Hoy 30 de agosto es el Día Internacional de la Desaparición Forzada y por eso el mundo alza su voz al unísono para rechazar este flagelo que según la ONU sigue siendo mucho más frecuente de lo que se piensa.
“La desaparición forzada —aunque está estrictamente prohibida por el derecho internacional de los derechos humanos en toda circunstancia— sigue utilizándose en todo el mundo como método de represión, terror y sofocación de la disidencia”, asegura la entidad en un comunicado.
Por su parte, el director de la ONU, António Guterres, aseguró que lo más lamentable de la continuación de esta práctica en el mundo es que se sigue privando “a las familias y a las comunidades del derecho a conocer la verdad sobre sus seres queridos”. Un mal que países como Colombia conocen muy bien, con más de 100 mil desaparecidos, según registros de la Fiscalía con corte a finales de 2020. Mientras se estima que al día de hoy la cifra podría estar por encima de los 120 mil.
No obstante, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ese flagelo “ha cobrado la vida de más de 162.000 personas” desde 1930 en Colombia.
Precisamente, en el marco de la celebración, cientos de personas salieron a las calles en distintas partes del país para exigir una simple cosa: paz. Pero una paz que se puede lograr con el diálogo, sino una que solo se puede alcanzar sabiendo cuál fue el destino de un hijo, de un padre, de una abuela, de una hermana y de tantos colombianos que en este país han salido de la puerta de su casa para más nunca regresar.
En Bogotá, por ejemplo, un grupo de de víctimas y organizaciones que integran la Mesa de Trabajo sobre Desaparición Forzada, han logrado reunir 10 mil firmas (que le entregarán el 31 de agosto al presidente Iván Duque) para exigirle al Gobierno aceptar la competencia del Comité de las Naciones Unidas contra las Desapariciones Forzadas para que ayuden en la búsqueda de sus familiares.
Como es común en estos tiempos de pandemia en los que el Covid lo afecta todo, la búsqueda de desaparecidos también se ha ralentizado tanto en el país como en el mundo por cuenta de la crisis sanitaria. “La pandemia de COVID-19 se ha sumado a la agonía y la angustia de la desaparición forzada, al limitar las capacidades de búsqueda de personas desaparecidas y de investigación de presuntas desapariciones forzadas”, aseguró Guterres, citado en el comunicado de la ONU.
De acuerdo con un informe sobre Colombia de esa entidad, aunque son reconocibles los esfuerzos del Estado en la búsqueda de desaparecidos e investigación de presuntos casos de desaparición forzada, este fenómeno sigue sucediendo con bastante frecuencia y son muchos los refuerzos que aún se deben hacer en “materia de prevención, investigación y sanción”.
“El Comité considera que a pesar de los esfuerzos del Estado parte, el marco normativo en vigor, así como su aplicación y la forma en que las autoridades competentes desempeñan sus funciones, continúan “sin ajustarse plenamente” a la Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas”, aseguró la ONU en mayo de 2021.
A grandes rasgos, las Naciones Unidas considera que los principales problemas de Colombia son: los resultados insuficientes en la búsqueda de personas desaparecidas (situación empeorada por el COVID), más de 24 mil cuerpos sin identificar y escasa reparación a las víctimas.
Por supuesto, la fecha no pasó desapercibida para varias personalidades políticas del país, que no dudaron en dedicarle un sentido mensaje a las víctimas de este flagelo.
Lo cierto es que lo ideal en un día como este sería homenajear a las víctimas de un flagelo que ya es cosa del pasado. Sin embargo este no es el caso. Contrario a ello se trata de una historia que, de seguir con el creciente conflicto y la matanza del prójimo, del que piensa diferente o del lidera transformaciones sociales, podría seguirse escribiendo una y otra vez.