Septiembre se ha caracterizado por ser el mes de la diplomacia internacional al realizarse la reunión general de la Asamblea Anual de Naciones Unidas, escenario que los mandatarios aprovechan para sentar su posición sobre temas internos de relevancia internacional o situaciones complejas de carácter multilateral.
Aun cuando este organismo ha recibido críticas y cuestionamientos sobre su importancia, rol e impacto en la comunidad internacional, es una oportunidad para que los presidentes, al encontrarse geográficamente en el mismo lugar, puedan realizar reuniones de carácter bilateral y adelantar las agendas comunes.
Pues bien, en esta oportunidad el Presidente Obama por primera vez no atendió ningún tipo de reunión y después de pronunciar su discurso salió para cumplir compromisos de campaña en otros estados, que sin lugar a dudas en este momento son su prioridad.
De igual forma, el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, no asistió a la Asamblea, como ha sido característico en su mandato, con excepción del año pasado cuando Canadá estaba buscando un lugar en el Consejo de Seguridad, que evidentemente no logró. Para él ha sido más importante estar reunido con trabajadores de sindicatos en una reunión coloquial como ocurrió en el 2010, o reunirse con el presidente de Haití en Nueva York a unas cuadras de la Asamblea, que fijar la posición canadiense en el entorno internacional, perdiendo de esta forma el liderazgo que otrora lo caracterizó.
Tal pareciera que valdría la pena replantearse las dinámicas y la efectividad de la organización pues temas de trascendencia como la situación de Siria y Oriente Medio a duras penas han tenido alguna relevancia.
A quien sí se vio muy activo, fue al ex presidente Bill Clinton, quien sin lugar a dudas sacó el provecho necesario en reuniones bilaterales y multilaterales en desarrollo de la iniciativa Clinton.
En otro plano, se ha hecho el anuncio por parte de Gran Bretaña y Canadá de que en adelante, en algunas misiones diplomáticas compartirán espacio, un gesto que va más allá de solicitar los buenos oficios de una nación amiga. Esto ha generado algunas reacciones en aquellos antimonárquicos que afirman que si Canadá se ha independizado de Gran Bretaña aún cuando la Reina siga siendo la Cabeza del Estado, siga apareciendo en todos los billetes y monedas y se siga jurando fidelidad a ella al tomar la ciudadanía, no es para buscar estrechar o unificar los lazos burocráticos. La verdad es que esto no tiene nada que ver con independencia o sumisión. Si bien puede llegar a ser riesgoso si no se tienen reglas claras de funcionamiento, se trata de aprovechar las ventajas comparativas de misiones consulares ya existentes, no en las diplomáticas, de forma tal que se beneficien a los dos países, sin que, para tener presencia en ese país haya que hacer mayores inversiones al abrir nuevas misiones. No significa de ninguna manera que se compartan posiciones políticas respecto a temas complejos, ni que se unifique la representación de los dos países en una sola cabeza.
Es más una colaboración logística que puede llegar ha convertirse en una tendencia, pues como lo anunció la Canciller colombiana, Colombia y Chile han llegado al mismo acuerdo de compartir espacio en algunos lugares donde Colombia no tiene misión propia. Esto es un ejemplo de innovación en el ejercicio consular tradicional, para el que se requerirá estrategia, cooperación, creatividad y tolerancia para que sea satisfactorio.
Notas diplomáticas
Sáb, 29/09/2012 - 01:01
Septiembre se ha caracterizado por ser el mes de la diplomacia internacional al realizarse la reunión general de la Asamblea Anual de Naciones Unidas, escenario que los mandatarios aprovechan para se