La noche del 14 de mayo de 2015 quedará registrada en la historia como la más vergonzosa del llamado 'súper clásico' del fútbol argentino. En una de las tribunas se observó una pancarta que parecía presagiar lo que vino luego. Lea también: ¿Cómo acabó Margaret Thatcher con los ‘Hooligans’ en Inglaterra?
Lo que suponía iba ser un apasionante partido en el que los dos equipos más grandes de Argentina (Boca-River) iban a definir su paso a los cuartos de final de la Copa Libertadores, terminó convertido en un un show vergonzoso cargado de violencia. También le puede interesar: ¿Por qué la barra brava de Nacional arremete contra RCN?
De fútbol (si así puede llamarse) hubo poco. Los 45 minutos del primer tiempo fueron intensos. Se corrió y lucho más de lo que se jugó. El arbitro del partido, Darío Herrera, mostró cinco tarjetas amarillas. En el primer minuto de juego, Pablo Osvaldo de Boca, ya tenía tarjeta y de ahí le siguieron Gago (min 22), Pérez (min 44) y Pavón (min 45). River no salió limpio, Memmana vio la tarjeta en el minuto 44.
Con el 0-0 en La Bombonera, River lograba la clasificación. En el segundo tiempo Boca tenía, si quería pasar de fase, que poner todo y más. El apoyo del público, ese jugador número 12, iba a ser fundamental, pero fue precisamente alguien del público el que arruinó la noche.
En el túnel de viento, Marcelo Gallardo, técnico de River, daba a sus jugadores las últimas indicaciones antes del inicio del segundo tiempo.
La salida de los jugadores de River se retrasó y nadie entendía por qué. De repente, en el piso, el volante central de River Plate, Leonardo Ponzio, se retorcía del dolor.
Con desespero se frotaba los ojos y trataba, sin éxito de arrojarse aire. Lo mismo le pasó a Gonzalo Martínez , Sebastián Driussi, Ramiro Funes Mori, Leonel Vangioni y Matías Kranevitter. Tenían, no solo los ojos, sino también los hombros y la espalda totalmente irritadas. A los jugadores de River les arrojaron gas pimienta antes de iniciar el segundo tiempo.
"Estamos quemados, no podemos ver", es una frase que podría escucharse en un campo de guerra, sin embargo, esa fue la queja de uno de los jugadores afectados. A partir de ahí, todo fue un espectáculo, un vergonzoso espectáculo.
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"Lo tenés que suspender, nos tenemos que ir a la mierda", le gritaba desesperado Fernando Cavenaghi a Herrera, el arbitro que perdió los papeles. "Vamos a tomar un tiempo prudencial para decidir qué hacer", dijo. El tiempo prudencial se convirtió en una hora y trece minutos.
En ese tiempo se registraron una serie de acontecimientos que dejaron al descubierto la pobreza de la dirigencia del fútbol. Quedó claro, que aunque el reglamento diga que el juez es la máxima autoridad para tomar decisiones, en realidad es una figura decorativa. El campo de juego se convirtió en una especie de sala de juntas en la que todos consultaban y tomaban decisiones, menos el arbitro.
Los protagonistas entonces ya no eran los jugadores de fútbol. El protagonista empezó a ser un señor con sobrepeso vestido de traje y corbata. El boliviano Roger Bello, comisario de campo hacía llamadas, chateaba con su celular y enviaba razones. Él era el vocero de alguien sin rostro que demoró más de una hora para tomar una decisión que debía tomar el arbitro del partido en cinco minutos.
Según registra el diario Ole, el escándalo también tocó de manera directa a los protagonistas. Hubo varios cruces mientras se resolvía la suspensión del superclásico. "Cuando D'Onofrio (presidente de River) ingresó a la cancha para pedirles a los jugadores de River que se fueran al vestuario, Arruabarrena(DT de Boca) enfureció. También el vice de Boca, Juan Carlos Crespi, cruzó a Patanian en pleno campo de juego. Los hinchas lo ovacionaron".
Tras la demorada suspennción, se vio la segunda parte del "papelón mundial", como lo denominó El presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici.
Los jugadores de ambos equipos se hicieron en la mitad de la cancha. River no podía salir, la lluvia de botellas desde la tribuna no cesaba y Boca, no quería salir. Era cuestión de honor. Casi 40 minutos después y luego de reforzar la seguridad, los jugadores de River lograron salir de la cancha.
Después salieron los de Boca no sin antes, saludar a la tribuna, un gesto que generó polémica. Pocos entendieron por qué los jugadores de Boca, liderados por Orión, el arquero, saludaban a parte de la hinchada responsable de la suspensión del partido.
Ole describió el momento así: "Minutos después de que los jugadores de River salieran entre botellazos, los de Boca saludaron a los violentos que quedaban en las tribunas, con Orion a la cabeza. Sí, a esos mismos que obligaron a suspender el superclásico...Tan insólito como inexplicable."
El saludo polémico
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Al ser cuestionado por su actitud, el arquero dijo: "Lamento mucho cómo se dio todo, es una pena que haya terminado así. Se esperó mucho tiempo, una instancia final de la Copa. Queríamos jugar, pero está a la vista que no se podía".
"Somos rehenes de lo que pasó. Leí lo que dicen, pero es muy fino el hilo. Si nos íbamos de la cancha iban a decir que los dejamos solos, nos quedamos y dicen que no los acompañamos".
Y contó: "Cuando pasó lo que pasó fuimos y lo hablamos con ellos, que eran los que tenían que decidir si jugar o no. Es una cuestión que nos excede a nosotros. Repito: somos rehenes de lo que sucedió. Somos colegas y vuelvo a reiterar: acá lo importante es que ellos estén bien, que se puedan recuperar. Después los Organismos de Seguridad y la Conmebol darán el veredicto".
El presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, le ofreció disculpas a su par de River Plate, Rodolfo D'Onofrio, y se mostró decepcionado por lo ocurrido en el partido de vuelta de los octavos de final en la Bombonera.
Según declaraciones entregadas al diario La Nación, el dirigente admitió que la agresión a los jugadores de River y lo acontecido fue un papelón mundial.
"Es lamentable todo lo que ocurrió, es un papelón mundial. Quiero identificar a esos diez inadaptados", afirmó Angelici tras la suspensión del partido por el ataque de fanáticos de Boca a jugadores del club visitante con una sustancia irritante que la prensa local garantiza ser gas pimienta.
"Le pedí disculpas a (Rodolfo) D'Onofrio. No lo puedo creer", señaló Angelici. El máximo directivo de Boca no aceptó la responsabilidad por haber permitido que un 'drone' sobrevolara el campo de juego con un 'Fantasma de la B', en alusión al descenso que vivió River Plate en 2011, al mismo tiempo que los jugadores del club 'millonario', afectados por la sustancia irritante, lloraban y se quejaban de las lesiones sufridas antes de iniciarse el segundo tiempo.
"La gente de seguridad recorrió nuestras oficinas, no había nada", concluyó Angelici a La Nación.