El jueves 30 de agosto, en el auditorio de la librería de la Universidad Nacional de Colombia, ubicada en la calle 20 No 5-15 se realizó un homenaje este gran artista que entró hace un año —con todos sus seudónimos de pintor, grabador, dibujante, diseñador gráfico y académico— al mundo de los sueños.
Gustavo Zalamea, el polémico hombre de los libros, siempre comprometido con las historias del pensamiento, con valores éticos y principios estéticos, mantendrá su huella intelectual en un pequeño auditorio, y este espacio, recibirá su nombre. Es y será un recinto dinámico porque reunirá propuestas y convocará convicciones para debatirlas en un diálogo. El auditorio y la sala de exposiciones quedan en el tercer piso de una bella librería, donde además se promueven las publicaciones de una institución académica, que piensa con imaginación sobre la realidad del país.
Para esta ocasión especial se organizó una exposición que lleva el sello del trabajo de Zalamea, porque guarda como eje emblemático el tema de La Ciudad.
"La ciudad ya no es portadora de valores sino de noticias; un sistema de información manipulado según los oportunismos momentáneos" escribió Giulio Carlo Argan. Por eso Gustavo Zalamea propuso que el arte debía recuperar los valores de la ciudad y que los artistas se reconectaran con la ciudad, con la comunidad para rescatar con su actitud crítica, los valores alternativos que pusieran en alerta las perdidas y concretaran funciones dentro del tejido social.
Por eso, Zalamea realizó muchas imágenes sobre Bogotá. La ciudad de la utopía y la del apocalipsis, la ciudad de las referencias geográficas con su cordillera o con sus símbolos religiosos que intercambia con un San Jorge. La Bogotá de la calle urbana con el pulso en el transporte. La Bogotá donde La Plaza de Bolívar es el escenario donde el artista indagó las catástrofes de la sociedad colombiana, con amnesia como salvoconducto para la cotidianidad. La Plaza, donde se encuentran representados todos los poderes de una sociedad.
Congreso-Titanic, 1991.
Como la retícula urbana del orden colonial español, la Plaza es donde comienza la encrucijada del tejido jerárquico responsable del deterioro y derrumbe de la utopía. En las inundaciones, el edificio del Congreso se convierte en la tragedia del Titanic, con todas sus connotaciones de avance tecnológico y es también una metáfora que el artista imaginó prematuramente sobre la catástrofe del Palacio de Justicia y del sistema judicial que es, otra verdad vigente.
Gustavo Zalamea fue siempre un artista testigo crítico de su tiempo y de la situación social que le tocó vivir. Pero también era un romántico utópico que creaba dentro de una gran libertad objetos sin mucho costo como las postales collage Surrealistas, donde proponía otras redes y otros símbolos, o, donde la ballena de Moby Dick (personaje de la novela de Herman Melville), navegaba en su inmensidad, por el mundo de océanos imaginarios atrapados en plazas de cemento y silencio.
