Uribe vs. Coronell, el coletazo de la guerra entre los carteles de Medellín y Cali

Sáb, 05/04/2014 - 19:39
Esta semana estuvo agitada en las redes porque el periodista de El Nuevo Siglo, William Calderón, más cocnocido como El Barquero, terminó echado del periódico por cuenta de unos trinos en
Esta semana estuvo agitada en las redes porque el periodista de El Nuevo Siglo, William Calderón, más cocnocido como El Barquero, terminó echado del periódico por cuenta de unos trinos en contra del columnista Daniel Coronell, en los que hacía referencia a algo que yo denuncié sobre los oscuros orígenes de NTC y los socios mafiosos del periodista. Se conoció además una carta de Calderón en la que afirmaba que no era el autor de los famosos tuits y que su cuenta había sido clonada. Lo cierto es que el episodio sirvió para que Coronell se fuera lanza en ristre contra el Barquero y lo acusó en su cuenta de Twitter de ser como una especie de prepago en el periodismo, al afirmar que tenía pruebas de que cobraba por sus columnas, lo que al final le habría costado el puesto al Barquero. El episodio se agrandó cuando el periodista Sixto Pinto escribió en Las Dos Orillas sobre este nuevo incidente que cobra la pelea entre el expesidente Álvaro Uribe y el columnista Daniel Coronell, pero extrañamente 24 horas después fue eliminado del Portal por una orden inusual en el medio de María Elvira Bonilla. Sixto Pinto es recordado por haber sido la mano derecha de Pedro Juan Moreno en su revista La Otra Verdad. Cuando fue el único medio que se atrevió a denunciar el tumbe que pretendió hacer Daniel Coronell a la Comisión Nacional de Televisión, que gracias a mí investigación y mí postura rotunda en la Junta de la CNTV se logró evitar que Coronell se embolsillara veintemil millones que pagamos los contribuyentes colombianos. Este incidente es un round entre Uribe y Coronell que evidencia que la cabeza del Barquero no tendría mayor relevancia si no fuera por uribista, lo cual en esta coyuntura resulta problemático para la mermelada santista, que tiene sus tentáculos incluso en el periodismo godo. Y cómo si fuera poco se pretende llevar por delante hasta al ilustrado periodista Gustavo Álvarez Gardeazabal a quien Daniel Coronell tildó de lumpenperiodista. Al hacer memoria sobre los orígenes de la pelea entre el expresidente y el columnista resulta inevitable encontrar los orígenes políticos y periodísiticos, respectivamente, y por supuesto no fue difícil traer al presente algunos recuerdos. Alvaro Uribe como político ha sido acusado de tener nexos con el Cartel de Medellín y a Daniel Coronell como periodista se le acusa por sus nexos con el Cartel de Cali, a través del “Bandi”. El padre de Uribe era amigo de Don Fabio Ochoa en sus épocas de caballistas y hasta un helicóptero que vendió terminó mal parqueado en Tranquilandia, pero Uribe fue un político aguerrido independiente del cacique antioqueño Bernardo Guerra Serna, exponente de la vieja clase política corrupta, y se ganó cierto respeto como liberal de izquierda incluso, ya que exhibía programas sociales corporativistas que lo mostraban como una promesa democrática para el país. Alvarito, lo llamaban sus seguidores y admiradores, entre los que sería inexacto no contar que me incluía. Obviamente por sus tesis socialdemócratas, que en ese entonces resultaban seductoras para quienes nos comenzábamos a desilucionar de la izquierda mamerta. Luego, Uribe fue Director de la Aeronátuica Civil en épocas del presidente Julio Cesar Turbay, quien tenía como premisa gubernamental que la corrupción había que mantenerla en sus justas proporciones. Y tal vez por esa proporcionalidad, a Uribe le tocó aceptar como segundo a bordo en la Aeronáutica, nada menos que a Cesar Villegas, “El Bandi”, socio de Daniel coronell, quien venía expresamente a conseguir licencias y