
La sexualidad humana es algo que ha sido estudiada por la ciencia de una forma un poco conservadora, porque se limita a investigar su naturaleza y basarse en lo que podría ser un concepto antiguo, el de la normalidad. Por eso, temas de diversidad sexual han sido explorados en un nivel casi mínimo. Uno de los temas por exponer es el de la capacidad de los seres humanos a presentar varios orgasmos durante la actividad sexual. Se ha expuesto que las mujeres son multiorgásmicas debido al poco tiempo de refracción que posee su órgano femenino, la situación cambia con los hombres, siendo menos estudiados. Este es el panorama:
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El científico catalán, Pere Estupinyà, en su libro de 2013, S=EX², hace un apartado en el que confiesa descubrir su potencial como multiorgásmico. Narrando el momento en el que se adentró en la tradición india del tantra o tantrismo, cuando conoció a la pareja experta de Mark Michaels y Patricia Johnson. A partir de esto, Estupinyà confiesa haber intentado cuidadosamente hacer la pregunta sobre la posición multiorgásmica, ya que a las personas que practican el tantra no les agrada mucho este tipo de preguntas, esto se debe a que la importancia para ellos es trabajar en pro de una conexión emocional, física y espiritual con la pareja. Aún así, le han explicado al autor sobre el tema.
Dicho esto, se expone que, las relaciones que deciden aplicar el método tántrico en sus vidas tienen sesiones de sexo duraderas, de alrededor de dos horas o más, pero que su objetivo o finalidad no es tener muchos orgasmos, sino ir acumulando esta energía sexual, prolongando el momento para que, si deciden llegar al clímax final, este tenga mucho poder y sea una especie de liberación. Cuando deciden no culminar, la energía se esparce por el cuerpo, dejando una sensación de gran vitalidad.
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¿Pero esto qué tiene que ver con el multiorgasmo masculino? Esta energía contenida se mantiene de manera intensa justo antes de sentir el orgasmo y lo que no saben los hombres es que, posiblemente, ya sean multiorgásmicos. Esto se nota en lo que el escritor se refiere a “el punto de no retorno”, que es cuando los hombres alcanzan un nivel máximo de sensibilidad genital y se siente muy cercano el orgasmo por más de que se trate de evitar, ese es el momento clave.
Por más de que se inventen artimañas como pensar en otras cosas, la nevera, el jefe, es algo casi inevitable, lo que se propone es aprender a controlar los músculos pélvicos que son responsables de la eyaculación. Una sugerencia del texto, es enfocar la energía sexual en el resto del cuerpo y no en los genitales. Los orgasmos que no tienen eyaculación son menos intensos, el cuerpo queda en un estado de mayor sensibilidad y la erección no se pierde ni merma, se sigue como renovado y el orgasmo final se experimenta con más intensidad y placer.