Ronaldinho con su magia en Bogotá… Magia intacta, que es alegría, tan escasa hoy en los estadios. De gira comercial por el mundo, una parada en el Campin, para jugar con Santa Fe. El rival, aún desconocido, de verdad no importa. Los focos sobre el brasileño, que domina la pelota y la convierte en fiesta.
Pero Santa Fe, que se debate en seria crisis, solo tendrá un maquillaje institucional y un pequeño alivio económico, como coparticipe del espectáculo.
Está “el León” empeñado en sumar puntos en el torneo para evitar los abismos del descenso, con sus finanzas agrietadas que lo conducen a la ley 1116, salvavidas oficial para las empresas ilíquidas que quieren resguardar su patrimonio por vías legales. Tres triunfos en línea y un respiro.
Esto mientras, con impaciente espera, tanto los cardenales como los demás clubes, ven pasar los días con promesas incumplidas, porque el dinero de la TV internacional no entra. No hay oxigeno financiero.
Volviendo con Ronaldinho, recuerdo sus cátedras futboleras. Que fácil, con él, era el juego. Un catalogo inagotable de requiebros, pases imposibles y goles magistrales, lo caracterizó.Dominó la pelota con todos los componentes de su cuerpo. Cada toque al balón era arte, porque fue feliz en los estadios. Hoy prevalece el fútbol que chupa al aire a los rivales. Los protagonistas no tienen tiempo, por su desenfreno, para una sonrisa. Ronaldinho, el rey del espacio reducido, que le demostró al mundo futbolero el poder de una gambeta, apasionado hoy con su show para paladares exquisitos. Algo parecido a aquel que hizo Messi con sus amigos. O el duelo Djokovic- Nadal que en el coliseo El Campin puso a suspirar a los colombianos.