Como un verdadero ‘palo en la rueda’ en el futuro del metro de Bogotá ha sido calificada por diversos sectores la decisión de la Contraloría Distrital de abrir una investigación de responsabilidad fiscal contra el alcalde Enrique Peñalosa y el gerente de la empresa Metro, Andrés Escobar.
Lo curioso del asunto es que este pronunciamiento se da meses después de que el Distrito anunciara la construcción de un metro elevado y no subterráneo, lo que contó con la aprobación del Gobierno Nacional.
Lo que cuestiona la Contraloría es si esta administración utilizó o no los estudios que contrató Gustavo Petro para el metro subterráneo y que le costaron a los bogotanos 146.000 millones de pesos. De no haberlo hecho, se pudo haber incurrido en detrimento patrimonial, a juicio del Contralor distrital, Juan Carlos Granados.
No obstante, el alcalde Peñalosa ha insistido en repetidas oportunidades que los estudios del metro subterráneo fueron utilizados para proyectar el metro elevado.
“Se están utilizando casi todos los estudios del metro subterráneo para el nuevo proyecto, a excepción de los que se requieren para el tramo de la Avenida Caracas que no estaba contemplado inicialmente”, explicó el mandatario.
De hecho, gracias a los estudios del metro subterráneo se pudieron evaluar alternativas en materia de riesgos, costos, financiación, desarrollo urbanístico, impacto social y características del subsuelo.
Esto permitió, por ejemplo, determinar que con lo que cuesta construir un kilómetro de metro subterráneo se puede construir 1,48 kilómetros de metro elevado. Lo que representa un ahorro 180.000 millones de pesos por cada kilómetro.
Así mismo, que la construcción de 25,69 km elevados permite reducir los tiempos de obra de 66 a 40 meses. Mientras que los tiempos de instalaciones electromecánicas son similares a los del subterráneo (6 meses).
Gracias a estos estudios también se estableció que el metro elevado presenta menores riesgos constructivos en Bogotá. Los riesgos valorados de la solución subterránea se relacionan con la excavación por debajo de cuerpos de agua y la desecación del suelo, que en Bogotá produciría asentamientos en las edificaciones hasta a varias cuadras de distancia.
Los riesgos operativos también fueron considerados. En trenes bajo tierra es más complejo el manejo de emergencias tales como incendios, atentados, inundaciones o accidentes y trenes varados.
Por lo pronto, tanto Peñalosa como Escobar tendrán que demostrar que, efectivamente, los estudios del metro subterráneos fueron determinantes a la hora de elegir el metro elevado como la mejor y menos riesgosa opción para Bogotá.
El Contralor de Bogotá pone palos en la rueda del metro
Sáb, 12/08/2017 - 03:24
Como un verdadero ‘palo en la rueda’ en el futuro del metro de Bogotá ha sido calificada por diversos sectores la decisión de la Contraloría Distrital de abrir una investigación de responsabil