¿Es irreversible el Metro de Bogotá?

Lun, 24/11/2014 - 03:13
Parece irreversible. La entrega por parte de la Administración Petro de los estudios de ingeniería de detalle y los costos de la que podría ser la primera línea del Metro de Bogotá, así lo indic
Parece irreversible. La entrega por parte de la Administración Petro de los estudios de ingeniería de detalle y los costos de la que podría ser la primera línea del Metro de Bogotá, así lo indican. También las opiniones expresadas por el Gobierno Nacional, actores políticos, académicos y formadores de opinión. En días pasados, en el acto de lanzamiento de Pro-Bogotá, una interesante iniciativa de la sociedad civil que busca promover proyectos estratégicos de desarrollo para la ciudad/región, y en el Foro de la Fundación Buen Gobierno y la Cámara de Comercio de Bogotá, quedó claro que la polémica no está en la disyuntiva entre Metro y otros medios de transporte público como el Transmilenio. El debate gira alrededor de asuntos técnicos sobre la extensión de la Línea o si es preferible un Metro a superficie o elevado a cambio del subterráneo. O sobre el esquema de financiación de la megaobra más importante en la historia del país. Nadie parece querer asumir el costo político de oponerse al Metro de Bogotá. O muy pocos. Es evidente que se ha abierto paso un consenso de ciudad e incluso un acuerdo nacional alrededor de la realización de esta obra tantas décadas aplazadas. Argumentos de todo tipo se esgrimen para justificarla. Desde la comparación de Bogotá con las capitales del mundo que cuentan con este sistema desde hace décadas o siglos, hasta su capacidad de movilización de pasajeros, su vida útil, su positivo impacto en el desarrollo urbano y en la competitividad de la ciudad o sus méritos ambientales. Incluso se acude al orgullo que generaría en los bogotanos y colombianos contar con un Metro en la Capital del país, variable poco convencional en la discusión sobre la pertinencia de este tipo de obras. Lo bueno del estado de la discusión es que hemos superado una especia de "patria boba" en el debate sobre la movilidad de Bogotá. Y este avance impacta en las soluciones de movilidad en las demás ciudades del país, que han emprendido la decisión de superar los modos de transporte público tradicional. Ya se considera una necedad desdeñar del sistema Transmilenio para defender la necesidad del Metro. También cobra mayor consenso reconocer las virtudes del sistema de buses articulados que se replica hoy en más de 10 ciudades de Colombia y en otras urbes del mundo que cuentan con Metro, como ocurre en Sao Paulo o Santiago de Chile, para mencionar solo casos de nuestro vecindario continental. Pero lo más importante es el incuestionable acuerdo en dotar a Bogotá de un Sistema Integrado de Trasnporte Público que tenga como sus pilares la multimodalidad y la integración. Fue lo que aconsejó el estudio de la agencia de cooperación japonesa en la primera administración Mockus y lo que estableció el Plan Maestro de Movilidad del gobierno de Lucho Garzón. Ahora hay que construir formulas técnicas y financieras para avanzar en la implementación integral del paquete de obras e inversiones que la ciudad requiere en el corto mediano y largo plazo en materia de movilidad y transporte público. Sobre el diseño de la línea urge instalar una mesa técnica del más alto nivel entre la nación y el Distrito para tomar con rapidez y rigor las decisiones más aconsejables con el volumen de insumos disponibles. Y se requiere, como lo dijo el Presidente Santos, encontrar creativamente nuevas fuentes de financiación de la obra. Solo que la invitación a la creatividad no solo es para el Distrito, también es extensivo a la nación. Y todo ello sin sacrificar los recursos que Bogotá ya destinó, mediante un cupo de endeudamiento de 3 billones de pesos, a la Troncal de Transmilenio de la Boyacá, los Metrocables de Ciudad Bolívar y San Cristóbal y más de 20 importantes obras viales que benefician zonas populares en el occidente y oriente de la Capital. Hay dos escenarios aprovechables para concretar compromisos institucionales y financieros de la Nación y el Distrito en esta materia. Uno es el trámite del Plan Nacional de Desarrollo y la reforma tributaria que cursa en el Congreso de la República. Otro, es el proyecto de presupuesto de Bogotá de la vigencia 2015 que se discute actualmente en el Concejo de la ciudad. Si hay grandeza y seriedad en todas las bancadas políticas y en los Gobiernos Nacional y Distrital las soluciones deberán reflejarse en los resultados de estos debates. @AntonioSanguino
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