí, a cada uno le puso como condición contestar en plena audiencia la pregunta “¿En qué creés vos, che?”, formulada por el prelado argentino, líder de la iglesia católica. 

Llegado el anhelado momento, Íngrid Betancourt fue la primera en responder: “Santidad, creo en mi endiosamiento”, dijo, muy segura. “¿Cómo es eso, hija?”, acotó el anfitrión. “Fácil de entender, Santidad: me endiosé al…”. “Claro”, la interrumpió el papa, “al estudiar teología, como lo hiciste en la Universidad de…”, pero Íngrid lo cortó para precisarle: “No, Santidad, no fue por eso, sino porque me siento como una diosa para rescatar a mi país de los corruptos”. Cuenta nuestra fuente que el papa le guiñó el ojo.

Luego fue abordando a cada uno de los varones, barones electorales, situados en orden alfabético según el nombre. El de la suerte fue Alejandro Gaviria, quien contestó la pregunta así: “No creo en Dios, ¡creo en Santos!”. “¡Maravilloso, hijo mío! ¿En cuáles?”. Gaviria se desconcertó, aunque respondió: “No, en ninguno, Su Santidad. Me refiero es a Juan Manuel Santos, el más bueno de los presidentes que hemos tenido, sin contarme a mí todavía, claro”. El sorprendido fue Francisco: “Entonces, si es el más bueno, es un santo”. “¡Y santo de mi devoción!”, alcanzó a indicar Gaviria.

Seguía Alejandro Char: “Creo en mi padre, Santo Padre”, afirmó. “¿Se llama ‘Santo Padre’, che?”, preguntó el Vicario. “No, se llama Fuad”. “Ah, disculpáme, creí que se llamaba Santo Padre”. El varón/barón sonrió y le contó: “No, pero en honor suyo le voy a pedir que se cambie de nombre por el de Santo Padre para que sea el Santo Padre de mis paisanos”. “Jeje”, rio el papa y saludó al tercero, David Barguil, también costeño, cuya respuesta fue: “Creo en mi exsuegro, el expresidente César Gaviria”. El pontífice calla durante unos segundos y le pregunta con cierta malicia: “¿Por qué creés en él, che, si ya no es tu suegro?”. “¡Justo por eso, Santidad…!”, fue la salida de Barguil.

El turno era de Federico Gutiérrez, paisa, condición que proyectó en sus palabras: “¡Eh avemaría, pues creo en mi Diosito, hombre Santidad!”. “No le digás ‘Diosito’, che, como si fuera un niño, porque Dios es grande”. “Claro, Su Santidad. Es que para poder llevarlo conmigo, tengo que volverlo como un niño. ¡Tengo dos!…”. El papa se quedó sin habla, tras lo cual saludó a Juan Manuel Galán, quien fue muy claro: “Creo en el Estado colombiano, Santo Padre”. ¡Uao! El romano pontífice queda algo desorientado y le pregunta: “¿Cómo me lo explicás, che?”. “Muy fácil, Santidad: mi familia vive del Estado desde hace muchos años”. “Ya entiendo. Yo también creería en ese Estado”, puntualizó el Obispo de Roma.

Seguía Rodolfo Hernández. Fue al grano: “¡Creo en un fuete, Su Santidad!”. “¿Qué me querés decir con eso, Rodolfo?”, indagó el jerarca. “En un fuete para castigar a todos los corruptos que se están robando la plata del pueblo. Por eso ya me dicen Rodolfuete”. “¡Pero no pensarás en matarlos!”, se alarmó el papa. “Si se ponen muy bravitos, peor para ellos. Y si usted los va a defender, ¡la tiene conmigo! ¡A mí no me va a decir qué tengo que hacer!”… El distinguido anfitrión lo sintió tan bravo, que se despidió de inmediato (con toda razón) para hablar con el último, Sergio Fajardo. “Contame, che, en qué creés”, le dijo. “En mí mismo”. “¿Te creés Dios, entonces, Sergio?”. “No, no me creo Dios, pero sí divino”, imprevista intervención con la cual finalizó la ronda, en la que, por razones personales, no pudieron estar Enrique Peñalosa y Óscar Iván Zuluaga, entre otros.

Este columnista también supo que en la cita con Petro, el sucesor de Pedro le preguntó lo mismo que a los mencionados, habiendo sido muy sencilla su respuesta: “Así como creo que Jesús, nacido en Belén de Judea, es el Mesías del Nuevo Testamento, yo, nacido en Ciénaga de Oro, creo que soy el Mesías del Nuevo Establecimiento”. Gracias a esta providencial contestación, la audiencia le duró cerca de 50 minutos¡!

Al concluir la cita con los ocho candidatos (todos muy “creyentes”…), el pontífice les dio como recuerdo una estampita con la imagen del apóstol Petrus. Entendieron que era una indirecta subliminal a favor de otro candidato y salieron a lo Rodolfo: bravos con el papa jesuita… 


INFLEXIÓN. De John Archibald Wheeler, físico estadounidense y premio Nobel, tomo unas palabras que pueden optimizar la comprensión de lo dicho en la columna: “En cualquier campo hay que encontrar lo más peculiar y luego investigarlo”…

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Ignacio Arizmendi Posada
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