Gran expectativa existe por estos días con una dupla de Ofertas Públicas de Adquisición (OPA) sobre dos joyas de la corona del Grupo Empresarial Antioqueño: Sura y Nutresa, uno de los conglomerados de procesamiento de alimentos más importantes de América Latina. Detrás de esta operación que tiene con los nervios alterados al empresariado paisa, está la familia Gilinski, que mueven sus fichas apuntando a un jaque rápido que pueda poner fin a una vieja rencilla con el grupo.
Una primera avanzada tuvo lugar el pasado 10 de noviembre, cuando la familia lanzó una OPA que busca quedarse mínimo con el 50,1% y un máximo del 62,62% de Nutresa, ofertando un valor 37,4% mayor a su valor actual en la bolsa. Por esta razón, la oferta ha sido calificada por varios como agresiva, además porque la familia sabría de antemano que varios accionistas tendrían que vender si o si su participación bajo esas condiciones.
De acuerdo con el medio económico Bloomberg en línea, estos serían principalmente los fondos de pensiones, dentro de los que destaca la participación de Protección (miembro del GEA), Porvenir, Colfondos y Skandia, que figuran dentro de los 25 principales accionistas de la compañía. Según el portal, solo con estos los Gilinski podrían hacerse hasta con un 16,03% y de ahí en más también se perseguiría la venta de los accionistas minoritarios.
La OPA por Sura fue igualmente agresiva. De entrada, los Gilinski buscarían el 25,3% de las acciones de Sura y luego subirían hasta un 31,68%, con un precio de 8,01 dólares por acción (27% superior al precio del mercado). Todo esto al cambio del dólar el día de la negociación, que al momento de escribir esta nota es de $3.964.
Hay que saber que ambas son operaciones multimillonarias, teniendo en cuenta que Nutresa tiene un total de 460.123.458 acciones en el mercado, lo que significa que la OPA estaría entre los siete y más de ocho billones de pesos colombianos. Para el caso de Sura este monto estaría entre $375 mil y más de $470 mil millones.
Revancha por un conflicto de vieja data
Con el GEA preparándose para empezar las reuniones extraordinarias en las que concretarán una hoja de ruta para dar cara a este episodio, lo cierto es que ya se empieza a decir que en caso de llegar a darse sería el nuevo “negocio del siglo”, comparado con aquel alcanzado en la década de los 90s cuando los Gilinski vendieron el Banco de Colombia al Sindicato Antioqueño por 418 millones de dólares. Un evento que generó una disputa legal y que podría ser el eje para entender la avanzada ajedrecista de los Gilinski en Colombia.
Solo por hacer un recordatorio breve, el Sindicato (hoy GEA) es una alianza de empresarios antioqueños nacidos precisamente para blindar a las compañías paisas frente a la participación protagónica de actores de otras partes del país, en especial del sector empresarial bogotano. Por esta razón, el ADN del GEA es una relación accionaria entrelazada en la que cada una de sus empresas tiene una participación importante en las otras. Argos, Sura y Nutresa son las joyas de una corona que también incluye a Celsia, Protección, Bancolombia, Enka y Valores Simesa.
Bancolombia, fue en su momento la manzana de la discordia entre los Gilinski y el GEA, ya que fue el centro de un pleito jurídico que no terminó sino hasta 2010, por cuenta de una acusación de los Gilinski sobre supuestas irregularidades cometidas en la compra del Banco de Colombia, entidad financiera que en 1998 se fusionó con el Banco Industrial Colombiano para dar paso al grupo financiero que hoy por hoy se conoce.
De acuerdo con una nota de la época (2010) del diario El País, los pleitos entre los Gilinski y el Sindicato fueron varios: el primero fue que, tras quedar como accionistas minoritarios, denunciaron la depreciación de sus acciones pues señalaron que en 1999 Bancolombia “debía haber reportado cien mil millones de pesos en utilidades” y también que el negocio se habría dado en su mayoría con préstamos respaldados por el dinero de los accionistas minoritarios y ahorradores de Bancolombia.
En 2010 se decretó el final de la disputa que no dejó “ganadores y perdedores”. Sin embargo, está claro que los Gilinski quieren reforzar su presencia en el sector empresarial cafetero, teniendo ya un portafolio nada modesto que incluye al Banco Sudameris, Lulo Bank, Grupo Semana, Rimax, Yupi, Bom Bril, así como varias participaciones en el sector hotelero. Por ende, un grupo con mucho bagaje financiero, que además va con toda para recuperar presencia y romper el enroque del GEA.
Sin embargo, como bien se le ha criticado a todo este episodio, los Gilinski han usado todo su arsenal para generar presión con su OPA, sobre la que Argos y Sura ya han pedido una revisión más profunda. Por ejemplo, queda en entredicho la independencia que se puede tener en Revista Semana, donde aparece publicidad para captar a los accionistas de Nutresa y recordarles las “condiciones favorables” de venta en las propias notas que hablan de la oferta.
Álex Vernot, Gustavo Petro y Daniel Quintero
Un último punto en el mapa de la situación de los Gilinski y de la suspicacia que ha generado entre el empresariado paisa, tiene que ver con la cercanía de la familia con el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, quien ha destinado parte de la pauta de medios de su administración para la Revista Semana. Publicación en la que además tiene columna y desde la que se priorizan los logros del mandatario.
En esa misma línea, entra el senador y precandidato presidencial Gustavo Petro, quien lleva décadas de buenas relaciones con Jaime Gilinski y su padre Isaac Gilinski Sragowicz, cabezas de un grupo que habría aportado a las campañas previas del líder de la Colombia Humana (como su apuesta presidencial en 2018). Una relación que incluso extiende sus raíces al pleito con el empresariado antioqueño, durante el que el senador participó, de la mano con el abogado Álex Vernot, en un debate contra el Grupo Empresarial Antioqueño.
También cabe mencionar que, al día de hoy, las opiniones de Petro sobre el GEA y sus acciones siguen siendo generalmente críticas en distintas materias. Aunque, por otro lado, poco o nada se le oye decir sobre la avanzada de los Gilinski para hacerse con varias de las empresas más exitosas del país. Queda entonces preguntarse, ¿qué intereses se derivan de todo este episodio de cara a las elecciones de 2022?