La chamba es una fruta exótica que pasa desapercibida por los transeúntes. Aunque se deja ver fácil, es poco reconocida, eso sí, requiere de un inmenso trabajo conservarla.
Esta fruta se ha convertido en un icono de la región de Lengupá, en el departamento de Boyacá. Se dice que Miraflores, capital de Lengupá, es también la capital mundial de la chamba. Es relativamente nueva, comenzó a ser conocida hace 11 años, cuando se realizó el primer Festival de la Chamba en 2011. Sin embargo, lo que pocos saben es que la chamba tuvo un largo recorrido para llegar a ser reconocida en esta región.
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"Realmente en el Festival fue donde se abrió como esa puerta grande para decirle a la gente que probara el producto. Fue duro porque al principio no nos compraba nadie, los primeros Festivales realmente se hacían para que la gente probara y supiera a qué sabía", señala, en diálogo con Kienyke.com, Estella Perez, productora de chamba en el municipio de Miraflores.
La Chamba es algo así como una guayaba ácida y agridulce, precisamente esa acidez la convierte en una fruta única. Incluso llega a ser más ácida y más pequeña que el limón. Esa particularidad es también la gran dificultad que le ha impedido a esta fruta hacerse conocida por todo el país.
“Tiene muchísimas propiedades en el sentido que tiene un alto contenido de vitamina C y minerales”, agrega.
La fruta llegó a Miraflores (Boyacá) traída desde el municipio de Miraflores, pero en el departamento del Guaviare. Como si fuera un plan del destino, fue adoptada por un municipio homónimo para poder ser reconocida.
“Allá (Miraflores, Guaviare) realmente la tienen como si fuera cualquier fruta de monte, prácticamente no la utilizan y de hecho, por ejemplo, hay otros municipios que también la tienen, pero no saben cómo es el proceso y la dejan perder”, señala Estella.
Gracias a un curso del SENA que se realizó hace más de 10 años, los primeros productores de chamba aprendieron a procesarla para conservar su pulpa y también se formaron en la preparación de productos derivados de la fruta como el arequipe, sabajón, cremas y panelitas.
“Trabajadores de Miraflores (Boyacá) trajeron unas semillas y las sembraron aquí como algo que querían tener, pero no sabían procesarla”, afirma.
La principal desventaja de esta exótica fruta es su calidad perecedera, es decir, tiene máximo un día de vida útil porque el alto porcentaje de agua y acidez carcomen su pulpa. No es como una fruta común que puede conservarse con cáscara dentro de una nevera.
“Tiene el 80% de agua, es muy perecedera, toca recogerla y de una vez despulparla porque si se deja para el otro día empieza a pudrirse. El ácido la acaba, el ácido es supremamente fuerte”, advierte.
En ese sentido, el proceso de despulpado requiere de un cuidado especial para evitar que la fruta pierda su sabor original. Es un trabajo contra el tiempo, ya que de esto dependerá que su delicioso sabor se mantenga.
El primer paso es retirar la cáscara con cuidado; luego, el segundo paso es sacar las semillas que se encuentran dentro de la pulpa ya que si alguna pepa no es retirada, dañará toda la fruta.
Un trabajo arduo
El trabajo es arduo porque es manual, las máquinas con las que se ha intentado procesar esta fruta no han dado los resultados esperados.
“Yo pienso que por eso se llama chamba porque es que es un trabajo dispendioso, el nombre original es champa”, dice.
Sin embargo, la siembra de esta fruta es bastante sencilla, no requiere de agroquímicos para acelerar la cosecha. Es una fruta única porque florece una vez al año entre los meses de septiembre y octubre.
Para Estella Díaz, la chamba es una fruta de monte: “Teníamos unos cultivos y se les aplicó químicos; abonos; una cosa y otra; pero realmente no notamos que haya funcionado. Ella es de monte, no le gusta que la consientan tanto”.
No obstante, el problema de sus productores no es precisamente la escasez de cosechas, sino las instalaciones para mantener en buenas condiciones la pulpa. Debido a que la chamba es una fruta muy perecedera es necesario mantenerla congelada, de lo contrario sería imposible su comercialización.
En Miraflores (Boyacá) el problema no es la escasez de chambos -así se denominan los árboles- sino de congeladores. Y aunque Estella se da el lujo de ser la persona con más congeladores en el pueblo para conservar la chamba, sigue siendo insuficiente.
“Lo máximo que tenemos son cinco congeladores, otras personas tienen uno, dos o tres congeladores y el resto se pierde”, reconoce.
El problema, además de la dificultad económica de adquirir más congeladores, es el alto costo de la energía, el cual no alcanza a ser compensado con las ganancias por la venta de la pulpa.
El precio es bastante accesible, el kilo puede llegar a costar máximo cinco mil pesos en época de escasez, pero en días de cosecha se puede conseguir hasta en dos mil pesos.
Si es tan barata ¿por qué no se consigue en el resto del país?
Precisamente al ser una fruta muy perecedera, su distribución es más compleja de lo que se cree. Para poder transportarla a distintos puntos del país, es necesario mantenerla congelada, sin embargo, este no sería el problema principal.
La imposibilidad para que todo el país conozca el delicioso sabor de la chamba depende en gran parte a las altas exigencias del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima).
“El problema radica en que las instalaciones que nos requieren para trabajar son demasiado costosas. Nos exigen unos cuartos especiales donde llegue la
fruta; otro cuarto donde sea el lavado; otro cuarto donde sea el despulpado y todo tiene que ser en un material especial. La inversión es grande y lo que se va a sacar, no da para la inversión”, apunta Estella Díaz.
Es por eso que la comercialización de la chamba es netamente local, ya que para firmar un contrato de comercialización con grandes cadenas de supermercados, restaurantes o fruterías en todo el país, se necesita obligatoriamente del registro Invima.
Estella ya se ha dado por vencida en la lucha por conseguir dicha certificación. ”Realmente no la tenemos ni la tendremos”.
La chamba ha demostrado ser una fruta muy apetecida en el resto del país. Estella cuenta que en Bogotá fue presentada, hace algunos años, en una feria nacional y sorprendió por su exquisitez. Y aunque para ese entonces recibió muchas ofertas de compra al por mayor desde distintas partes, el no tener la certificación de Invima no le permitió concretar la comercialización.
La única posibilidad de que la chamba llegue a distintos lugares de Colombia es a través de formas clandestinas. Muchos turistas que llegan a Miraflores (Boyacá) y prueban el jugo de esta exótica fruta quedan encantados y deciden llevarla a sus regiones. Incluso muchas personas se han arriesgado a transportarla por fuera del país, eso sí, muy bien encaletada.
Mientras tanto los productores esperan con ansias el mes de octubre de cada año. Durante esa época se celebra en Miraflores el Festival de la Chamba, en donde no solo venden grandes cantidades de pulpa congelada sino también productos como arequipe, crema, sabajón, vino, helados y panelitas con sabor a chamba.
Al parecer, la chamba está destinada no solamente a ser una fruta adoptada, sino también una fruta única y no precisamente por su sabor. Única también porque solamente algunos pocos tendrán algún día la oportunidad de probar su agradable sabor agridulce.