Hace seis meses antes de salir hacia Cuba el equipo negociador del Gobierno colombiano para el proceso de paz, encabezado por Humberto de la Calle Lombana, prometía iniciar una mesa de diálogos con las Farc en busca de “resultados concretos” y no “discusiones estériles”. El 19 de noviembre de 2012 el país se embarcaba en una apuesta para solucionar un conflicto armado de décadas, por vía de acuerdos.
Las dudas e incertidumbres eran enormes luego de la desalentadora experiencia en el intento del Caguán. Para poner límites, los diálogos en La Habana deberían arrojar resultados en un plano no mayor a un año, es decir, para noviembre de 2013 según prometió el presidente Juan Manuel Santos.
Así también se dijo a la opinión pública que las discusiones abarcarían cinco puntos concretos. Los primeros cálculos destinaban dos meses por punto, para cumplir la meta presidencial. No obstante el primero de ellos, referente a la política de desarrollo agrario integral, cobraba más y más semanas destruyendo los cronogramas planteados por analistas y sectores políticos. Hoy, seis meses después la delegación oficial y la subversiva continúan hablando de tierras.
En un semestre el proceso de paz ha pasado por buenos y malos momentos. El anuncio de una tregua unilateral de dos meses por parte de la guerrilla denotaba un posible gesto para finalizar la guerra, que sin embrago se vio empañado por la continuidad de acciones ofensivas de algunos de sus frentes. A finales de enero se produjo el secuestro de dos policías y un militar, hecho que hirió con fuerza la legitimidad del proceso. El hecho detonó el pronunciamiento más tajante del vocero del gobierno, De la Calle pidió a las Farc compromiso para llegar a la paz: “Que nos lo digan de una vez, para no hacerles perder el tiempo al Gobierno y a los colombianos”.
Superado el impase, las siguientes declaraciones pedían celeridad en las negociaciones y se mostraban optimistas. Juan Manuel Santos dijo en febrero: “Si hay voluntad, yo tengo fe que este año vamos a lograr la paz”, y añadió: “La mejor forma de terminar esto es negociar rápido”. Desde entonces se ha manifestado que en la capital cubana cada vez están más cerca de superar el primer punto.
Lo cierto es que ya van seis meses y los avances se resumen a escuetas declaraciones que dicen que las partes están muy cerca de dejar la discusión sobre desarrollo agrario para avanzar a otro tema que para muchos es igual de escabroso: participación política. KienyKe consultó la opinión de dos influyentes analistas que respondieron cinco preguntas sobre el ritmo de las negociaciones; la veracidad de la promesa del jefe de gobierno de que para noviembre habrá acuerdos y la influencia del cercano proceso electoral sobre el acelerador del proceso.
Carlos Medina Gallego. Licenciado en Ciencias Sociales y Doctor en Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Investigador y docente universitario. Analista político y del conflicto colombiano. Copartícipe en el Foro sobre Participación Política solicitado por la Mesa de Conversaciones de La Habana.
¿Va por buen camino el proceso de paz? La actual marcha, en la que en seis meses solo se ha abordado un punto, ¿es suficiente?
Todo proceso político de negociación y conversación debe darse con altibajos. Lo que se ha alcanzado en estos seis meses de conversaciones ha hecho avanzar de manera significativa el desarrollo de la agenda del acuerdo general para una paz estable y duradera. No considero que el proceso esté trabado. Se ha hablado de tierras, el tema que ha dado en gran medida origen al conflicto. Se ha avanzado en discusiones sobre propiedad, tenencia y uso de la tierra, el problema de reorganización de espacios rurales, modelo de desarrollo territorial… actualmente se tratan de ajustar algunos elementos sobre seguridad alimentaria y zonas de reserva campesina. Ese tema de materia agraria ha avanzado sistemáticamente y va por buen camino. Eso me parece que hay que saludarlo.
¿Pero con un solo punto en discusión, de cinco contemplados, no se está enviando un mensaje de un proceso que camina lento?
Hay necesidad de ir creando una postura de aceptación de los tiempos del proceso. No se puede presionar porque el propósito último es que este proceso marche y sea exitoso. El tiempo no debe ser un obstáculo. Incluso, manejado racionalmente, el tiempo da los resultados que debe dar.
Si bien se dice que el tema agrario es el más complicado de los cinco puntos, poco a poco se abre el debate sobre la complejidad de otros asuntos que podrían llevar también un buen tiempo en debate. ¿Los ritmos se mantendrán o será más ágil después de esto?
Los cuatro puntos siguientes tienen que ver fundamentalmente con aspectos técnicos muy relevantes donde la participación va a ser distinta. El punto que sigue después del agrario, que es participación política, definirá las reformas políticas que hay que hacer para garantizarle la participación a las organizaciones resultantes de un acuerdo final. Hay que hacer un estatuto de oposición con garantías. Eso tiene que pasar por el Parlamento y tiene que tener unas discusiones importantes, lo que toma tiempo. Además hay que pensar en el tema de dejación de armas, muy difícil de tratar, igual que el de reparación de víctimas.
El presidente Santos había sugerido que para noviembre de este año ya debería haber acuerdos. ¿Considera que será así, o fue una promesa imposible de cumplir?
