
Este sábado 31 de agosto se estará escribiendo una página dorada para el fútbol femenino de Colombia con el debut de la Selección Colombia Sub-20 en el Mundial de la categoría que se adelanta en Colombia. La Tricolor, bajo el mando del profesor Carlos Paniagua, se verá las caras frente a Australia, en un duelo que promete mucha emotividad y pasión. El juego, que se disputará a las 6:00 p.m. hora colombiana, y con la transmisión en vivo de DirecTV, es una oportunidad en la vida para que nuestras jugadoras salgan y brillen, expresando su calidad en el escenario más grande del fútbol juvenil.
El equipo colombiano llega al Mundial con una mezcla de experiencia y juventud, bajo la tutela de Carlos Paniagua, un entrenador que ha sabido sacar lo mejor de todas sus jugadoras. Este cóctel de jugadoras internacionales con la promesa de futuras estrellas nacionales es una combinación que ha dado buenos dividendos en el pasado y se busca la obtención de buenos resultados en el torneo de mayor prestigio de la categoría.
Jugar contra Australia siempre es un desafío, especialmente en un torneo de esta categoría. Australia es un equipo sólido, con un estilo de juego físico y rápido que intentará poner a prueba el sistema defensivo y la reacción de nuestras jugadoras. Pero a las jugadoras colombianas no les gustan las excusas. Conscientes de la calidad de la competencia, las colombianas no han escatimado esfuerzos en las sesiones de entrenamiento antes de su debut, perfilando los últimos detalles y redefiniendo su planteamiento de juego para desarticular a las australianas.
Por su parte, Australia cuenta con algunas jóvenes promesas que ya comienzan a sonar en equipos del continente europeo, lo que hace prever un choque de altos vuelos y con mucha intensidad. Pero el combinado colombiano tiene la fe suficiente para ser la sorpresa y saltarse los pronósticos.
En Colombia, hay varias jugadoras a seguir que han acaparado los titulares de los medios nacionales e internacionales. La delantera Linda Caicedo, que ha brillado en el campeonato local y en competiciones internacionales, es una de las certezas en las que se tienen que fijar. Su velocidad, toque y olfato para el gol la convierten en un peligro constante para las defensas rivales.
Lo cierto es que las colombianas tienen la oportunidad de hacer historia por derecho propio y de rastrear un fútbol femenino que ha encontrado su camino, y lentamente se ha ganado el respeto a lo largo de los años. El paso del equipo de Colombia Sub-20 a la Copa Mundial es prueba de este crecimiento del fútbol femenino colombiano, una disciplina que, a pesar de las circunstancias que interfieren en el camino, sigue firme en su progresión hacia la ratificación.