Después de pasados 365 días desde que el presidente más joven de la historia del país asumiera su cargo, es válido hacer una rendición de cuentas real y fundamentada, diferente a la que han hecho los medios tradicionales, políticos opositores y líderes de opinión en los últimos días sobre la gestión del gobierno.
Para ello, es oportuno iniciar con un breve balance de lo que se recibió el pasado 7 de agosto del 2018; balance al que se le debió haber hecho más énfasis desde el equipo de comunicaciones del presidente Duque para entender qué se recibía y contrastarlo con lo que se ha logrado.
Antes de Duque
En materia de orden público, las bandas criminales crecían para finales de 2017 y principios de 2018, el narcotráfico alcanzó su máximo histórico de 200 mil hectáreas sembradas de coca y el programa de sustitución de cultivos generó el efecto contrario al vincular a más campesinos a la siembra de coca para luego hacerse acreedores de los créditos del Estado.
La paz y sus programas estaban desfinanciados, -critica que hice en múltiples columnas- y la voluntad de paz con el ELN estaba por el piso. Tiempo después este grupo terrorista acabaría con cualquier opción de negociación al matar más de 20 cadetes con un carro bomba.
La JEP fue – y sigue siendo- ineficiente para reparar a las víctimas y los puntos que más avanzaron del proceso con las Farc hasta el fin del gobierno Santos fueron: el fin del conflicto y la participación política de la guerrilla.
La economía no estaba tan mal y los mercados tenían confianza en un repunte significativo. No obstante, el incremento del desempleo ya se estaba sintiendo y la falta de oferta laboral contrarrestaba con los indicadores de crecimiento del país.
La crisis venezolana propiciada por el antiguo “mejor amiguis” del presidente saliente ya se hacía visible, y las pocas o nulas acciones de Santos generaron el escenario perfecto para el auge de la migración que hoy llega a más de 1 millón de venezolanos huyendo de la dictadura.
Creo que del gobierno pasado se ha escrito mucho y claramente no es la intención de esta columna. Es bueno tener claridad sobre lo que se recibió, pero sería mediocre justificarse en ello para no mostrar la buena gestión que se ha hecho.
Después de Duque
El presidente Iván Duque al día de hoy tiene mucho que contarle al país, mucho que desmentirle a los medios y mucho que responderle a los opositores:
Duque cambió la dinámica perversa de la mermelada por una dinámica de cooperación en función del país con el Congreso, aprobó 16 leyes de la República (véase: Se puede sin "mermelada").
Logró que más de 771.000 venezolanos tuvieran acceso a servicios básicos y firmó decreto para que los hijos de venezolanos nacidos en el territorio nacional tengan la nacionalidad colombiana.
Redujo la tramititis con el programa Estado Simple, Colombia Ágil, racionalizando y digitalizando más de 1.111 trámites ante el Estado.
La Comunidad Internacional le reconoció avances en la implementación del Acuerdo de la Habana aunque aún falta. Erradicó 82.744 hectáreas de coca con un nuevo enfoque de sustitución de cultivos y en consecuencia, se redujeron los asesinatos de líderes sociales, tema que está en la agenda permanentemente.
Decretó el salario mínimo más alto en los últimos 25 años, por encima del IPC para garantizar aumento en el poder adquisitivo de las personas.
Y creó el programa Generación E para que más de 336 mil jóvenes asistan gratuitamente a la universidad pública.
Por supuesto que faltan muchas cosas por hacer, y en esta columna solo esbozo algunos de los logros que a mi parecer sobresalen del primer año, pero sería mezquino no reconocer las acciones en pro del país que ha hecho este gobierno.
Muchos son buenos para los discursos, para atacar sin fundamento a un gobierno que les parece adverso, pero claramente las cifras hoy acompañan al presidente Duque en su buena gestión. Un presidente que aún tiene 3 años para consolidar su visión de país, aquella que 10.373.080 colombianos respaldamos en las urnas.