Es muy posible que para noviembre haya un acuerdo, pero puede ser que no lo haya. Independientemente de eso, quiero que sepa que la implementación de los acuerdos, si hay resultados, se va a tomar más de diez años. Y esa es la primera fase. El gobierno debe dar continuidad y acompañamiento a los acuerdos para que se implementen y no se retorne a la guerra. Esos son elementos que hay que tomar en consideración. La implementación de los acuerdos podría tomarse 15 años luego del proceso y eso es la construcción de la paz. Que la gente no piense que se firmó el acuerdo y llegó la paz.
¿Cómo sortear lo que vendrá en el proceso de paz cuando se acerca un periodo electoral? ¿Podrá evitarse que el uno se vea interferido por el otro?
Yo pienso que es necesario garantizar que el proceso electoral se dé de manera democrática e incluyente. Que todos los aspirantes se presenten; que si Santos quiere presentar su candidatura a la reelección que lo haga. Lo que se busca es que haya un abanico de posibilidades para que el elector defina el camino que debe seguir la nación. Pero la agenda electoral no puede interferir con la agenda de paz. Esa agenda electoral debe tomar en consideración que hay un proceso de paz, con acuerdos que hacen parte de la agenda política. Que nadie enfoque su campaña contra ese proceso.
Oscar Ortiz González. Abogado de la Universidad del Rosario. Ex director Anticorrupción y activista político. Uno de los gestores de la Séptima Papeleta, que propició la Asamblea Nacional que originó la Constitución de 1991.
¿Va por buen camino el proceso de paz? ¿La actual marcha, en la que en seis meses solo se ha abordado un punto, es suficiente?
Yo creo que no son seis meses. Sabemos que empezaron unas conversaciones prácticamente clandestinas desde hace más de un año. Dialogaban en secreto con las Farc; impulsaban la expedición de una reforma constitucional que llaman el Marco Jurídico para la Paz, y que para mi es “Marco Jurídico para las Farc”. El proceso empezó por mal camino, sobre todo porque al presidente Santos lo eligieron con un formato, con condiciones mínimas para llegar a la paz, que suponía que no se iban a adelantar conversaciones con esa organización mientras no cesaran sus actos criminales. Sobre el avance de los puntos también van mal, porque aunque se dijo originalmente que no se iban a negociar asuntos que tuvieran que ver con políticas que debieran ser adoptados en democracia, vemos que el primer punto, el del agro que va a articulado con muchos temas, es un asunto que debería ser tratado en democracia y no con una organización armada. Aumenta la desconfianza, y muchas veces los anuncios incoherentes generan contradicciones cuanto a los contenidos de estas negociaciones.
¿Entonces con más de un año de negociación siente que no hay avance y que va por mal camino el proceso?
Para ellos (las Farc) la opinión pública no existe o es una creación de los medios masivos y han visto que este proceso es solo una oportunidad para tomar oxigeno político. El gobierno derrocha un capital histórico. En los últimos años se había logrado un consenso alrededor de un camino para llegar a la paz y la posibilidad de una conciliación a partir del reconocimiento de una realidad: es que las Farc no representan a los colombianos. Ellos saben que la única carta que tiene el presidente para una reelección es el proceso de paz y eso lo aprovechan. Las Farc van lentamente porque eso hace que el presidente dependa más y más de ellos para su eventual reelección.
Si bien se dice que el tema agrario es el más complicado de los cinco puntos, poco a poco se abre el debate sobre la complejidad de otros asuntos que podrían llevar también un buen tiempo en debate. ¿Los ritmos se mantendrán o será más ágil después de esto?
El pronóstico es que van a seguir muy lentos. El gobierno ya ha dado señales de desesperación en ese sentido. El presidente reunido con los alcaldes dio la idea de crear un periodo constitucional extraordinario de uso exclusivo para Santos, de dos años, bajo el entendido de que era necesario para el proceso de paz. Eso es reflejo de cómo al Gobierno se le agota el tiempo y el agua le llega al cuello.
El presidente Santos había sugerido que para noviembre de este año ya debería haber acuerdos. ¿Considera que será así, o fue una promesa imposible de cumplir?
Por lo que llevamos en estos seis meses, si se han gastado tanto en el primer punto de cinco, y faltan unos puntos muy álgidos y sustanciales, no parece muy razonable calcular que rápidamente se vaya a firmar algo. El presidente del Congreso (Roy Barreras) también lo ha dicho: no se va alcanzar en ese tiempo. El único acuerdo posible o susceptible de ser firmado es uno que complazca los intereses de las Farc y que seamos los colombianos los que nos sometamos a la guerrilla y no a la realidad de la democracia colombiana.
¿Cómo sortear lo que vendrá en el proceso de paz cuando se acerca un periodo electoral? ¿Podrá evitarse que el uno se vea interferido por el otro?
Es inevitable. Porque es un asunto de interés público que se va a debatir en cualquier proceso electoral. Eso le interesa a la opinión y no se puede volver secreto por conveniencia. El Gobierno está haciendo de la paz su bandera de campaña. No se le va poder pedir a los otros participantes que presenten sus planteamientos frente a la principal bandera de campaña, que para la reelección es ofrecer la paz.
¿Qué detiene el proceso de paz?
Sáb, 18/05/2013 - 17:01
Hace seis meses antes de salir hacia Cuba el equipo negociador del Gobierno colombiano para el proceso de paz, encabezado por Humberto de la Calle Lombana, prometía iniciar una mesa de diálogos con