Las espectaculares revelaciones que esperan ansiosamente los antiuribistas sobre la indebida contratación de Andrés Sepúlveda o sobre los crímenes que pueden haber cometido Óscar Iván Zuluaga o Luis Alfonso Hoyos van a terminar en un verdadero chorro de babas.
Solamente la febrilidad de algunos mamertos o la ignorancia de unos sectarios que desde la otra orilla ven al partido del expresidente Álvaro Uribe Vélez, el Centro Democrático, como un salpicón criminal, pueden hacer que se sueñe con que el tal hacker alimentará de acerbo probatorio a la Fiscalía para demostrar que el candidato uribista decidió sabotear el proceso de paz y que para tal efecto contrató a un genio de las redes, como se sienten estos personajes que se creen y quieren hacer creer que son capaces de infiltrar hasta el propio Pentágono.
Durante mi campaña al senado tuve la oportunidad de aproximarme a lo que hacen estos supuestos expertos en redes sociales y soy afortunado en ser de los pocos que entiende lo que hacen estos señores, que en lo que son expertos es en conseguir incautos. En primer lugar, no manejan estrictamente las redes sociales. Se inventan supuestas redes sociales y crean cantidades de usuarios fantasmas para hacer creer a los ingenuos que les han aumentado exponencialmente su número de seguidores. Engañan a sus clientes mostrándoles centenares de visitas, que en realidad son accesos fantasmas porque en efecto son de usuarios inexistentes, de internautas apócrifos y de cuentas paralelas, que en ocasiones le suplantan a algunos famosos para hacer creer a sus clientes que son seguidos por esas personalidades.
En las conversaciones en las que participa Oscar Iván Zuluaga, en un video grabado por otro hacker con propósitos no muy claros, existe prácticamente un monólogo en donde Andrés Sepúlveda dice una sarta de cosas inverosímiles ante un Zuluaga, que por más derechista y antiproceso de paz que sea, se limita a escuchar un poco anonadado a alguien a quien no sabe si tomar por embaucador, soñador o desquiciado, ya que finalmente nunca concreta nada. Y en las famosas revelaciones posteriores del famoso hacker lo máximo que dice es que la campaña de Zuluaga sabía lo que él hacía, pero tampoco se ha sabido exactamente qué es lo que hacía. Todo se maneja a base de expectativas y de la incertidumbre que genera la idea que venden estos hackers de tener información privilegiada. Nunca dicen cuál pero si anuncian, a lo culebrero, la idea de que algo tienen, algo saben o algo gordo están por adquirir.
Por eso Óscar Iván Zuluaga y Luis Alfonso Hoyos más que haber contratado a alguien para cometer delitos de espionaje o para sabotear la paz pueden haber sido víctimas de un timador. Su ingenuidad en materia de prestigio on line o en asuntos del manejo de redes sociales los llevó a escuchar las sandeces que dicen este tipo de personajes y a creer que podrían aumentar su prestigio electoral por métodos logarítmicos. Eso les impidió observar que en ocasiones incluso son más mitómanos que espías o infiltrados de nada. Porque la verdad nadie con cinco dedos de frente puede concluir que allí se estaban interceptando a los negociadores de La Habana o que se había encontrado la forma de enterarse de lo que se estaba negociando en secreto. Hasta ahora el hacker dice que crearon una cuenta en la que se hacía público el perfil de los guerrilleros de las FARC en La Habana. Y para hacer esos perfiles no se necesita infiltrar a nadie porque son públicos. Los tiene la prensa, el internet y los organismos de seguridad.
Ahora el hacker descubrió que acogiéndose a beneficios puede terminar empapelando hasta al gato y como la Fiscalía está urgida de mostrar positivos en esta materia pues o se les va a desinflar el globo o terminará por construir una historieta. Estos personajes expertos en hacer creer que son expertos en redes son de muy bajo perfil, son casi ignorantes supinos de las cosas más elementales de la vida política y social el país, desconocen la historia reciente y solo se guían por lo que ven en Facebook o en Google. Ellos pueden intentar meter el cuento de que tienen información secreta hasta de lo que ocurrió con las torres gemelas o que Bin Ladem es un socio clandestino de George Bush. Estos hacker se creen los cuentos más infantiles y desde su atrevida ignorancia creen que los demás se comen todos los suyos. La verdad estos hacker van a terminar siendo el mayor falso positivo de la historia o el peor fiasco de la Fiscalía.
Para poner polo a tierra en esta enmarañada circunstancia por la que atraviesa Colombia habría que hacer ciertos ejercicios de análisis y poner algo de sensatez. Primero, se puede sabotear el proceso de paz si por ejemplo se dice que en La Habana se está negociando algo oculto o si se afirma que el gobierno le quiere entregar el país al castrochavizmo. Eso puede ser la interpretación de un columnista de derecha, que además ya se ha dicho, pero para decir eso no necesitan infiltrar nada, solo pensarlo o escribirlo. O acaso alguien cree que el hacker encontraría un acta en donde los negociadores firman que el país será entregado al castrochavismo en tal plazo o de tal manera. O alguien cree que allí se harán acuerdos secretos sobre los secuestrados y que pueden ser interceptados por un hacker o un infiltrado. No, no hay que ser tan ingenuos.
Lo cierto es que las opiniones de los uribistas y las descalificaciones al proceso de paz del presidente Juan Manuel Santos son públicas y contrarias a lo que quieren las FARC y el gobierno, pero las ventilan a diestra y siniestra y para expresarlas o influir en la opinión no requieren de una infiltración para hacerlas sonoras. Ellas pueden afectar el proceso de paz pero tienen un antídoto contundente, que se avance ciertamente en los acuerdos y que se le cuente a la opinión pública. Si se hacen acuerdos secretos no serán sanos y en cuanto se conozcan se caerán por su propio peso. Nadie sensato requiere de un espía para descubrir acuerdos secretos. Esos saldrían tarde o temprano. Y los uribistas de primera línea lo saben. Así llegaron al poder en el 2002, diciendo y haciendo públicas sus opiniones sobre le fracaso del proceso de paz de Andrés Pastrana. Y fracasó y ganaron.
Lo que deben hacer hoy los amigos de la paz para derrotar a los supuestos enemigos de la paz en concretar ya, acordar ya y firmar ya. Sí eso se logra, los enemigos de este proceso se quedarán con los crespos hechos. Pero si no, les darán la razón y para eso no se necesitan hackers. Por eso tal vez no se deben desgastar en buscar el ahogado aguas arriba, no va y sea que el hacher no sea lo que quieren ni tenga lo que creen. Ahí sí toca que los investigadores justiprecien y no lleguen ingenuamente a que al hacker lo que es mentira.
Al hacker lo que es del hacker
Lun, 01/09/2014 - 07:26
Las espectaculares revelaciones que esperan ansiosamente los antiuribistas sobre la indebida contratación de Andrés Sepúlveda o sobre los crímenes que pueden haber cometido Óscar Iván Zuluaga o