
Ken Griffin no es un empresario cualquiera. Es el fundador y CEO de Citadel, uno de los fondos de cobertura más grandes e influyentes del mundo, con más de 60 mil millones de dólares en activos gestionados. Su fortuna personal supera los 36 mil millones de dólares, y su voz tiene peso real en los mercados globales. Griffin ha construido su imperio desde los años 90, combinando agresividad financiera con un olfato agudo para las tendencias macroeconómicas. Lo escuchan en Wall Street, pero también en Washington.
Por eso, sus declaraciones recientes —recogidas por Bloomberg— generaron un eco inmediato: Griffin calificó como un “enorme error” la política arancelaria que ha retomado el presidente Donald Trump en su segundo mandato. Según el empresario, los aranceles —presentados como una medida para proteger la industria estadounidense frente a China— terminarían afectando directamente a la clase media, al encarecer productos de consumo diario como ropa, calzado y electrodomésticos.
Pero su voz no es la única.
Otros líderes financieros han mostrado preocupaciones similares. Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, y Larry Fink, de BlackRock, también han advertido sobre los efectos adversos de una escalada proteccionista en un contexto de alta inflación global. El riesgo no solo está en los precios, sino en la posible disrupción de cadenas de suministro, el aumento de tensiones geopolíticas y el retroceso del comercio global.
La administración Trump ha defendido estas medidas como necesarias para preservar empleos y frenar la dependencia económica con China. ¿Pero qué tan efectiva es esta estrategia? ¿Es posible, en una economía interconectada, trasladar el costo del castigo comercial al país contrario sin que termine repercutiendo en el bolsillo del consumidor local?
Radar K plantea las preguntas clave:
• ¿A quién benefician realmente los nuevos aranceles?
• ¿Son una herramienta eficaz o un mensaje político en un año de campaña?
• ¿Por qué figuras tan influyentes como Griffin, Dimon o Fink coinciden en sus advertencias?
• ¿Qué papel juega China en esta nueva tensión? ¿Qué impactos pueden sentirse en países emergentes como Colombia?
El debate está abierto. Lo que para unos es una “defensa de la economía nacional”, para otros es, supuestamente, un impuesto oculto a quienes menos pueden pagarlo.
Y la pregunta de fondo sigue sin respuesta:
¿Se puede proteger al país empobreciendo al ciudadano?