Como siempre sucede con las denuncias de abuso sexual, la historia de la periodista Claudia Morales en su columna de El Espectador está causando revuelo en el mundo de las redes sociales. Se titula Defensa del silencio y explica porqué decidió no revelar nunca el nombre del jefe periodista que abusó de ella en la habitación de un hotel. “A mi violador –dice- ustedes lo oyen y lo ven todos los días”.A las 9.00 de la mañana su nombre ya encabezaba la lista de tendencias en Twitter, unos defendiendo su posición, otros criticando el silencio y otros haciendo conjeturas sobre quién pudo haber sido su agresor, considerando su carrera. Sea como fuere, a pesar del título de su editorial, Claudia dejó de guardar silencio. Su confesión se une a la voz de miles de mujeres del mundo que ya entienden que no acusar, no denunciar, es encubrir a los abusadores que con su actitud demuestran lo poco que respetan la condición femenina.
Su historia se une a la de Marcela González, que a finales del año pasado no encontró otra manera de protegerse de los maltratos del periodista Gustavo Rugeles, que llamando a Johana Fuentes, de La W radio y exnovia de su agresor, para contar lo asustada que estaba por los ultrajes.
Paola Ochoa, columnista de El Tiempo ya había escrito el año pasado un editorial que tituló “Yo también fui víctima de acoso sexual en el trabajo”, en el que contó que uno de sus jefes le hizo la vida insoportable y que no revelaba su nombre porque “la pulverizaría en un segundo con su poder, influencia y amigazos mediáticos”.
La periodista de La Luciérnaga, Mabel Lara, contó en su momento que recién graduada de la universidad le ofrecieron un ascenso a cambio de sexo; y Margarita de Francisco no lo pudo describir mejor en El Tiempo: "Me siento viviendo en un planeta de simios; los más fuertes de la manada toman a las hembras cuando lo demanda su instinto, sin que nadie pueda mediar".
Estas revelaciones salen a flote después de que el productor mas influyente de Hollywood, Harvey Weinstein quedara como un enfermo sexual cuando mas de 80 mujeres confesaran que fueron acosadas por él, cuando estaban necesitadas de un papel en la meca del cine. Entonces nació el famosísimo “#Me too” en las redes sociales donde miles de mujeres anónimas hablaron de abusos, asaltos sexuales, acosos…”.
Desde entonces el tema ha estado sobre el tapete y el mundo ha empezado a entender que nadie tiene derecho a aprovecharse de las vulnerabilidades de otros para cambiar favores por sexo o maltrato. El escarnio público es la primera parte del castigo.
Los Harvey Weinsteins colombianos han empezado a caer.
