El pueblo ama a la selección porque, con su fútbol, es capaz de poner “patas arriba” un país apasionado. De viaje por Italia, rumbo al mundial, el equipo nacional custodia los sueños de millones de aficionados, que creen con fe ilimite en su rendimiento y en sus éxitos.
Se ve esplendida la nómina, con la moral en alto, como lo testimonian los ídolos, Falcao y James, que inflan con sus declaraciones el entusiasmo del pueblo, seguros y convencidos, rebosantes de optimismo. Son de alta competencia los dos, como sus compañeros, con oficio y experiencia.
Superados el jolgorio, el glamour, las fotos, los abrazos, los aplausos y las protocolarias sesiones con los políticos al mando, en la despedida, y a escasas tres semanas del primer partido, la selección ajusta sus recetas privadas de juego con las que ambiciona hacer historia en el mundial. Hay con que, sin recurrir al nacionalismo desmesurado, ni al optimismo tóxico en los pronósticos que tanto daño hicieron en el pasado. La idea básica es igualar y superar las barreras del torneo, como se hizo antes, con ambiente al tope por juego y estilo.
Nada hace pensar en un fracaso dado el brillo individual en la escuadra elegida. Los intocables andan por buen camino, llegan a punto a la cita y los gregarios no desentonan porque entienden que la ruta a Rusia no es turística y que el compromiso es mayor por el soporte que dan los hinchas.
Idilio tricolor
Lun, 28/05/2018 - 04:29
El pueblo ama a la selección porque, con su fútbol, es capaz de poner “patas arriba” un país apasionado. De viaje por Italia, rumbo al mundial, el equipo nacional custodia los sueños de millon