Justo a unas cuadras de donde se dio el primer grito de independencia en el siglo XIX, causado por la revuelta del Florero de Llorente, se encuentra un lugar que alberga dos siglos de acontecimientos que marcaron la historia de Colombia y, por supuesto, de su capital. Un lugar que ha simbolizado rebelión y luchas sociales, donde miles de personas aguardan para tomar unas deliciosas onces santafereñas y compartir un buen rato: La Puerta Falsa.
Parece extraño que un establecimiento que ha presenciado tanto caos, revueltas, y que generó mucha discordia en sus inicios, siga en pie después de 200 años y que hoy en día sea uno de los pasajes más concurridos por los turistas y bogotanos.
Para las personas que llegan a la ciudad, La Puerta Falsa se vuelve un destino imperdible. Allí no solo podrá deleitarse con un tamal, una marquesa o un típico chocolate santafereño con almojábana; sino que también podrá contemplar su arquitectura colonial y sentarse a escuchar la historia de este emblemático local que a los clientes más antiguos les encanta narrar.
¿Qué es la Puerta Falsa?
Actualmente, funciona como un restaurante - cafetería y está ubicado en la calle 11 con carrera sexta, muy cerca a la Plaza de Bolívar, donde miles de transeúntes llegan muy temprano a desayunar. En este establecimiento han estado varias personas famosas de diferentes nacionalidades y épocas, muchas de ellas, figuras simbólicas en la historia de Colombia.
La señora Marta Sabogal, una de las propietarias del establecimiento, habló en exclusiva con KienyKe y explicó cuál es la historia del famoso restaurante.
Sus inicios se remontan al siglo XIX, más precisamente, al año 1816. En aquel entonces, la sociedad era muy distinta de como se conoce hoy en día: Bogotá (Santafé) era mucho más pequeña, había pocos cafés para tomar onces y la Iglesia tenía un importante poder en la política y en la sociedad.
Josefa Caicedo era una mujer emprendedora y algo revolucionaria para esa época, aunque muy devota, ya que pasaba gran parte del día en la parroquia de la ciudad, la cual ahora recibe el nombre de La Catedral Primada.
Cabe aclarar que, debido a que se tenían creencias muy conservadoras, la igualdad de género no tenía cabida y el patriarcado tenía mucho poder. Los roles de género y las jerarquías sociales jugaban un papel muy importante e inquebrantable.
Un día, Josefa le pidió al párroco que le permitiera vender unos dulces y colaciones, un aperitivo muy popular en la época. El hombre se negó, por lo que tuvieron una pequeña discusión. Debido a su molestia, la mujer le pidió a su esposo que le permitiera montar un pequeño negocio en la sala de su casa y fue así como surgió La Puerta Falsa.
Desde aquel momento, al establecimiento han llegado personajes icónicos de la historia colombiana. Incluso, se dice que Manuelita Sáenz, una de las figuras más importantes de la independencia de nuestra nación, visitaba el restaurante y a menudo y le compraba dulces al libertador Simón Bolívar.
El local recibió el nombre de La Puerta Falsa debido a su arquitectura. Durante la Colonia, las puertas laterales de las iglesias eran denominadas ‘puertas falsas’ como un punto de encuentro para los ciudadanos. La fundadora adoptó ese nombre para la cafetería por su ubicación: una puerta al lado de la catedral.
Este restaurante ha presenciado varios acontecimientos y revueltas sociales. Uno de ellos fue El Bogotazo, causado por la muerte del líder político Jorge Eliécer Gaitán en 1948. Durante varios días, el centro de Bogotá ardió en llamas y muchas personas perdieron la vida. Para algunos ciudadanos, La Puerta Falsa sirvió como refugio, puesto que llegaban allí para protegerse de la fuerte revolución.
En dos ocasiones diferentes, este reconocido lugar estuvo a punto de cerrar para siempre. La primera fue en el año 2001, cuando el establecimiento sufrió un grave incendio, por lo que tuvo que ser clausurado por tres meses.
Posteriormente, en el año 2020, llegó la pandemia del coronavirus a Colombia, lo que acarreó una fuerte crisis económica que afectó al famoso restaurante. Durante ese tiempo, los fanáticos del lugar hicieron todo lo posible para mantenerlo a flote, hasta que surgió la reactivación económica que les permitió volver a atender a los clientes.
Al entrar a este establecimiento, los visitantes pueden revivir la historia que alberga. Su arquitectura colonial permite conservar todos los acontecimientos que allí han surgido: sus vigas de madera, sus escaleras y sus leyendas talladas en piedra son como una máquina en el tiempo que devuelven a los clientes a 1816.