Delgado, con la lengua de costado y exhausto tras recorrer 100.000 hectáreas del norte argentino, el jaguar Qaramta al fin encontró a su hembra. Y toda una especie recupera el aliento.
El pasado de Tania, la atildada espécimen que el 30 de enero dio a luz a dos cachorros de jaguar tras muchos años de sequía reproductiva, es el opuesto: nació en un zoológico y pasó toda su vida en cautiverio sin saber que afuera, en la selva, sería la más deseada.
"Trajimos una hembra de cautiverio y probamos algo que no se había hecho nunca antes: juntar a un gran carnívoro con uno de cautiverio y se construyeron los corrales, grandes y complejos, para juntarlos mientras ella estuviera en celo", cuenta a Sputnik el biólogo Sebastián Di Martino, de la fundación Rewilding, que trabaja para revertir la extinción de especies y la degradación ambiental.
Qaramta es el nombre que le dieron niños y niñas que habitan la selva chaqueña argentina a este jaguar que recorre, en soledad, distancias comparables a cinco veces la ciudad de Buenos Aires en busca de una hembra que nunca va a encontrar. El nombre, en lengua qom, tiene un significado especial: "el que no puede ser destruido", y todos esperan que sea el "spoiler" de esta historia.
Gracias al trabajo de la fundación Rewilding, Qaramta "estuvo encerrado sin sentirse encerrado", y así pudieron juntar al macho y a la hembra durante cuatro días en octubre de 2020.
Todo funcionó bien entre ellos, aunque las cámaras no lograron registrar ninguna cópula. A fines de enero, a Tania le empezó a bajar su panza y sus pezones se mostraron. Ahí confirmaron que estaba preñada.
"Estuvo nueve días sin alimentarse, pero el último domingo salió a la noche, lo que nos permitió ingresar al corral y recuperar las tarjetas de las cámaras. Vimos que los cachorros nacieron entre las 3:20 (cuando se registró el primer parto) y las cuatro de la mañana del 30 de enero", relata Di Martino.
No se sabe aún el sexo de los nuevos felinos porque son demasiado pequeños, pero en los videos registrados por la fundación puede verse que gozan de buena salud, a juzgar por sus chillidos, que mañana serán rugidos.
A partir de ahora ningún humano puede ingresan al corral porque en más de un año y medio van a ser liberados y no tienen que tener contacto social. En ese momento, y luego de que ella les enseñe a cazar con una presa viva que introducirá la fundación, también será momento de abandonar a su mamá, y enfrentar los problemas de la salvaje adultez.
Desmonte y caza furtiva
El nacimiento de los cachorros tiene una importancia grande para la conservación de la especie, sobre todo si resultan ser hembras.
Este felino endémico de Sudamérica ha sufrido de una penosa indiferencia a lo largo de la historia argentina, que puede resumirse en dos hechos sintomáticos: uno puede encontrarse en la toponimia del popular barrio de Tigre, en el norte de la provincia de Buenos Aires (este), llamado así por la presencia de jaguares nadando en los ríos y recorriendo los montes.
El otro perdura en el escudo de la selección argentina de rugby, que encierra a un jaguar, aunque al equipo se le conoce con el nombre de Los Pumas.
"Es parte de la desvinculación total de la ciudad con la naturaleza", entiende Di Martino, "en el campo no, a pesar de estar casi desaparecido (el jaguar) está muy presente en la cultura y ha ayudado -como todo los grandes depredadores- a moldear esa cultura de campo".
Claro que ese daño no es mayor al que causan la caza furtiva de la especie (en afortunada caída en los últimos años) y el avance de la frontera agrícola, que destruye selvas y bosques del norte argentino, ocasionando -además de la pérdida de especies- salinización de las tierras y abundantes inundaciones ante la ausencia de raíces en uno de los suelos más ricos del mundo.
Unos 100 ejemplares en la selva de Misiones (noreste), otros 120 en la yunga que comparten Salta y Jujuy (norte) y menos de 20 en la selva chaqueña. Esos son todos los jaguares que quedan en Argentina. Tan pocos que ni siquiera cumplen con el rol biológico que tienen asignado.
"Es importantísimo que hayan nacido estos cachorros, primero porque son el producto de algo que no se había hecho nunca, cruzar a un macho silvestre con una hembra en cautiverio; después porque es muy probable que en el chaco argentino no estén naciendo cachorros, pero dos cachorros no van a salvar la especie, hay que seguir trabajando", plantea el biólogo.
En concreto, el proyecto, que cuenta con apoyo oficial, buscará traer más hembras para cruzar a Qaramta, producir más cachorros y, luego, acercar animales silvestres de otros lugares para introducir variabilidad genética.
Y claro, esperar que el par de cachorros, que aún no tienen sexo ni nombre, cumplan la función que ya sí tienen asignada: vivir.
Por: Ramiro Barreiro / Sputnik