Dicen que la política es dinámica, muy dinámica. Y si no que lo diga Gustavo Petro, quien en dos ocasiones tuvo que venderle su alma al diablo para mantener, primero, su aspiración presidencial, y después para atornillarse como alcalde de Bogotá.
Para lograrlo no le importó tragarse muchos sapos e ir en contra de sus propias y supuestas convicciones, pues tuvo que aliarse con quienes para él representaban la corrupción en el primer caso, y la mermelada, el clientelismo, la oligarquía y la derecha colombiana en el segundo: Los Moreno Rojas (protagonistas del carrusel de la contratación en Bogotá) y Juan Manuel Santos, respectivamente.
Era para no creer. Ocurrió lo impensable un 25 de mayo de 2010. Ese día, estupefactos, los seguidores de Petro vieron cómo su líder se entrelazaba en un estrecho abrazo con Iván Moreno en un evento político. Para entonces Petro se había convertido en uno de los más duros críticos de su hermano, entonces alcalde de Bogotá Samuel Moreno, cuya candidatura había respaldado.
De esa manera se oficializó el respaldo de la Anapo a su candidatura presidencial, y para muchos significó el fin de una dura bronca entre el Polo y Petro y de los ataques de este último al alcalde Moreno.
El fin de esta increíble historia ya la conocemos: Petro salió derrotado en las elecciones que ganó Santos, los hermanos Moreno Rojas terminaron en la cárcel y la izquierda protagonizando uno de los mayores escándalos de corrupción del país.
Luego, en el 2013, cuando el ex Procurador Ordóñez destituyó a Gustavo Petro y lo inhabilitó por 13 años, el recursivo alcalde no tuvo otra alternativa que ‘arrodillársele’ al presiente Juan Manuel Santos en una alianza que ni el más creyente de los izquierdistas se pudo haber imaginado alguna vez en su vida.
Petro, ni corto ni perezoso, anunció un supuesto apoyo programático a la reelección de Santos, lo que volvió a dejar estupefactos a sus seguidores, pues el Presidente representaba lo más opuesto a los ideales del líder izquierdista que atacaba con dureza a la burguesía, a la mermelada y a la derecha colombiana.
El resultado de la tal arrodillada ya lo conocemos: Santos fue reelegido con los votos de los petristas o ‘progresistas’, incluido el de Hollman Morris, al tiempo que un ‘milagroso’ pronunciamiento del Consejo de Estado tumbó la destitución de la Procuraduría y atornilló a Petro en la alcaldía de Bogotá para que siguiera soñando con la Presidencia de la República.
Ahora Petro, el que abrazó a Iván Moreno y se le arrodilló a Santos, aspira nuevamente a la presidencia de la República al tiempo que promueve la revocatoria de Peñalosa. Y lo hace sin sonrojarse, enarbolando las banderas de la anticorrupción, de la transparencia, de la pulcritud, de la lucha de clases.
Es posible que las rodilleras estén listas para utilizar ante quien corresponda en su afán de llegar al 'Trono de Hierro'.
Los dos veces (conocidas) que Petro le vendió su alma al Diablo
Mar, 06/06/2017 - 06:47
Dicen que la política es dinámica, muy dinámica. Y si no que lo diga Gustavo Petro, quien en dos ocasiones tuvo que venderle su alma al diablo para mantener, primero, su aspiración presidencial, y