El timonazo de Santos

Santos está metido en un berenjenal de dimensiones bíblicas, por cuenta de los complejos y múltiples problemas que azotan al país y que se han agudizado en el último año. Hay que reconocerlo: manejar este manicomio no es tarea fácil. El enredo es doble porque Santos ambiciona reelegirse en la Presidencia, lo que lo obliga indefectiblemente a resolver las asignaturas pendientes de un gobierno acostumbrado a “mucho ruido y pocas nueces”; en otras palabras: el presidente tiene que solventar los temas más urgentes y aquellos que ha prometido, si no quiere ser derrotado en las urnas, y para eso le queda menos de un año. Lo que no se haga en ese lapso irá a parar al baúl de los recuerdos, al igual que la frustrada aspiración del mandatario por mantenerse en solio de Bolívar. Santos que es un hombre hábil e inteligente, tiene perfectamente claro que debe empezar a conquistar al país regional y rural del que está completamente desconectado. Para ello, además de “untarse de pueblo”, es necesario dar un viraje de 180 grados en las políticas sociales, económicas y agrícolas de su gobierno, y esos cambios estructurales no pueden hacerse con tecnócratas yuppies o almidonados burócratas que han vivido la mayor parte de su vida fuera del país cosechando títulos universitarios y que desconocen plenamente las tragedias del pueblo colombiano. De ahí que sea una decisión muy acertada la de cambiar a varios de los ministros del gabinete, pues francamente no han servido para nada distinto de alimentar sus propias vanidades y en algunos casos sus bolsillos. El ejercicio de política y el manejo de la cosa pública no pueden seguir siendo el escenario de lo improbable y la especulación, un teatro macabro en el que se juega con las ilusiones de los más débiles. Una sociedad como la nuestra requiere resultados prontos y eficaces. Colombia es una bomba de tiempo, porque, entre otras perlas, el Estado ferió la salud a un combo de bandidos que dejan morir a los enfermos, los recursos mineros son propiedad de capitales extranjeros, la educación se volvió un negocio de pocos y dejó de ser un derecho de la gente, la violencia y la pobreza pululan como una peste incurable, en fin, el panorama es ciertamente apocalíptico y hay que empezar a actuar ya. El Presidente debe nombrar personas comprometidas con el país, que además tengan representatividad, que ejerzan un liderazgo indiscutible, y que la gente los identifique. Todas las regiones deberían tener representación proporcional en el gabinete. No hay derecho, por ejemplo, que la Costa Caribe, habiendo puesto la votación que puso para la elección de Santos, solo cuente con un ministro. Santos tiene unos pocos buenos ministros, el resto están en el lugar equivocado. El Ministro del Interior se debe ir, no basta ser un buen tipo para asumir semejante responsabilidad (si yo fuera Santos nombraría a un peso pesado como Serpa o Gómez Méndez); el de Agricultura le ha hecho más daño al agro y a la ganadería que la broca y la aftosa juntas; la de Educación es una señora linda, pero no resuelve nada; a la de Salud, le quedó grande el puesto. No comparto la salida del Ministro de Hacienda porque es un excelente funcionario, y no entiendo por qué Mauricio Cárdenas es una especie de comodín que sirve para todos los ministerios (sería bueno que antes de asumir nos aclarara qué tan comprometedor fue su papel en el escándalo de Dragacol). El de Medio Ambiente es un paquetazo, y el de Transporte un buen miembro de familia, porque les montó a su esposa e hijos una empresa para cada uno. Esta vez el punto es a favor de Santos, ojalá no se vuelva a equivocar. La ñapa I: Hace muchos años que el Departamento de Córdoba no tenía un parlamentario de la condición intelectual de David Barguil. La ñapa II: Excelente elección la de Daniela Cepeda Tarud como Reina del Carnaval; no solo es una mujer bella, inteligente y carismática, sino que, además, es Abogada, y eso la hace más especial. abdelaespriella@lawyersenterprise.com