El sueño americano de muchos migrantes venezolanos que actualmente viven en los E.E.U.U. cada vez está más lejano. Su anhelo era que, con la llegada del presidente Donald Trump al poder, la Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro recupera su libertad, empero, lo que nunca imaginaron fue que ese sueño se convirtiera en una verdadera pesadilla. Su país, lleva ya varios años sufriendo por culpa del bloqueo económico ejercido por esta potencia mundial, como castigo a su modelo político. Generando que el pueblo, el único desprotegido en toda esta historia, no solo reciba punición por el gobierno del régimen Maduro que defiende su actuar evidentemente corrupto en “recuperar la democracia perdida”, sino por parte de otros países, que han decido de manera egoísta e inhumana aplicar mayores medidas restrictivas causando una oleada de falta de oportunidades políticas, sociales y económicas que llevan al desplazamiento masivo a diferentes lugares del mundo, pero irónicamente en mayor cantidad a los E.E.U.U.
De los hechos que actualmente están afectando al país vecino nos queda una clara moraleja, las medidas de restricción no pueden seguir utilizándose como pretexto para forzar la salida de un régimen opresor. Este tipo de medidas solo afectan al pueblo y no ayudan a restablecer el orden constitucional de un país, pues conlleva a mayor desplazamiento social por falta de oportunidades debido a las grandes desigualdades sociales y pobreza extrema. La movilización de miles de migrantes produce fenómenos violentos derivados de la inequidad social, como lo ocurrido con el Tren de Aragua, que nace a partir de esta situación tan deplorable. No pretendo de ninguna manera justificar la creación de este tipo de grupos ilegales que lo único que ha generado es desolación en la comunidad mundial, sin embargo, no es el pueblo venezolano el llamado a purgar el castigo. Pues precisamente son los migrantes los más afectados, ya que, se han visto en la obligación de trasladarse fuera de su país, a lugares desconocidos, donde las oportunidades también son escasas, separarse de sus familias, entre otros miles de sacrificios que no alcanzaríamos a nombrar en este breve escrito. Recuérdese que para los romanos y los griegos el destierro era la pena máxima que se le atribuía a un ciudadano por sus delitos, pues quienes recibían este castigo, caminan por senderos de inseguridad, angustia y temor.
Así las cosas, la esperanza del pueblo venezolano cada vez está más débil, gracias a la opresión que otros gobiernos están ejerciendo de manera indiscriminada sobre el régimen. Diluyéndose así el anhelo de esta población que esperaba encontrar un breve alivio a sus problemas, pero, que por el contrario ahora viven con zozobra, pues lo único que pueden ver en su futuro es la posibilidad de verse privados de su libertad y la expulsión de E.E.U.U. como si fuesen delincuentes; tal como los griegos y los romanos castigados por la pena máxima hace miles de años. Sin embargo, al final del túnel se puede ver la luz, gracias a la Corte Suprema de los E.E.U.U. Este alto tribunal en un acto de equilibrio de poderes ha ordenado a la administración Trump suspender la deportación de venezolanos acusados de ser pandilleros en virtud de una Ley de tiempos de guerra del siglo XVIII. El presidente Trump invocó la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 y acusó a la banda venezolana Tren de Aragua (TdA) de "perpetrar, intentar y amenazar con una invasión o incursión predatoria" en territorio estadounidense, la cual da el poder a la suprema autoridad de ordenar la detención y deportación de nativos o ciudadanos de naciones "enemigas" sin los procesos habituales.
Antes de esta ocasión la mencionada ley, solo se había utilizado tres veces, todas con ocasión a la guerra. La última vez que se invocó fue en la Segunda Guerra Mundial, cuando personas de ascendencia japonesa fueron encarceladas sin juicio, y miles de ellas fueron enviadas a campos de internamiento. Esta decisión se produce horas después de que un tribunal federal de apelaciones también impidiera a Trump seguir adelante con la eliminación de la protección legal temporal, conocida como TPS, de unos 350.000 migrantes venezolanos que quedarían en riesgo de deportación inminente, nada más inhumano.
La medida para poner fin al Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para los venezolanos es parte de la ola de restricciones a la migración impulsada por Trump desde su regreso a la Casa Blanca, algo que reafirma la cruda realidad de que el sueño se convirtió en pesadilla para miles de migrantes venezolanos. Por último, no sobra decir que no falta un verdugo regalado, y más si es el vecindario y de nuestro tercer mundo quien en un acto voluntarioso y reptil ofrece a el imperio sus cárceles para meter a justos e injustos en su sistema carcelario, me refiero a el muy prócer Neyid Bukele del hermano País del Salvador.