No deja de sorprender que ahora el presidente Juan Manuel Santos esté dispuesto incluso a partir cobijas con el expresidente César Gaviria con tal de imponer a toda costa su candidato a la Contraloría, el exprocurador Edgardo Maya Villazón. Sin ningún tapujo el presidente quiere hacer exactamente lo que tanto le criticaban al expresidente Alvaro Uribe cuando trataba de tener bajo control a los organismos de control. El cuento de los contrapesos no parece aplicar para este gobierno. Ya sólo es válido para maldecir del poder supremo que parecía hacer parte de la estrategia dictatorial que le reprochaban ahincadamente a Uribe, como forma de evitar el control político o fiscal. Pero ¿qué le hará pensar a Santos que en su caso la descarada intervención en la elección de contralor no afecta el equilibrio de poderes o no queda mal visto que se le pretenda meter mano a una decisión que en teoría democrática debería quedar para la oposición?
Ya todo parece indicar que ni las pataletas de Gaviria lograrán evitar esta escogencia santista. El presidente se la jugó toda por una carta que además ha estado plagada de irregularidades desde la propia forma de ternarse. Y la verdad puede que esta intromisión no sea tan santista sino que más bien responda a otro pedido del superpoderoso vicepresidente Germán Vargas Lleras, que no parece tener límites para hacerse a los puestos claves con el propósito de montar desde ya su candidatura presidencial. Un Contralor de bolsillo garantizaría que no se le metan al rancho en donde ya se adivina que serán sus fortines electorales y desde donde se concentrarán los esfuerzos para lo que se tiene diseñado con infraestructura y vivienda, ya que esos nichos serán los que moverán fundamentalmente la mermelada que habrá de servir de soporte para su elección presidencial en el 2018.
Por eso Gaviria también mete basa en el asunto, ya que si todo queda para Vargas Lleras el liberalismo y el simonsismo se verán en calzas prietas en la próxima contienda presidencial. Porque no son nuevas las pujas entre vargasllerismo y gavirismo y eso viene de atrás. Y el compromiso de Santos para que Vargas Lleras no se le atravesara en su reelección fue que este le serviría en bandeja de plata el trono presidencial para sucederlo. Eso tampoco es ningún secreto. Pero la indebida interferencia presidencial no estaba en el libreto de nadie. Y levanta polvareda porque genera desequilibrios. Esta jugada de Santos significaría aceptar desde ya que Vargas Lleras no tendrá rival ni en el liberalismo ni en las toldas gaviristas. Pero Gaviria, que sabe cobrar lo que se jugó al enfrenatar al uribismo en las pasadas elecciones, cree que regalados tampoco y que sí se llegara a que todos los caminos conducen a Vargas Lleras sería en su debido momento y después de haber cotizado muy cara su participación.
Lo cierto es que la pelea está como para alquilar balcón. Y tampoco ha estado ajena a la práctica de la guerra sucia que se enseñoreó en las presidenciales. Ya un medio salió con el cuento de que dicen que dicen que Gilberto Rondón, el candidato de Gaviria, le debe una platica a Don Gilberto Rodríguez Orejuela. Sin citar más que dimes y diretes ya lo dejaron por el piso y su nombre comenzó a enlodarse en las redes sociales, lo cual le puede abrir gratis las puertas al tercero en la discordía, Carlos Ardila Ballesteros. En todo caso desde el santismo y con ayuda de algunos medios se ha trazado la consigna de impedir como sea que el elegido sea Rondón. Entre otras cosas porque también le endilgan el apoyo del uribismo, cosa que en el juego de poderes puede terminar cierto si el Centro Democrático no quiere por ningún motivo que sea el exprocurador Maya, porque sería otro triunfo de Santos como factura pendiente de mermelada costeña que siente que aún no le han pagado bien su aplicado esfuerzo en la elección del presidente.
Por ahora se han metido muchos ruidos alrededor de la elección del Contralor. Gilberto Rondón es apoyado por los Gavíria, padre e hijo, y ya el senador liberal Horacio Serpa anunció que el liberalismo apoya al expresidente, a quien le otorgaron la facultad de negociar y representar al partido frente al gobierno. Curiosamente la Unidad Nacional está logrando unir a Serpa, Gaviria y Uribe en una elección contra un samperista triple A, que ahora es apadrinado por Santos. Ya se mueven también los apoyos a Rondón del senador Jorge Hernando Pedraza y de los conservadores que apoyaron a Martha Lucía Ramírez. Completa el cuadro de respaldos el magistrado del Consejo de Estado, Marco Antonio Velilla, recordado como el candidato del expresidente Uribe a la Fiscalía.
Interesante lo que puede pasar ahora que se va Sandra Morellí, y que no se sabe si para Italia o para la cárcel por cuenta de su pelea con el Fiscal Eduardo Montenegro, quien no oculta su venganza por el caso nunca bien aclarado sobre sus contratos con Saludcoop. Se sabe además que el Fiscal ve con buenos ojos al candidato de Santos y que, por el contrario, el procurador Alejandro Ordóñez asegura que Maya Villazón estaría inhabilitado. No se descarta que Ordóñez convenza a sus copartidarios conservadores y a los caballeros de la Virgen de que con el exprocurador les iría como a los perros en misa. En la puja por el control de los organismos de control ha surgido una nueva modalidad expansionista de las demás instituciones de control. Hoy el Fiscal quiere poner Contralor y el Procurador no quiere dejarle ese puesto a su enemigo ideológico. Mañana será lo mismo para cambiar el Fiscal y luego para reemplazar al Procurador.
O sea que lo que no les gustaba de Uribe lo aplican a la perfeccións tanto en el Ejecutivo, como en el Legislativo. Pero además ahora son los propios jefes de los órganos de control los que formulan contrapropuestas. Los contrapesos no son la inspiración en ningún caso. Son los contrapoderes y los cálculos electorales los que animan el juego. Muy poco les preocupa el papel de control y de fiscalización del poder. Así la suerte de Maya está echada y salvo una jugada autoritaria desde Palacio las posibilidades de Rondón aún no han muerto. Y si estas se menguan podrían recaer en la tercería de Ardila. A menos que Santos se la juegue al todo o nada y logre dejar bien a Vargas Lleras a costa de que queden muy mal los Gaviria. Pero por ahí se le puede resentir hasta el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, que no está muy contento con los suprapoderes de Vargas Lleras, ya que él también aspira a estar en la baraja presidencial del 2018.
Santos por el control de los organismos de control
Sáb, 16/08/2014 - 19:21
No deja de sorprender que ahora el presidente Juan Manuel Santos esté dispuesto incluso a partir cobijas con el expresidente César Gaviria con tal de imponer a toda costa su candidato a la Contralor