Hace unos días me llamó una periodista y me preguntó cuál publicación me gustaría encontrar en la próxima Feria del Libro que considere pueda ayudar a comprender la situación por la que está pasando el país. Sin dudarlo le contesté: El Libro Negro del Comunismo. Crimen. Terror. Represión, de Stéphane Courtois y un grupo de historiadores franceses.
Cuando me preguntó el por qué, le comenté la inquietud que me causa presenciar cómo el país está cayendo en la trampa en la que se encuentra Venezuela sin que nos percatemos y un libro como este nos pondría alertas frente a ese peligro. La periodista me dijo, por cierto muy extrañada, si realmente yo creía que Colombia corre ese riesgo, le dije que sin lugar a dudas hay claras evidencias de que eso ocurra.
América Latina ha estado expuesta a esta amenaza desde hace más de cinco décadas y muy especialmente Colombia. No es simple coincidencia que el régimen comunista cubano y la guerrilla de las FARC sean tan cercanos cuando tienen las mismas raíces. Tampoco es por azar que una región tan vulnerable como Latinoamérica no tenga una mayor consciencia de lo que ha significado el comunismo en la historia de la ignominia humana cuando sí la tiene sobre lo que significó el horror del fascismo y el nazismo.
Ha habido una ingenua complacencia con la capacidad redentora del comunismo al ser considerado una opción para construir un mundo mejor en esta región paradisiaca –calificada desde la llegada de los españoles como el Paraíso Terrenal, generándonos una especie de culpa al no considerarnos merecedores de semejante privilegio- y, por lo tanto, no nos atrevemos abiertamente a cuestionarlo. Desde la Conquista cargamos con una especie de pecado original que bien pudiera ser resuelto a partir de otras miradas a nuestra historia como la que se abre al darse a conocer la primera lista de apellidos que se usará para dar la ciudadanía española a descendientes de sefardíes (“De acuerdo a las reglas, las personas con estos apellidos, que sean judíos y pertenezcan a una organización comunitaria reconocida calificarán para la ciudadanía”). Lo que francamente impresiona de ese listado que está circulando por las redes, es que millones de latinoamericanos los portamos y según esto seriamos descendientes de judíos que llegaron a América al ser expulsados de España en 1492, el mismo año del viaje de Colón. No somos tan sólo victimas o victimarios sino también, y en una gran proporción, refugiados de antiguas persecuciones de toda índole. Esto nos permite salir del círculo vicioso que genera la victimización.
El libro negro significó para los europeos una ventana a la verdad que no se volverá a cerrar. Su autor, Stephan Courtois, considera que ha ayudado a la decadencia del comunismo en la Europa Occidental y, por su parte, el historiador británico Tony Judt comentó en The New York Times que "el mito de los fundadores bienintencionados -el buen zar Lenin traicionado por sus malvados sucesores- debe desecharse para siempre. A partir de ahora nadie podrá fingir ignorar la naturaleza criminal del comunismo, y aquellos que han empezado a olvidar serán forzados a recordar de nuevo". Si en América Latina fuese leído, el comunismo no se seguiría extendiendo como lo ha hecho hasta ahora. Los países como el nuestro que todavía disfrutan de la democracia, merecen saber a qué se enfrentan. Las cifras lo dicen: para 1997 se contabilizaron 20 millones de víctimas en la Unión Soviética, 65 millones en China, 2 millones en Corea del Norte y se llega alrededor de los cien millones con las victimas de otros países, entre los que se encuentra Cuba. Son cifras escalofriantes que sobrepasan la comprensión de cualquiera y que quisiéramos que fuesen cosas del pasado pero vemos como, en pleno siglo XXI, se han incrementado. En América Latina el terrorismo y la represión siguen dejando victimas a diario.
¿Por qué un libro que fue éxito en varios países no es fácil encontrarlo en Colombia? (“Este libro negro ha sido un best-seller en toda Europa. Detalla las penalidades provocados por el comunismo en el mundo... No es un libro agradable, pero sí necesario.” David Sexton. The Evening Standard). En español se publicó en 1998 y en 2010 fue reeditado pero no se consigue en las librerías. Un reconocido librero me confirmó que el Libro Negro no llegó al país.
El problema vuelve a ser el mismo, con tantas posibilidades con las que contamos para enterarnos de los sucesos sin depender de los grandes medios de comunicación y distribución, seguimos siendo vulnerables a las informaciones tendenciosas y a la manera como se desdibujan las que no les convienen a algunos.
Cuando le comenté a una amiga sobre mi charla con la periodista, recordó que durante años les dijo a sus conocidos venezolanos que estaban cayendo en el comunismo y ellos no le pararon bolas a pesar de que era evidente cómo el autoritarismo y el totalitarismo se iban imponiendo a pasos acelerados. Ahora se han levantado pero esa miopía les va a costar mucho dolor, sangre y lagrimas para retomar el camino de la democracia. Si en la India la resistencia no violenta contra el imperio inglés terminó dando sus frutos, no es seguro que ocurra lo mismo en Venezuela cuando tienen que enfrentarse a bárbaros como Maduro, Cabello y sus secuaces dirigidos desde La Habana.
Me pregunto por qué, como ocurrió a nuestros hermanos venezolanos, tenemos la tendencia a refugiarnos en cualquier falsa visión con tal de no tener que enfrentar la cruda realidad. De esto se aprovechan los gobiernos inescrupulosos que con informaciones amañadas construyen un mundo de falsas ilusiones que terminan postrando a los ciudadanos ya debilitados y resignados a su triste destino.
Venezuela ha despertado y quieren doblegarla con la complicidad de los países vecinos. Ante la vergüenza que nos causa la actitud del presidente Santos podemos manifestarnos diciendo no más a las negociaciones de La Habana. No es posible que quienes hayan cometido durante más de cinco décadas continuos crímenes, como los que expone el Libro Negro en su capítulo dedicado a Cuba, sean aquellos que manejen los hilos de esas conversaciones. No es posible que quienes en Venezuela arremeten contra los jóvenes, golpean y torturan a la población indefensa y demuestran toda su arrogancia destilando cinismo y estupidez sean los garantes de ese proceso.
Tenemos la oportunidad de decir no más a esa farsa en las elecciones presidenciales. Con el triunfo de Óscar Iván Zuluaga quedarán inmediatamente suspendidas esas humillantes negociaciones. Como lo expresó claramente su fórmula vicepresidencial, Carlos Holmes Trujillo, “las conversaciones en La Habana lo único que están logrando es alentar al terrorismo”. No olvidemos que el terrorismo es el arma de quienes quieren imponernos el comunismo.
El libro negro
Mié, 02/04/2014 - 05:58
Hace unos días me llamó una periodista y me preguntó cuál publicación me gustaría encontrar en la próxima Feria del Libro que considere pueda ayudar a comprender la situación por la que está