Los republicanos en el Senado están preparados para exonerar a Trump sin siquiera enjuiciarlo de verdad.
No han permitido nuevos testigos ni pruebas. ¿Por qué lo harían? Si saben que todo este tiempo su plan fue dejar que se saliera con la suya con su corrupción y evasivas, más pruebas solo revelarían su traición de una manera más marcada.
Así que, una vez más, Trump no solo sobrevive a su venalidad, sino que está envalentonado por el temor cobarde de los pusilánimes que no quieren hacerlo enojar.
Este es el inicio del autoritarismo estadounidense y los republicanos no solo no están tratando de detenerlo, sino que muchos lo están aclamando de manera abierta. El resto de nosotros —muchos de nosotros, de cualquier manera— estamos horrorizados, agobiados y exhaustos.
De este gobierno emana un flujo inagotable de deshonestidad, ofensas y hostilidad; algunas veces es demasiado para seguirle el paso debidamente. En ocasiones, nubla nuestra capacidad de indignación y, en ese diluvio de pena y aflicción, muchos sencillamente optan por desconectarse.
No puedo decirles con cuánta frecuencia me encuentro con gente inteligente, interesada e interesante que dice que sencillamente tuvo que desconectarse de las noticias como una forma de mantener su salud mental y la supervivencia espiritual.
Este fenómeno de “evasión de las noticias” ha adoptado una peculiaridad seria en la era de Trump. El año pasado, un artículo que se publicó en SAGE Journals descubrió que la gente estaba experimentando altos niveles de estrés y emotividad al hablar sobre las noticias políticas y “con frecuencia desarrollaba mecanismos para lidiar con altos niveles de emotividad”.
Una encuesta de 2017 sobre el “estrés en Estados Unidos” de la Asociación Estadounidense de Psicología reveló que “más de la mitad de los estadounidenses (57 por ciento) dijo que el clima político actual es una fuente muy o algo importante de estrés y casi la mitad (49 por ciento) dijo lo mismo de las elecciones”.
Antes de eso, el terapeuta Steven Stosny nombró a este fenómeno como “trastorno por estrés electoral”.
La exdirectora ejecutiva para la práctica profesional de la Asociación Estadounidense de Psicología, Katherine C. Nordal, ha aconsejado que “si el ciclo continuo de noticias les ocasiona estrés, limiten su consumo de medios” y que “lean lo suficiente para mantenerse informados, pero luego planeen actividades para darse un descanso habitual de los problemas y el estrés que les puedan ocasionar. Y recuerden cuidar de sí mismos y prestar atención a otras áreas de sus vidas”.
Eso es justamente lo que muchos están haciendo: apartan la mirada de Trump, en la medida que pueden, y se concentran en sus pasiones como los proyectos favoritos, cosas que realmente pueden controlar, cosas cercanas con las que sienten que pueden hacer una mayor diferencia.
Sin embargo, incluso así, Trump sigue siendo inevitable. Se ha aprovechado de las obsesiones estadounidenses; se nos ha metido en el cerebro por la fuerza. Incluso cuando no estamos consumiendo noticias suyas de manera obsesiva, sigue estando omnipresente.
Trump ha llegado en un momento de voyerismo supremo y búsqueda compulsiva de la fama; se ha aprovechado de nuestros defectos y expone nuestra vergüenza. Trump es un peligro real, pero también es perfecto para la manía política.
A pesar de ello, la estrategia usada por mucha gente con el fin de desmarcarse significa consumir menos veneno y esa es la única manera en la que sienten que pueden sobrevivir.
Lucho al momento de evaluar a esas personas. En cierto sentido, las entiendo totalmente. Algunas veces, también me aparto un día o un fin de semana de la insensatez para conservar mi propia paz. Pero, ¿desconectarse de manera sostenida es irresponsable y demerita la propia ciudadanía política? ¿La desconexión representa un giro hacia el cinismo, el derrotismo y la apatía?
No creo que deba ser así, pero me preocupa que hasta cierto punto sea inevitable.
Identifico dos grupos importantes de personas que quieren que Trump se vaya: los cansados y los emocionados. Los cansados solo necesitan que esta pesadilla termine. Los emocionados tienen un candidato sustituto que les apasiona. Me parece que los primeros se inclinan más hacia el argumento de la elegibilidad y los últimos promueven al candidato más transformador.
Ambos grupos pueden estar altamente motivados a votar, pero hay que admitir que se siente mejor votar por alguien en lugar de contra alguien.
Al contingente cansado solo le falta la chispa de la emoción. La indignación, aunque fundamental, no es suficiente por sí misma.
Así que, les digo a las personas que han dejado de prestar atención: las entiendo. Tómense su tiempo, pero es fundamental volver a involucrarse. La resistencia no está muerta. Ni siquiera flaquea. Sé que puede ser desalentador que Trump haya hecho tanto y haya sufrido tan pocas consecuencias por sus actos.
No obstante, este es el momento de actuar e inspirar. El 3 de febrero arranca el trayecto electoral con los caucus de Iowa. Estados Unidos tiene que tomar una decisión y serán parte de ella.
¡Emociónense! Invéntense el entusiasmo de ser necesario.
Los demócratas tienen opciones. Sí, cada una tiene obstáculos y aspectos negativos, pero también tienen sorprendentes lados positivos. Sin embargo, nada de esto importará si, en noviembre, el oponente de Trump no es impulsado hasta la cima con una energía electoral abrumadora.
Simplemente, no pueden darse el lujo de seguir desconectados.
Por: Charles M. Blow
El caucus del cansancio
Mar, 04/02/2020 - 12:22
Los republicanos en el Senado están preparados para exonerar a Trump sin siquiera enjuiciarlo de verdad.
No han permitido nuevos testigos ni pruebas. ¿Por qué lo harían? Si saben que todo este
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