En el año 2015 los gobiernos del Planeta, adoptaron una nueva agenda de desarrollo, tomando como punto de partida los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que fueron establecidos en el año 2000 para fijar las 8 metas globales para la superación de la pobreza. Acorde con estos preceptos, los países de la ONU acordaron ampliar los retos y metas planteadas, con el fin de alimentar los propósitos encaminados a cumplir con 15 Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo horizonte está programado hasta el año 2030.
Desde esta perspectiva, las zonas urbanas son parte importante y cumplen un papel fundamental en la búsqueda de estos objetivos, para que en el mediano plazo se conviertan en urbes inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Para este fin el Plan de Desarrollo “Bogotá Mejor Para Todos”, aposto por programas entorno al desarrollo económico basado en el conocimiento y en la sostenibilidad ambiental basada en la eficiencia energética, con el fin de suplir las demandas requeridas en esta materia.
Estos instrumentos, deben ser una oportunidad para resolver los constantes desafíos planteados para el desarrollo de Bogotá, disminuir la brecha económica, aprovechar los escenarios cosmopolitas para incentivar la innovación, generar respuestas afirmativas para disminuir el cambio climático y promover espacios de participación social y económico, que sirvan como herramientas eficaces que complementen los retos de planeación urbana de la ciudad en el mediano y largo plazo.
Si bien en los últimos años, la ciudad ha realizado grandes esfuerzos por consolidar una propuesta afinada, que trata de cumplir en alguna medida los 15 Objetivos de Desarrollo Sostenible, aún tenemos muchas deudas que dificultan su cumplimiento. La tasa de desempleo en la ciudad va a terminar el año por encima de los dos dígitos, situación que se antepone a la ampliación de clase media y en este sentido a superar la desigualdad económica, la inversión destinada a los procesos de emprendimiento e innovación, no son suficientes para una capital que en pocos años se consolidara en una megaciudad que superara los 10 millones de habitantes, por último se han tomado medidas como las restricciones vehiculares y los comparendos ambientales, que pretenden disminuir la contaminación del aire y frenar de alguna manera el cambio climático, lo cual resulta insuficiente y se convierten en herramientas cortoplacistas.
De esta última problemática, la Organización Mundial de la Salud en el pasado mes de septiembre, encendió las alarmas por la mala calidad del aire en las Ciudades de América Latina, acentuado esto por la redensificación y crecimiento acelerado que provoca una importante afectación a la salud de los habitantes, por lo que advirtió la necesidad de una intervención en los instrumentos de planificación, con el fin de mitigar los impactos de las emisiones contaminantes.
Según datos suministrados por Clean Air Institute, las ciudades latinoamericanas con mayor concentración de partículas contaminantes (PM10), son Lima, Bogotá y la zona metropolitana de Monterrey, en este sentido la OMS dictamina que el alto porcentaje de contaminación del aire en estas ciudades son el causante del 36 % de las muertes por cáncer pulmonar, el 34 % de los fallecimientos por infartos y el 27 % de las enfermedades cardiacas. Esta información debe servir como insumo, para que la administración distrital en cabeza de las Secretarias de Ambiente y Salud del Distrito, prioricen medidas urgentes para frenar los riesgos asociados a la contaminación.
En este sentido se advierte la importancia explícita de desarrollar sistemas de transporte público sostenible que incentive su uso, así como mejorar y ampliar el uso de la bicicleta, con el fin de disminuir el despliegue de los más de un millón de vehículos que a diario transitan por la ciudad y que son los primeros generadores de partículas contaminantes del aire en Bogotá.
No hay duda que otro ingrediente que agrava la problemática es que Bogotá, produce diariamente más de 7500 toneladas de basura; de este total, algunos expertos estiman que aproximadamente el 60 % son residuos orgánicos y el 40 % restantes, son residuos inorgánicos en los cuales se encuentra un alto porcentaje de materiales potencialmente reciclables y reutilizables. (Según datos de la UAESP Bogotá recicla tan solo el 14% de la basura que produce en promedio diariamente). Pero este material termina por empeorar el problema debido a la inadecuada disposición de basuras, el inadecuado manejo de los residuos líquidos o lixiviados que escurren de los desechos y generan derrumbes contaminando los ríos, la falta de cobertura de las basuras que en temporadas de lluvia o calor, son caldo de cultivo para las plagas, vectores y gases determinantes que afectan la propiedad del aire de la ciudad.
Así, Bogotá debe entrar en procesos de desarrollo sostenible acordes con sus necesidades urbanísticas y en esa búsqueda de soluciones nos dimos a la tarea de investigar, por lo que nos encontramos con una propuesta innovadora de filosofía empresarial conocida como “ECONOMIA AZUL”, cuyo autor Gunter Pauli, economista belga, desarrolla una serie de propuestas que son muy acordes con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU:
- En la naturaleza todos los nutrientes, materiales y energía se reutiliza, la basura no existe.
- La fuerza de gravedad es la fuente principal de energía, el segundo recurso renovable es la energía solar.
- El agua debe ser el principal soluble, no se deben utilizar químicos ni catalizadores.
- La naturaleza es un sistema que funciona solo con lo que se encuentra disponible en el mismo sitio, por tal motivo la economía sostenible debe respetar los recursos naturales de la zona, la cultura y la tradición.
- Los riesgos deben ser motivadores de innovaciones
- La naturaleza es eficiente. Por ello la economía sostenible aprovecha al máximo los materiales y la energía disponible, disminuyendo costos y precios.
- El desarrollo de innovaciones inspiradas en la naturaleza, crea beneficios múltiples, así como empleo y capital social a menores costos.