La emergencia ambiental que se presentó en el territorio amazónico brasileño y boliviano que superó las 2.5 millones de hectáreas de tierra incendiadas, traerá fuertes consecuencias al territorio colombiano; la contaminación del aire, los cambios en el ciclo del agua la pérdida de servicios ecosistémicos, y la afectación en la biodiversidad, son algunas de las secuelas más preponderantes, que impactaran negativamente al continente.
Así mismo, un estudio realizado por la Universidad de los Andes demostró, que las conflagraciones que se presentaron en la Orinoquia y el sur del país que superan las 100.000 hectáreas, afectarán la calidad del aire de algunas ciudades como Bogotá, Medellín y Bucaramanga, pese a estar ubicadas a más de 1.200 kilómetros de distancia del centro del país, por cuenta de la recarga de humo, hollín y otros contaminantes que son transportados por el viento.
Otro estudio adelantado por la Universidad Nacional, demostró que los centros poblados más cercanos a la Orinoquia, recibieron un mayor impacto por cuenta de los incendios. Los investigadores monitorearon el aire de Arauca y Yopal en época de conflagraciones y los resultados fueron sorprendentes; se encontraron concentraciones superiores a los 100 microgramos por metro cúbico de material particulado, un valor tres veces mayor a los que disparan las alertas en Bogotá.
Según los académicos en la materia, el daño es demasiado grande, habría que esperar 200 o 300 años de recuperación natural o asistida para que la complejidad de la selva, su biodiversidad y funcionalidad vuelvan siquiera a ser, medianamente similares a lo que hoy en día se está destruyendo. Entre las afectaciones que podría tener Colombia, los expertos aseguran que habrá reacciones naturales que se generarán por cuenta de la cantidad de humo y carbono resultantes de los incendios en la Amazonia brasileña, de la Orinoquia y el sur del país.
La cantidad de humo y de carbono que se inyectó a la atmósfera va a tener alteraciones con efectos muy importantes en el clima, que se traducirán en lluvias, en erosión, en destrucción general de los ciclos ecológicos de la cuenca amazónica y de la Orinoquia, lo cual seguramente sentiremos fuertemente en el país.
Los incendios en el Amazonas que han dejado pérdidas incalculables para la humanidad, al igual que los que se han presentado en Colombia y Bolivia arrasando con todo con lo que encuentran a su paso, nos hace pensar que hay que invertir más en la sostenibilidad y en las finanzas del clima.
Existen versiones complementarias, que pueden explicar el origen de estas conflagraciones, están quienes dicen que el número de incendios están directamente relacionados a la deforestación causada por el cambio de la destinación de la tierra para la agroindustria y la ganadería, que se ha presentado a través del tiempo, también quienes consideran que el cambio climático contribuye al problema; si bien no es la causa, ha hecho que la selva se vuelva más vulnerable a las llamas.
Estos infortunados eventos naturales que han azotado nuestro continente si bien se han controlado, deben ser motivo para buscar soluciones y revisar el modelo de crecimiento de las naciones a largo plazo. Por esto, el sistema financiero, cada vez es más consciente y ha generado una serie de mecanismos que favorecen el crecimiento ambientalmente sostenible; por ello, hoy existe el mercado de los bonos verdes, instrumentos de deuda emitidos por entidades públicas o privadas, que tienen como finalidad obtener capital para financiar proyectos verdes de manera total o parcial, ya sean nuevos o existentes.
Podemos mencionar dentro de los diferentes matices de proyectos verdes en los que se puede invertir; aquellos que están relacionados con áreas como las energías renovables, la eficiencia energética, los edificios ecológicos, los productos adaptados a la economía circular, el transporte limpio (como el eléctrico y público), la gestión del agua y de las aguas residuales, la conservación de la biodiversidad terrestre y acuática, la agricultura sostenible, la prevención y control de la contaminación entre otros.
Estos bonos se han convertido en un instrumento financiero eficaz para dar cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS), así como a lo pactado en el Acuerdo de París de 2015. Las ventas mundiales de bonos verdes superan para este año los US$ 121.000 millones, un 57 % más que para este mismo mes en 2018. Es altamente posible que al finalizar 2019 se supere la emisión récord de US$ 135.300 millones del año pasado, ejemplo de esto, fue el lanzamiento de los Bonos Sostenibles de Bancolombia el pasado 19 de julio, que permitirán la financiación de 18 proyectos ambientales en el país ubicados en Magdalena, Antioquia, Valle del Cauca, Nariño, Bolívar, Santander, Cundinamarca y Tolima por un valor cercano a los $657.000 millones, enfocados en construcción sostenible, eficiencia energética y producción más limpia.
El mercado de bonos verdes se debe convertir en una iniciativa fundamental por parte de gobiernos, empresas e inversores para desarrollar una economía sostenible desde el punto de vista ecológico. La clave es hacerlo ahora, y no en un futuro dónde no haya vuelta atrás, y que situaciones catastróficas como los incendios en el Amazonas y en la Orinoquia, sean un problema que no tenga solución a la vista. Colombia debe entrar en esta línea, con el fin de salvaguardar su riqueza en biodiversidad que lo ha convertido en potencia mundial en estos recursos.
Amazonas: Alerta Mundial
Sáb, 07/09/2019 - 10:34
La emergencia ambiental que se presentó en el territorio amazónico brasileño y boliviano que superó las 2.5 millones de hectáreas de tierra incendiadas, traerá fuertes consecuencias al territori