Lo primero que debo decir sobre los resultados de estas elecciones es que en la segunda vuelta voy a votar en blanco. No en vano, debo admitir que la jornada electoral del pasado domingo nos dejó varias conclusiones importantes para analizar.
En general las encuestas acertaron en sus mediciones: Iván Duque y Gustavo Petro se disputarán la segunda vuelta. Sin embargo, la sorpresa de la jornada fue Sergio Fajardo, el candidato que, a costa de restarle intención de voto a Petro, logró conquistar el centro de tal manera que solo 261.558 votos lo distanciaron de continuar en la carrera presidencial.
Por su parte, los resultados de Germán Vargas fueron desconcertantes para todos los que trabajamos en esa campaña, pues se partía de la base de una maquinaria capaz de endosar al menos 2.5 millones de votos. Y una de las conclusiones que quedan es que dichas organizaciones nunca estuvieron realmente con Vargas. Por encima de la mesa mostraban un supuesto apoyo, mientras que por debajo le hacían guiños a Duque, lo respaldaron en la consulta del 11 de marzo, se convirtieron en sus tinieblos durante la primera vuelta y ahora están saliendo a la luz en “nuevas adhesiones”.
El otro resultado importante a resaltar es la histórica participación de los colombianos. Tal y como lo advertí en mi columna del 12 de abril, la abstención se situó en un 46,62%, siendo esta la cifra más baja desde el fin del Frente Nacional. Sin embargo –y aquí viene la mala noticia– es posible que estos niveles de participación no se repitan en la segunda vuelta debido al desinterés que despiertan los dos candidatos finalistas en varios nichos electorales. A pesar de que el centro salió fortalecido en esta primera parte de las elecciones estimo que, al quedar “huérfanos” y no sentirse identificados por alguno de los dos extremos, al menos un 20% o 30% de las personas que votaron por Fajardo optarán por la abstención.
Aún así, un grueso porcentaje de los apoyos del candidato de la Coalición Colombia siguen expectantes y definiendo su voto. Aquí serán importantes dos factores: el primero son los anuncios que hagan sus líderes y las organizaciones que representan. Es el caso del Polo, que si bien Robledo expresó su voto en blanco, este partido, que funciona cual círculo cerrado como si se tratara de una “capilla”, adhirió a la campaña de Petro; y el segundo, es la moderación del discurso de los candidatos para acercarse a esos electores de centro. Sin embargo, desde ya anticipo que la mayoría de esos votantes seguirán sumándose al movimiento Colombia Humana.
Pero estamos en elecciones y esto se define con votos en las urnas. Es claro que hoy Duque tiene la mayor probabilidad de ganar, gracias a esos 2.718.439 votos de diferencia que le sacó a Petro el pasado domingo. La brecha es amplia y el reto de Petro es conseguir al menos 5 millones de votos más para equiparar y superar los apoyos del candidato del Centro Democrático.
¿Cómo conseguirlo? La clave está en olvidarse de Antioquia –donde sin duda Duque es rey y sin la competencia de Fajardo puede llegar hasta 2.1 millones de votos–, enfocarse en ganar más electores en la Costa y neutralizar la ventaja del Centro Democrático en Bogotá. En la Costa, donde Petro ganó, la principal tarea es ampliar la diferencia con Duque y conquistar buena parte de ese 54% de votantes que se abstuvieron de ir a las urnas, con un discurso menos radical que contagie a los costeños a seguir llenando las plazas. Y en Bogotá, definitivamente debe enfocar sus esfuerzos en los sectores alternativos de centro que le dieron el triunfo a Fajardo en la capital.
Los próximos días serán definitivos y cada movida de las dos campañas puede ser determinante en el rumbo de la segunda vuelta. Los resultados del 27 de marzo evidenciaron que los colombianos están exigiendo un cambio y ahora solo resta ver cuál de los dos candidatos entiende mejor ese clamor en medio del nuevo panorama político.
¿Puede Petro ganarle a Duque?
Jue, 31/05/2018 - 05:18
Lo primero que debo decir sobre los resultados de estas elecciones es que en la segunda vuelta voy a votar en blanco. No en vano, debo admitir que la jornada electoral del pasado domingo nos dejó var