El contexto de la Ingeniería Colombiana en la actualidad, se encuentra en entredicho por cuenta de los grandes desaciertos que hemos conocido en los últimos años.
Situaciones con graves consecuencias en vidas humanas como las ocurridas en el Edificio Space, el edificio Blas de Lezo en Cartagena, el puente de la 11 con 103 en Bogotá o la ocurrida en el Puente Chirajara y de consecuencias ambientales tan graves, que obligan la evacuación de poblaciones como el caso de Hidroituango, con errores en la planeación y ejecución que generan demoras y mayores costos de obra como lo ocurrido con el túnel de la línea, con un retraso superior a 5 años y un sobrecosto mayor a los 1.2 billones de pesos.
El caso más reciente, representa muy bien el problema en que estamos; debido al colapso de dos túneles del proyecto de la hidroeléctrica de Ituango, nos enfrentamos a una tragedia económica y social la cual infortunadamente, puede convertirse en una gran tragedia humana. En este sentido, la preguntas que nos hacemos son: ¿La naturaleza está pasando factura al actual proyecto de desarrollo de la hidroeléctrica de Ituango?, así mismo ¿la mitigación de impactos ambientales no hace parte de la planeación de los proyectos de ingeniería?
De esta manera, los pasivos ambientales del mayor proyecto de generación en la historia del país -que busca incorporar 2,4 millones de kilovatios los cuales aportarían 4 puntos al PIB, energía que se exportaría a países de la región con déficit en esta materia- son tal vez los determinantes de la problemática. Para esto, el proyecto busca represar el río Cauca con una pared de 225 m de altura y conformar un embalse de 79 km de largo y 3800 hectáreas de superficie, lo que se ha transformado en una amenaza para las poblaciones ubicadas aguas abajo, tal como se ha presentado en las últimas semanas, tras la falla en los túneles de desviación, por falta de previsión, ante fuertes periodos de invierno como el actual.
Según el profesor de la Universidad Nacional de Colombia, Gonzalo Duque Escobar; tal cual lo hemos aprendido con los diversos casos que agobian nuestra ingeniería, la incertidumbre en la estabilidad de una estructura superficial de concreto como sucedió en el edificio Space, el Blas de Lezo o el puente de Chirajara, varía entre el 4 y 6 % gracias al conocimiento previo que tiene el ingeniero calculista de la geometría, la resistencia y comportamiento predecible de los elementos estructurales; situación que prevé la posibilidad de construcción en una zona geográfica específica, lo cual profundiza la desidia en la ejecución de estos proyectos cuyas consecuencias en vidas humanas, deberían ser castigadas de manera ejemplar.
De otra parte, es conocido por los expertos en el tema, que las obras subterráneas, como los túneles y las cimentaciones que soportan grandes cargas, caso Hidroituango y Túnel de la Línea, la incertidumbre ocasionada por las variaciones erráticas y aleatorias de los macizos rocosos, llega al 30% en condiciones normales, e incluso a valores del 50 % en el complejo medio tropical andino, situación que no excusa de ninguna manera el catastrófico contexto actual de los proyectos citados, sino que por el contrario obliga a las firmas ejecutoras a realizar un proceso de cálculo más riguroso, y por supuesto de un proceso de interventoría experto.
Por último, del examen de esta grave crisis en la ingeniería colombiana, además de las anteriores reflexiones realizadas, teniendo en cuenta los conceptos de los expertos en la materia, quisiera rescatar dos asuntos importantes para el futuro: primero, la responsabilidad de la evacuación preventiva y oportuna del escenario potencialmente comprometido ocupado por 120 mil habitantes y que debería estar en el plan de mitigación de riesgo del proyecto, incluyendo los respectivos costos de la misma, con el fin de prevenir una tragedia de las magnitudes de Armero en 1985. Segundo, priorizar los procesos de planeación del proyecto de ingeniería en todas sus escalas, con el fin de evitar que los colapsos de los mismos sean conducentes a dolorosas tragedias, tal como en el 2015 con el desplome del puente peatonal en la 11 con 103 en Bogotá, situación que dejo 9 personas heridas.
Si bien se deben prender las alarmas por las situaciones citadas en este análisis, tampoco se debe satanizar la ingeniería colombiana, que en muchos casos también ha sido motivo de orgullo nacional, ni a la academia que en su mayoría se preocupa por graduar profesionales y técnicos con el talante y la ética necesaria para esta práctica. Sin embargo; en la ejecución de obras, las grandes compañías declaran sus estudios como previsibles, y para ello plantean escenarios en los que su capacidad de respuesta resuelve el riesgo que enfrentan. Lo claro es que los hechos han venido mostrando todo lo contrario, porque el elemento común de los desastres en los megaproyectos mencionados ha sido justamente su imprevisibilidad y dificultad para reaccionar.
¿Qué pasa con la ingeniería colombiana? ¿Debe abrirse licitaciones a empresas internacionales de mayor experiencia y capacidad técnica y tecnológica? Hay que garantizar que estos megaproyectos de infraestructura se realicen con las normas internacionales de seguridad, en los tiempos previstos, sin generar sobrecostos y por supuesto mitigando hechos de corrupción como lo ocurrido con Odebrecht.
¿Qué pasa con la ingeniería colombiana?
Jue, 24/05/2018 - 03:50
El contexto de la Ingeniería Colombiana en la actualidad, se encuentra en entredicho por cuenta de los grandes desaciertos que hemos conocido en los últimos años.
Situaciones con graves consecue
Situaciones con graves consecue