Colombia es un país en el que el empleo se debate entre la informalidad y la formalidad. De acuerdo con las cifras oficiales del Dane, al menos un 48,5% de los empleados en las principales ciudades del país y sus áreas metropolitanas, son informales, siendo las mujeres quienes más se ubican en esta modalidad de trabajo con una representación del 48,4%, frente al 46,5% en los hombres.
Por esa razón, en su más reciente columna en Kienyke.com, el exgobernador de Antioquia y precandidato presidencial, Luis Pérez, defendió la legalización del mototaxismo, una de las formas de transporte informal con mayor presencia en distintas regiones del país. El exfuncionario asegura que su prohibición hace parte de ese grupo de “normas inútiles, que no se aplican, pero se expiden para hacer creer que se está gobernando en todo el territorio”.
“El mototaxismo y los motocarros aumentan sin medida por encima de la voluntad de las autoridades. Los mototaxistas son personas de bien que se ganan el sustento transportando gente en sus motos. El gobierno los persigue sin éxito; y la ciudadanía los protege, pues es el único medio de transporte en sus regiones”, aseguró en su texto el también exalcalde de Medellín.
De acuerdo con el exfuncionario, la forma como ha enfrentado el Gobierno este tema durante muchos años ha sido incorrecta, pues a los mototaxistas se “les trata como delincuentes, pero no lo son; son personas de bien que tratan de sobrevivir con la poca dignidad que les permite la patria”.
En ese orden de ideas, considera, la arremetida de las administraciones contra el mototaxismo es una batalla perdida por varias razones: la forma centralizada de tomar decisiones desde Bogotá (desconociendo la realidad en las regiones), “el mal servicio del transporte formal” y la falta de autoridad real del Gobierno Nacional.
“El Estado lleva 40 años siendo derrotado por decretar desde Bogotá que es ilegal”, asegura. Y lo cierto es que no se equivoca, pues a pesar de estar prohibido, el mototaxismo sigue operando abiertamente en gran parte del país. En su mayoría teniendo como clientes a personas que buscan economía, comodidad y rapidez en el transporte (algo que en ciudades como Bogotá es realmente difícil encontrar).
A eso hay que sumarle, como bien lo señala Pérez, que el transporte formal muchas veces “no va a veredas ni a lugares apartados”, poniendo entre la espada y la pared a los ciudadanos que deben escoger entre ir a pie o gastar grandes sumas de dinero para ser trasladados a sus hogares.
El exalcalde también hace una denuncia sobre la instrumentalización del mototaxismo por parte de políticos en campaña. “Hay fotografías de un Presidente de la República montando en mototaxi, para sacar más votos, y en la presidencia no fue capaz de legalizarlos ni de ayudarlos. Igualmente fotografías de congresistas en campaña”, señala, sin equivocarse.
Percepción del mototaxismo
Lo cierto es que el tema del mototaxismo es uno que realmente genera ampollas en Colombia. De acuerdo con Pérez, mientras “se dice que el 50% de las 4.5 millones de motos del país, son mototaxis” (aunque no hay cifras oficiales), las autoridades señalan a quienes trabajan en esto como símbolos de “caos, desorden y peligro”.
Una idea que también se rescata en distintos sectores de la sociedad, especialmente en ciudades como Barranquilla, donde este transporte informal es más común que en otros lugares del país. Aunque cabe destacar que muchos ciudadanos se inclinan más a la reglamentación que a la prohibición.
En otras partes del país, sin embargo, Pérez señala que “ante el fracaso del gobierno para dar soluciones, hay zonas donde los alcaldes lo han regulado y legalizado por encima de las normas nacionales; e incluso expiden carné oficial de mototaxista”. Una historia que obedece a esa lógica de “gobierno central que quiere gobernar para otro país” y no para uno en el que aproximadamente “600.000 familias decentes tienen su sustento en esta actividad”.