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En Radar K, siempre buscamos ir más allá de la coyuntura para hablar de los temas que realmente tocan el corazón de la sociedad. Hoy quiero compartir con ustedes una carta muy personal, pero que al mismo tiempo refleja el sentir de muchas personas en el mundo.
Pocas veces en la historia de la Iglesia hemos visto un liderazgo tan transformador y humano como el del Papa Francisco. Su mensaje de misericordia, su compromiso con los excluidos y su valentía para abrir espacios de reconciliación han marcado un antes y un después en la fe de millones de personas.
Como mujer, periodista y creyente, he sentido de cerca el impacto de su papado, especialmente en dos aspectos fundamentales: la dignidad y acogida de quienes un día fueron señalados, y la responsabilidad ética en el ejercicio del periodismo. Por ello, quiero compartir esta carta de gratitud, que no solo expresa mi sentir personal, sino el de tantas personas que han encontrado en su mensaje una Iglesia más cercana, más humana y más fiel al Evangelio.
Espero que estas palabras sirvan para recordar la importancia de la misericordia, la verdad y la inclusión en nuestro mundo de hoy.
Carta de Gratitud al Papa Francisco
Su Santidad, Papa Francisco
Ciudad del Vaticano
Santo Padre,
Le escribo con el corazón lleno de gratitud y profundo respeto. Como mujer, periodista y creyente, quiero expresarle mi más sincero agradecimiento por el camino de misericordia que ha trazado en la Iglesia, recordándonos que el amor de Dios no es juicio ni condena, sino compasión y acogida.
Soy una mujer divorciada y vuelta a casar por la Iglesia, algo que durante siglos fue impensable. Durante años, muchas como yo fuimos señaladas y apartadas, vistas con culpa por buscar una segunda oportunidad en el amor. Pero usted nos ha recordado que la fe no es una cárcel de reglas inquebrantables, sino un llamado a la reconciliación con Dios y con la vida misma. Nos ha mostrado que la Iglesia no es solo para los perfectos, sino para quienes, desde la fragilidad humana, buscan el amor y la misericordia divina. Gracias, Santo Padre, por abrir las puertas y devolvernos la dignidad que muchas veces nos fue negada.
También le agradezco como periodista. En tiempos donde la verdad parece desdibujarse entre intereses y manipulaciones, usted nos ha recordado la importancia de la ética y la responsabilidad en la comunicación. Su decálogo para los periodistas es una guía fundamental en un mundo donde la desinformación y la polarización amenazan el verdadero sentido del periodismo. Gracias por recordarnos que nuestra labor no es solo informar, sino también servir a la verdad y a la justicia.
Pero su legado va más allá. Nos ha enseñado que la Iglesia debe ser un refugio para los olvidados, una voz para los marginados, un espacio donde nadie se sienta indigno del amor de Dios. Ha defendido a los migrantes, ha elevado su voz por la justicia social y ha reafirmado que el cuidado de la creación es un deber moral. Con su mensaje de sinodalidad, nos ha recordado que la fe se construye en comunidad, con diálogo y escucha.
Gracias, Santo Padre, por mostrarnos que la misericordia y la verdad no están en contradicción, sino que caminan juntas. Gracias por devolverle a la Iglesia su rostro más humano y compasivo. Que el Espíritu Santo lo siga iluminando y fortaleciendo en su misión, aquí en la Tierra y en el cielo.
Con gratitud y oración,
Adriana Bernal.