permisos de vuelo para las naves de los rivales de los Ochoa, Don Gilberto y Don Miguel Rodríguez Orejuela, jefes del Cartel de Cali. Cuentan que la amistad de Uribe y Villegas era casi obligada porque por debajo se tejía una profunda enemistad originada en los reclamos que recibiá Villegas porque era “liso” para tramitar licencias aunque siempre le iba mejor a los de Cali. “El Bandi” manipulaba la información y echaba al agua a Uribe cuando no le salían las cosas. Años después se prendió la guerra frontal entre Don Gilberto y Don Pablo y quienes quedaron en medio de estas cruentas batallas se vieron obligados a pagar escondederos a peso porque todo aquel que hubiera estado con Medellín era objetivo militar para Cali y todo lo que se moviera en Medellín que vinera de Cali moría, era torturado o desaperecía. Edificio Mónaco y Droguerias La Rebaja fueron los símbolos de los bombardeos y varios abogados e intermediarios que terminaron asesinados. Los amigos o cercanos, quedaron automáticamente en la mira del otro bando y casi siempre por lo menos como enemigos de por vida. Por eso los de Cali nunca confiaron en Uribe y los de Medellín nunca confiaron en Villegas. Y por eso Villegas termina asesinado en una vendetta con un lugarteneiente de Pablo Escobar, que luego fuera de los jefes de la Oficina de Envigado. Por eso cuando “El Bandi” le pidió la plata para NTC, la primera condición de Gilberto Rodríguez era que Daniel Coronell no fuera uribista. Alguna vez escribí en Semana que la diferencia entre los carteles de Medellín y de Cali era que mientras el de Medellín mataba el de Cali sobornaba. Y no era un descubrimiento mío ni mucho menos. Lo sentía hasta “El Bandi” que sabía que los Rodriguez tenían otros recursos cuando alguien los “faltoniaba”. De hecho el apodo de “El Bandi” fue de Miguel Rodríguez porque sabía que Villegas era “torcido”, pero lo utilizaba para sus sobornos a políticos y magistrados y para la siguiente etapa de los de Cali en esta guerra, la de los medios de comunicación. “El Bandi” y el Loco Giraldo fueron claves cuando los Rodríguez decidieron meterle plata a los noticieros que emergían de la nada luego de la muerte de Pablo Escobar. Los de Cali habían iniciado antes con el Grupo Radial Colombiano, donde trabajaron periodistas amigos de Coronell, pero luego optaron por incursionar en la televisión a donde “El Bandi¨ y Giraldo lograron además acercarles a famosos periodistas que luego montaron también su noticiero. Pastor Perafán nació criminalmente en las entrañas del Cartel de Cali, pero se distanció por su exagerado afán de exposición mediática y su especial debilidad por reinas de belleza y famosas. Creó su propia empresa de Televisión, Imagen y Sonido, la base para montar NTC. Perafán no aparecía pero todo el mundo sabía que el periodista Marco Antonio Cañón era su testaferro y por eso firmó como socio de Coronell y de Villegas. Pablo Escobar nunca quiso a Uribe porque lo veía como un serio rival para sus sueños presidenciales, pero los Ochoa lo llegaron a querer porque confiaban en que era quien los iba a legalizar. Hoy los narcos lo odian porque los extraditó y ahora inventan toda clase de historias, que Daniel Coronell recoge ávidamente, para mostrarlo como un narcopolítico. “El Bandi”, cuando se asoció con Coronell estaba enfrentado a Uribe porque éste lo desautorizaba permanentemente ya que Villegas no tenía problema en hablar en su nombre, incluso de “torcidos”. Villegas había logrado que los Rodriguez odiaran a Uribe y se las ingenió para heredarle este sentimiento a su socio en NTC. Sí la guerra es la prolongación de la política, según Clausewtiz, parece que el retorno viene después de la guerra y se prolonga a la guerra política, sólo que esta vez se ha transladado a los medios de comunicación.
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