Un mítico político tolimense describió la paz como la posibilidad de pescar otra vez de noche en el río Combeima, también definió a Colombia como un país de “cafres” y entiéndase por cafre, según el diccionario: “Bárbaro, cruel, rústico, ignorante”. Y yo le agrego: tramposo, ordinario o nepotista.
Todo eso parecía malo, pero Echandía, el autor de la frase, no podía imaginar que las cosas empeorarían y que Colombia seguiría siendo un país de cafres, pero además y sumado a lo anterior, un país de Clanes de Cafres. Y es que lo que estamos presenciando hoy, es que hasta el más pequeño político de cualquier pueblo olvidado intenta perpetrarse en el poder, creando una dinastía familiar.
Sin duda dinastías han existido siempre en Colombia, pero ahora se han democratizado. Hay clanes para todos los estratos, todas las regiones y todas las condiciones: clanes políticos, mafiosos, empresariales, de comunicación, culturales o guerrilleros.
Las últimas noticias de esta práctica familiar las tuvimos recientemente con el alcalde de Cartagena, Campo Elías Terán, que desde su lecho de enfermo permite que su hijita maneje la administración municipal, llame a funcionarios, los regañe y les imponga condiciones. Y por su lado las Farc nos ha dejado saber que allá también cuentan las influencias familiares, la compañera sentimental de Marulanda estará en la mesa de negociaciones con el gobierno y se coloca así en la primera línea de mando de las Farc y una de las seguras dirigentes del nuevo partido político cuando llegue la añorada paz.
Hay clanes el Partido Liberal, en el partido Verde, dónde el hijo de Lucho Garzón heredó el cargo de su padre y ni se diga en el Pin y el Mio y los clanes del Partido de la U están regados por todas las regiones del país (en Cali, por ejemplo, ya tenemos al delfín de Roy, Roycito en el Concejo y su esposa, dicen, será candidata al Senado). Por supuesto, los clanes del Partido Conservador son una tradición y un activo de esa colectividad. Pero la madre de todos los clanes es el gobierno de Santos donde casi todo los altos cargos están ocupados por personas con ADN de casta política y como lo reconoció con honestidad Pachito, en una de sus columnas, este país de roscas está en manos de su familia, la Santos.
Para rematar, se ha instalado un nuevo y muy peligroso clan: el de los altos dignatarios de la Rama Judicial que han entrado en la moda de las dinastías y apoyados por quien debería ser el guardián de la decencia pública, reciben prebendas y nombramientos para sus familiares en la Procuraduría. Con esto se terminó de perratear la administración de lo público en Colombia. Ya sabemos que en los años venideros los precandidatos serán de apellidos Santos, Lleras, Samper, Garzón, Gaviria, Galán, Barreras, Uribe, etc. etc. Nada nuevo. Lo nuevo será que los magistrados del futuro provendrán de los actuales, como serán senadores, alcaldes y gobernadores los niñitos/as que hoy tienen la fortuna de heredar caudas políticas.
Es posible que algunos se defiendan argumentando que tienen méritos propios suficientes para estar donde están y es cierto, no podemos negar que estas personas tuvieron padres responsables que les pagaron los mejores estudios, pero es que las roscas son roscas y en cuestión de oportunidades no basta tener un buen currículo, como podrían tenerlo muchos hijos o hijas de cualquier familia colombiana, hay que tener sobre todo un apellido notable y un padre bien colocado. Vamos a ver si con los procesos que se avecinan, a los apellidos mencionados, se les suman los de Marulanda, Timochenko, Reyes, Márquez o Jojoy. ¡Para algo tiene que servir la Paz!
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País de cafres, ¡no!, ¡de clanes!
Mar, 25/09/2012 - 00:31
Un mítico político tolimense describió la paz como la posibilidad de pescar otra vez de noche en el río Combeima, también definió a Colombia como un país de “cafres” y entiéndase por cafre