Paciente (P): ¿Me dices que las citas están para noviembre?
Operadora (EPS): Correcto, 9 de noviembre o 22 de noviembre.
P: ¿Antes no hay?
EPS: Nada disponible.
P: ¿Y en otra sede tampoco?
EPS: Ya le confirmo las disponibilidades. Para Chapinero sería la agenda para diciembre, en la unidad de Clínica Suba tendría para el 22 de septiembre, en la unidad de Séptima Avenida para diciembre, en la unidad de Colina para el mes de noviembre, en la unidad de Occidente no hay disponibilidad, en las Américas para el 27 de noviembre y en Nuestro Bogotá para el 27 de diciembre.
La anterior es una conversación que sostuvo un paciente con la operadora de la EPS Salud Total. Esta persona, buscando en su entidad prestadora de servicios de salud un apoyo para un problema específico relacionado con la salud mental, se encontró con un muro: la mayoría de las citas programables están disponibles para septiembre, noviembre y en el peor de los casos diciembre.
Esta es la realidad que enfrentan un buen número de afiliados a las EPS en Colombia cuando intentan acceder a una cita psicológica. Más allá del problema que los aqueja específicamente, los colombianos están expuestos de forma constante a que un problema menor de salud mental termine agravándose por el poco acceso a servicios de salud especializados. O todavía peor, que un caso grave pueda terminar en una tragedia.
Lo cierto es que la situación no es mejor al cambiar de EPS. En otras, el ejercicio termina siendo tremendamente engorroso y mientras existe la posibilidad de citas directas con optometría y odontología, para que una persona pueda acceder a una cita de psicología debe primero pasar por un filtro de medicina general.
Aún así, ni siquiera esto es garantía de poder acceder oportunamente a los servicios de salud mental, ya que de esa cita generalmente se sale a la asignación de psicología, regresando nuevamente a una situación similar a la que se registró originalmente en este artículo. Y eso cuando por lo menos son remitidos.
Prueba de todos estos hechos, además del testimonio del paciente entregado a Kienyke.com, son los cientos de comentarios que inundan las redes sociales con este tema, sumándole otras quejas como la corta duración de las citas psicológicas (duran unos 20 minutos) o en el peor de los casos un trato insensible por parte de los profesionales de la salud. Es decir, que es posible que una persona espere por meses una cita de apenas 20 minutos y que de paso no le termine ayudando en su proceso.
Las cifras de la salud mental en Colombia
Si hay un tema sobre el que existen pocas mediciones en Colombia es el de la salud mental. Esta en una realidad que se debate entre un abordaje normativo completamente desactualizado, anclado en encuestas que llevan años sin repetirse, y el subregistro que generalmente hace que las cifras de salud mental no puedan ser 100% fidedignas.
En junio de 2022, por ejemplo, el grupo de investigación Ceinfes determinó que un 70% de los jóvenes en Colombia sufren de depresión o se sienten poco felices, luego de entrevistar a una muestra de 1350 colombianos entre los 12 y los 17 años. Una medición en la que podría ser notoria la influencia de coyunturas como la pandemia, el desempleo, la falta de oportunidades, la violencia, entre otros temas.
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Todavía más dicientes son las cifras del suicidio. El más reciente estudio del DANE al respecto, correspondiente al 2021, indica que las cifras de esta problemática son 44% más grandes que las de hace 10 años. En aquel periodo de tiempo, sucedieron en Colombia 2.962 suicidios, de los cuales un 37% fueron jóvenes.
Sumado a ello, según el Observatorio Nacional de Convivencia y Salud y el Sistema de Vigilancia en Salud Pública, en 2021 fueron 29.792 los casos de intentos suicidas, de acuerdo con los datos citados en la página del Ministerio de Salud.
En ese marco, dejando para otro artículo la inevitable frustración de una salud mental olvidada en la política pública y la estadística nacional, resulta preocupante que desde las entidades de salud se esté privando a los colombianos de un acceso oportuno y de calidad a los servicios de psicología. Todavía peor, cuando se sabe que un servicio particular en esta materia puede resultar inaccesible para muchos, ampliando así la brecha en el acceso a los servicios básicos de salud.