LAS FARC Y LA POLÍTICA.

No puede ser de otra manera. Sin condiciones apropiadas y viables para que las FARC, y cuando lo quiera el ELN, cambien las armas por la política legal La Paz es un imposible. Porque las motivaciones y razones políticas están en el corazón de su alzamiento armado. Porque la estrechez de nuestro sistema político, la persecución implacable al opositor de izquierda y la incapacidad de las reformas constitucionales para incluirlos, han jugado como factores explicativos de nuestro largo y degradado conflicto con las guerrillas. Hay que sumar un enorme telón de fondo de exclusiones, discriminaciones y desigualdades económicas, sociales y territoriales, y un clientelismo aupado desde un presidencialismo y un centralismo asfixiante. El propio Presidente Santos y su jefe negociador Humberto De La Calle reconocen que deben buscar fórmulas para la transformación política de la guerrilla. Los acuerdos en el punto de participación política en el que se ha avanzado en La Habana establecen la creación de circunscripciones especiales de paz en las regiones de conflicto. El Magistrado del Consejo Nacional Electoral Armando Novoa ha presentado una propuesta de Acto Legislativo para la creación de dichas Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz estableciendo la delimitación de 13 circunscripciones para elegir igual numero de representantes a la Cámara por tres periodos consecutivos. Advierte Novoa en su proyecto que dicha circunscripción será exclusiva para las organizaciones sociales del respectivo territorio y que el único partido, por razones de reparación política, que podrá presentar candidatos será la Unión Patriotica. Pero este es solo parte de la solución al problema. Se requieren mecanismos para el aterrizaje político de las propias FARC. Leon Valencia y Ariel Avila, de la Fundación Paz y Reconciliación, han relanzado la idea de otorgar en el Senado curules directas a las FARC. Hablan de 9 cupos porque ese fue el número de senadores asesinados a la UP cuando esta organización guerrillera probó su ingreso a la política legal. Se sabe que el propio gobierno ha ofrecido en La Habana 3 curules junto con la legalización de las FARC como movimiento político. Por lo visto, ya existe acuerdo en la Mesa de Dialogo en el otorgamiento de curules directas y la discusión estará centrada más bien en el número de dichas curules a proveer. La derecha uribista, enemiga del proceso de paz, ha dicho que no acepta ningún tipo de participación política de la guerrilla desmovilizada. Se resisten a reconocer la naturaleza política de la insurgencia. Y eso no es ninguna novedad. Esa posición tendrá que ser derrotada en las urnas cuando acudamos al plebiscito para refrendar los acuerdos. Pero sorprende que algunos sectores independientes o de izquierda hagan reparos a las favorabilidades políticas a la guerrilla en proceso de paz. Para algunos, los guerrilleros deben pasar primero por la justicia transicional y aplazar por cinco o diez años su participación política. Para otros, si se otorgan curules, estas no podrían ser mayores a dos, que fueron las que en su momento el gobierno Gaviria le otorgó a la Corriente de Renovación Socialista. En esta apreciación se combinan unas consideraciones morales que opacan la naturaleza política de La Paz y que reducen la guerrilla a unas organizaciones violatorias del código penal, con un equivocado cálculo político y electoral. En el primer caso, insisten en que la insurgencia debe pasar por la justicia y en el segundo suponen que la presencia política de la guerrilla desmovilizada les quitará un espacio que ellos han conquistado si acudir a la violencia. Por el contrario, estos sectores deberían saber que participación política y justicia transicional pueden combinarse adecuadamente y que el espacio que las FARC y el ELN ocupen en el espectro político debe estar al servicio y en el marco de reformas que consoliden la apertura de nuestro sistema político. Debe más bien reducir el desequilibrado espacio de las fuerzas tradicionales y mayoritarias, consolidar y ampliar la presencia de las minorías, garantizar la alternancia política y el ejercicio de la oposición. Insisto, no hay otra manera de construir una Paz a la colombiana.