La paz vista por un intelectual: William Ospina

Mar, 05/03/2013 - 01:06
Lo mencionan como el sucesor de Gabriel García Márquez. Sus libros se venden como arroz y todos le reconocen peso intelectual y político, aunque en esta última actividad no tenga aspiraciones ni v
Lo mencionan como el sucesor de Gabriel García Márquez. Sus libros se venden como arroz y todos le reconocen peso intelectual y político, aunque en esta última actividad no tenga aspiraciones ni votos. William Ospina es, además, poeta y un ensayista de la realidad colombiana de enorme respeto. Escucharlo, en consecuencia, resulta iluminante: “Colombia está atascada en una guerra infame y ha aplazado la felicidad de mucha gente. No sé cuánto tiempo más vamos a esperar, aceptando la teoría que unos estadistas o empresarios que como estadistas y empresarios han fracasado son los que nos van a resolver los problemas. Creo que es fundamental que esa guerra termine. Si hubiera terminado hace diez  años nos habríamos ahorrado como cincuenta mil muertos y todos los dolores complementarios de esas muertes, de ese desplazamiento, de esa violencia. Es hora de que el país encuentre la manera de ponerle fin a la guerra y a la violencia que no equivaldrá a la paz. Yo creo que la paz es algo que debe construir el país entero. No creo que se construya con unos cuantos ejércitos dialogando o unos cuantos jerarcas,  pero es necesario que silencien las armas para que haya oportunidades de transformar el país. Acá hay muchas cosas que cambiar. A veces quienes menos lo saben son los políticos, porque están demasiado preocupados por sus pequeñas carreras, sus curules y sus intereses. Pero hay un país muy grade esperando oportunidades, que se abran los horizontes para mostrar todo el talento que tienen. A veces creemos que la pobreza es un montón de gente que están esperando en cualquier esquina que le den limosna. La pobreza real es que no le permitan a la gente mostrar toda la riqueza que tiene para dar. La persona más pobre del mundo puede dar solidaridad, amistad, generosidad, compañía, amor, afecto que es lo que verdaderamente el mundo necesita. Nos estamos privando de una sociedad inmensa que tiene dos brazos para trabajar y mucha imaginación y talento para dar. Colombia es un país que ha represado durante demasiado tiempo su gente. Yo no sé los gobiernos en qué piensan, pero gobiernan para intereses muy pequeños y dejan la verdadera riqueza del país, que es su gente, esperando una puerta que nunca se abre. A veces pensamos que cambiar al país es muy difícil porque la gente ya está acostumbrada a una manera de ser, a una manera de vivir. Pero una nueva generación tiene que llegar con nuevas ideas y sueños. El mundo está cambiando y por primera vez estamos conectados con él. Hace 20 o 30 años Colombia no existía para el continente ni para el planeta, hoy sabemos que somos contemporáneos de todos y los relojes ya están sincronizados. Creo que a partir de este momento una nueva generación tendrá que saber que los problemas de Colombia son los problemas del mundo. La mayor parte de las cosas importantes del mundo son supraconstitucionales. El derecho a la felicidad de los humanos está por encima de las constituciones y si una constitución no sirve hay que cambiarla por una que sirva por encima de las leyes, porque una ley inútil o incapaz de ayudar a la gente a vivir debe ser cambiada. Lo verdaderamente importante en la vida de los seres humano, sus afectos, su capacidad de sobrevivir en este mundo, es que tenga dónde vivir, qué comer y tenga una naturaleza sana alrededor, que el aire y el agua sean puros. Yo no soy enemigo de la tecnología, de la industria, pero la humanidad podría vivir  sin aviones; no podría vivir sin agua. Podría vivir sin tecnología pero no podría vivir sin aire. Las cosas esenciales tienen que ser salvadas y conservadas y la tecnología solamente tiene que estar aquí para ayudarnos a hacer mejor y más respirable el aire y más bebible el agua y no deteriorarlo todo, como lo está haciendo ahora.  Hay que romper con esa idea fósil de que la democracia representativa consiste en que unos cuantos hacen todo y otros solamente toleran, pero no tienen la posibilidad de incluirse en las decisiones y jamás pueden juzgar tampoco lo que hicieron los que fueron elegidos. Cada gobierno hace lo que quiere y se va…”
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